La Europa colonial
En 2020, antes de la invasión de Ucrania, tiempos de multilateralismo, se hablaba de los Estados Unidos de Europa
Protocolo de Ginebra, 1977: la comunidad internacional establece la prohibición de bombardear instalaciones nucleares. Junio de 2025: EE.UU. bombardea las iraníes de Nathanz, Ispahán ... y Fordo, a sólo cien kilómetros de Teherán, sin que la comunidad internacional mueva una ceja, ni nadie pregunte por los efectos del polvo radiactivo sobre la población.
Acuerdos EEUU-URSS, 1990. Bush y Gorbachov pactan la no ampliación de la OTAN más allá de la nueva Alemania unificada. En 1999 ingresan Polonia, Hungría y República Checa. Después, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía y Eslovenia, arbolando de misiles buena parte del perímetro de Rusia. La UE calla y consiente.
Ucrania, 2014. Golpe de Estado de Maidán –CIA mediante–. Rusia se anexiona Crimea. Al año siguiente Ángela Merkel firma un acuerdo con Putin para establecer el gasoducto Nord Stream y califica al líder ruso como «proveedor fiable».
Kiev, 2021: Zelensky anuncia su intención de ingresar en la OTAN. Putin lo interpreta como un cierre de cerco en torno a Rusia: si siguen adelante invadirá Ucrania. La UE invita a Zelensky a seguir adelante. Conocemos las consecuencias: un millón de muertos de los que nadie habla. Y un ingreso en la OTAN, el de Ucrania, que nunca sucederá. Con ese millón de cadáveres aplaudiendo el incuestionable éxito de la diplomacia europea frente al único imperialismo verdaderamente amenazante: el del Pentágono.
Las posiciones antiamericanas parecen fuera de tiempo, lo sé. También lo está el carcamal que las activa, Trump, tratando a Europa como una colonia. Sobre la mesa, un incremento del gasto militar hasta el 5% del PIB. ¿Para comprar qué? Armamento americano, al mismo precio que nos venden su gas licuado, dos veces por encima de su valor. ¿Para qué? Para sostener a una organización paranoica, la OTAN, brazo armado de EE.UU., con la amenaza de su otro brazo, el económico, agitando el Big Stick, el Gran Garrote de sus aranceles.
Lo explicó el primer secretario general de la OTAN, el británico Hastings Ismay: «nuestra idea es mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los europeos debajo». Así seguimos con su heredero, Mark Rutte. «Papá a veces tiene que usar un lenguaje fuerte», dijo el vasallo para halagar a su amo. Y la Europa servil, la Europa colonia –americana– bajó la cabeza.
En 2020, antes de la invasión de Ucrania, tiempos de multilateralismo, se hablaba de los Estados Unidos de Europa. No preguntes por quién doblan las campanas.
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