Guerra o paz
Puede ser el momento de concluir que la OTAN, dirigida por EE UU, tal vez no es el foro apropiado para la gestión de la 'defensa', o la seguridad, europea y que este contenido debe ser asumido por Europa como propio
Agustín Markaide
Lunes, 30 de junio 2025, 02:00
Desde hace algún tiempo, los últimos presidentes de EE UU y, sobre todo, Trump vienen imponiendo dentro de la OTAN la idea de que el ... gasto en la 'defensa' de Europa debe ser soportado por los europeos. Ahora, además, se añade que eso debe representar un 5% del PIB de cada miembro.
En los debates sobre la materia echo en falta alguna reflexión sobre si también debería modificarse el modo como se gobiernan las situaciones de riesgo que pueden desembocar en acciones preventivas o paliativas o, finalmente, de respuesta.
No es una cuestión menor, puesto que algunos de los riesgos principales están protagonizados por gobiernos autocráticos, como Rusia. Y otros riesgos podrían tomar formas o tener orígenes difusos, como los terrorismos cibernéticos o los de origen criminal o de grupos ideológicos o religiosos.
Con frecuencia se tacha a la UE como lenta en sus decisiones y como demasiado garantista de los derechos de los ciudadanos
Por su parte, la OTAN toma sus decisiones en su consejo por unanimidad de los países miembros. Todos ellos, con formas de gobierno calificables como democráticos, con partidos políticos y división de poderes.
Sin embargo, una mirada crítica al modo de tomar decisiones en la OTAN pone en evidencia que EE UU tiene un peso desproporcionado en las decisiones y en la agenda, ya que aporta la mayor parte del presupuesto militar conjunto, más del 70%, y tiene el mayor despliegue físico y tecnológico. Y todo ello bajo una gestión concentrada y con un líder. Por otra parte, comienzan a actuar como un aliado menos fiable y comprometido.
Al mismo tiempo, en muchos países europeos de la OTAN se están produciendo cambios hacia gobiernos menos europeístas, más nacionalistas, que ponen mayor énfasis en la seguridad propia y en la amenaza procedente del exterior. Coincide que también apoyan sistemas de decisión más 'fuertes' que concentran más poder a costa de reducir la división de poderes, los contrapesos. Cada uno de esos países gestiona un ejército y un presupuesto de 'defensa'.
Para el ciudadano no es fácil asumir un aumento del gasto militar, por razones de muchos tipos. Pero todos sabemos que esto puede cambiar muy rápido si se percibe una amenaza, como vemos en los países cercanos a Rusia. Al final, todos cerramos, con llave, la puerta de casa.
Puede ser el momento para que, además de decidir cuánto gastar, también pensemos en cómo hay que gestionar para que sea en favor de la paz y de una democracia con contrapesos, que puede ser, precisamente, la mejor receta para preservar la paz. Puede ser el momento de concluir que la OTAN, dirigida por EE UU, tal vez no es el foro apropiado para la gestión de la 'defensa', o la seguridad, europea y que este contenido debe ser asumido por Europa como propio. Que no tiene sentido prolongar en el futuro la existencia de bases militares de EE UU en países europeos. Que es conveniente que el grueso de los presupuestos y contingentes militares de los países europeos esté bajo gestión común europea y no bajo la gestión de cada gobierno.
El gobierno de esa materia común debería estar reforzado con los contrapesos democráticos adecuados: vetos, consensos o mayorías reforzadas, según los casos, con el fin de reducir el riesgo del uso unilateral de la fuerza, y para multiplicar el papel civil o reconstructor de esos recursos, tanto en otros países como en el interior. Por ejemplo, en los casos de las crecientes incidencias climáticas. Hay que recordar que las decisiones de usar la fuerza armada de forma ilegítima, contra los ciudadanos del propio país o contra otros territorios, son tomadas, casi sin excepción, por quienes acumulan el poder para adoptarlas, sin contrapesos efectivos.
Muchos pensarán que un modo de decisión con contrapesos es peor para gestionar las situaciones de elevado riesgo de seguridad y que es mejor un modo de decisión sin ellos, es decir, concentrando en una persona o grupo todo el poder de decisión. Pero hay que reconocer que este modo de gobierno es más apropiado para el uso de la guerra que para la paz (quien tiene un martillo en todo ve clavos) y que si es la paz lo que deseamos hay que reforzar una gobernanza que no tenga un recurso fácil a la agresión y que busque, incesantemente, los caminos para priorizar la paz. Y si el contexto cambiase, también la gobernanza de la situación debería hacerlo y por eso deberían preverse capacidades para actuar con mayor agilidad, en casos de emergencias, por ejemplo.
Con frecuencia se tacha a la UE como lenta en sus decisiones y como demasiado garantista de los derechos de los ciudadanos. Me parece que estas características son un punto fuerte para la gestión de la seguridad en favor de la paz. Y que, en un mundo armado, con bloques enfrentados o con creciente desconfianza en los demás, pueden situar a Europa como un agente moderador, incluso de EE UU, para no enfrentarnos a crisis tras crisis. Sin, por eso, perder de vista que la capacidad de disuasión también es clave para ser tenidos en cuenta por los demás y para eso puede ser esencial disponer de un modo de gobierno sólido y una gestión unificada.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.