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Leticia Dolera considera que la película ganadora de los Oscar, 'Anora', puede incitar a las niñas a dedicarse a la prostitución y la ocurrencia no ... merecería más comentario si no hubieran salido en tromba los opinadores que dijeron que sí y, peor aún, los que dijeron que no y que al contrario: disuade de cualquier deseo en ese sentido. Se supone que hay distintas clases de amor, también a la cultura, y una de ellas es 'fuego amigo': te somete a sermones sobre en qué consiste ser progresista, patriota, buen ciudadano, buen padre, buen hijo, buen nieto o buen abuelo. Nos vemos obligados a memorizar contraseñas, claves de acceso y procedimientos, mientras nos caen un sinfín de consejos, conocimientos y directrices.
Pero en algún momento del día hay que cerrar la puerta a todo eso para entregarnos a lo que no vale para nada y excepto la obtención de un placer inútil y efímero. El instrumento es la imaginación, ingobernable para los demás y para uno mismo, y desprovista de moral.
Hay un tipo de personas que aseguran que lee, ve películas o escucha música para aprender cosas y, un paso más allá, para ser cultas y bondadosas. Me pregunto cómo sobrevivirá su afición a semejante dosis de veneno. En qué consistirá ser culto, si cada vez que me he interesado por un tema lo único que he acabado descubriendo era la magnitud de mi ignorancia. Decía esta semana el escritor Ray Loriga, citando a Bukowski: «Ya no soy uno que predica, soy uno que reza». Ojalá lo hiciéramos todos porque hay demasiada gente que busca salvarse a través de la redención de los demás, incluidos los que ni siquiera queremos salvarnos, ni sabemos de qué.
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