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Instantes infinitos

Andrés Crespo

Jueves, 17 de abril 2025, 07:47

Como el resucitar o el pasar del solo vivir al convivir, amarrado a la esperanza en otro mundo mejor, tras la cruz de la tozuda ... realidad de éste, empeñado en ser desesperante. Desde ese acontecimiento, simultáneo, en un instante infinito, también nuestra cuaresma se confunde con un segundo adviento. Y se descubre el morir y resucitar como fin y principio de la historia, como el súbito compromiso en favor del otro, para que el analfabeto escriba versos, el poderoso se enriquezca repartiendo su fortuna y el dictador funde un partido demócrata. Y sin que desaparezca el gran enigma del abandono y la muerte como culminación de una existencia vivida como arte y como virtud, sin demanda de reconocimiento. Con el placer del deber de ser, y de ser entre y para los demás, aún en el más penoso azar en el que, una vez asumido como tal, jamás como culpa, elegimos la vida. La que se vive sin vivir en uno solo, la que se gana al perder y se vive porque por el otro se muere. Entonces, en un instante infinito, el corazón inunda nuestro cerebro, la justicia resucita sembrada de compasión y la cima de la inteligencia se cubre de ternura.

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