Piensa en esto: cuando te regalan un móvil te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el móvil; no te regalan solamente ese dispositivo que llevarás siempre contigo. Te regalan –no lo saben, lo terrible ... es que no lo saben– un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo. Te regalan la necesidad de recargar su batería todos los días, la obligación de enchufarlo para que siga siendo un móvil; te regalan la obsesión de atender a las llamadas, a los 'whatsapps', a los tuits, a los 'likes' y 'dislikes', 'followers' y 'unfollowers', a los correos... Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que un virus lo bloquee irremediablemente, de olvidar el patrón, el pin y el puk; de que se te caiga al suelo y haga crack, de que se precipite al agua y haga plof, de que se agoten los datos, la tarjeta SD... Te regalan la tendencia de comparar tu móvil con los demás móviles; tu contrato con otros contratos... tus gigas...tu sistema operativo. Te regalan el 'like', el 'doble check' y el 'check azul'... No te regalan un móvil, tú eres el regalado».
El bueno de Julio Cortázar habría necesitado un logopeda como el comer. No podía con las vibrantes, las arrastraba. Llegamos en Bachillerato al primer párrafo de este artículo a partir de una secuencia didáctica en la que leemos y escuchamos en clase el relato original del narrador argentino, 'Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj', y sustituimos a continuación el reloj –el 'ggelogg'– por un móvil. Quiero agradecer a mis chic@s de de Burdinibarra todas sus aportaciones durante estos años; toda esa lista de «te regalan». Le debo a Enara el crack y el plof, a Oier el pin y el puk; a Goretti el 'check azul'.
Cortázar se nos fue allá por 1984. Hace ya 41 años, cuando el concepto de teléfono distaba bastante del actual. Poco antes, en 1980, Luis Eduardo Aute había compuesto 'Pasaba por aquí'. Seguro que recordarán el argumento que utiliza el protagonista de la canción como excusa perfecta para presentarse en casa de su expareja –«Pasaba por aquí/ Ningún teléfono cerca y no lo pude resistir»–. A mis chavales el relato no les parece creíble: no pueden imaginarse, no conciben una época sin 'smartphones'. Los móviles le han robado el sentido a ese temazo.
¿Nuestras vidas son ahora más interesantes? Pregunto poniendo cara de 'coach'
Si se piensa detenidamente, hasta hace poco la incomunicación ha sido uno de los motores narrativos más potentes. Si los personajes de una historia clásica hubieran podido llamarse o enviarse al menos un 'whatsapp' la trama se habría estropeado, les digo para que le den una vuelta por grupos a algunos relatos clásicos que les reparto en la segunda sesión.
La tercera arranca con un elocuente poema de Kirmen Uribe, 'Tecnología', y un texto de Hernán Casciari, 'El móvil de Hansel y Gretel'. Casciari nos pregunta qué habría pasado si metiéramos, por ejemplo, un android en la 'Odisea'; si elimináramos la incertidumbre de una Penélope que habla por 'skype' con el petardo de Ulises todos los días y a todas horas. ¿Qué habría sido de Caperucita si hubiera llevado un 'Iphone' en la cesta o si le llegara un mensaje a Geppetto diciendo que Pinocho no había ido al colegio? ¿Qué ocurriría si le pusiéramos un 'Samsung' en la mesilla a ese pobre coronel que «no tiene quien le escriba»? ¿Qué habría hecho Blancanieves si le llegara un DM advirtiéndole de que la manzana estaba envenenada? ¿Qué habría hecho Romeo si Julieta le hubiera tecleado previamente que no estaba muerta y que no hiciera chorradas, o si Tom Sawyer, Crusoe o Hansel y Gretel hubieran podido mandar su ubicación?
En las películas –les digo– ya nadie va, corriendo, jadeando, a la estación de tren o al aeropuerto a decirle a su pareja «¡volvamos a equivocarnos!», «tú me completas...». En resumen, si eliminamos la distancia y la incomunicación, ¿qué interés tiene ya la narración?
¿Nos está pasando lo mismo en nuestra vida real? ¿Nuestras vidas son ahora más interesantes o más previsibles?, les pregunto poniendo cara de 'coach' para suscitar un debate que nos lleve juntos al mismo sitio.
Ahora, que podemos escuchar en 'Spotify' esa mítica canción de Aute, esa «Lo 'tegggible' es que no lo saben...» viejuna grabación de Cortázar. Ahora, que podemos saber con toda seguridad si nuestro mensaje ha sido enviado, si ha llegado a su destino; si el receptor lo ha leído, si está en línea en ese momento, sufrimos otras formas de inquietud, de desasosiego, mucho más –lo de Penélope era un paseo– intensas y refinadas. ¿Por qué carajo no me sigue si yo le sigo? ¿Por qué lleva tanto tiempo desconectado? ¿Por qué el muy capullo me ha 'dejado en visto'? Ahora, cuando Instagram nos chiva cuántas visualizaciones ha tenido nuestra 'storie'; y si ella –justamente ella, precisamente ella– la ha visto o no. En fin.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.