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La legislatura implosiona

Lourdes Pérez

Lunes, 22 de mayo 2017, 00:40

El país se podemiza». La traducción del movimiento sísmico que ha provocado la incontestable victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE no proviene de ningún militante socialista, sino de un cargo del PNV sabedor de que la legislatura española se adentra en una dimensión desconocida aunque el triunfo del redivivo secretario general haga cotizar al alza los cinco escaños jeltzales para la estabilidad de Mariano Rajoy. Primera proyección doméstica de una noche que ha puesto patas arriba la centenaria historia del PSOE: la dimisión de Antonio Hernando como portavoz en el Congreso deja a los jeltzales sin uno de sus principales interlocutores con los socialistas. Sánchez se ha ganado la legitimidad interna sobre la cabalgadura del no es no a Rajoy y su remoción en el traumático comité federal del 1 de octubre. El rechazo al presidente del Gobierno gana decibelios, con el pacto PP-PNV recién horneado y el PSE de Patxi López forzado a esperar y ver, pero con su margen de influencia acotado por un Sánchez que ha ganado por mayoría unas elecciones multitudinarias.

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El PSOE que sale de esta durísima contienda interna no es ya el PSOE de ayer domingo. Es una incógnita qué efecto ejercerá en el ánimo de quienes votaron socialista en las dos últimas generales -más de cinco millones de electores- la decisión de los afiliados de volver a entronizar, y de qué modo, a quien fracasó en su doble asalto a la Moncloa. Anoche había voces que recordaban que buena parte del grupo parlamentario es desafecto a su líder y que queda la batalla por los delegados en el congreso de ratificación de dentro de un mes. Pero Sánchez no solo se ha impuesto con una rotundidad que difumina la imagen de un PSOE quebrado casi milimétricamente en dos. Su triunfo constituye una enmienda a la totalidad a la historia reciente del partido, a la nómina de expresidentes y luminarias que lucieron músculo orgánico en el masivo mitin -un espejismo- de arranque de campaña de Díaz. Una enmienda que maniata a la presidenta andaluza, tan quintaesencia del aparato como para ser ella la que aupó hace tres años al desconocido Sánchez. Y que deja a sus barones desautorizados ante las primarias territoriales que se sucederán tras el congreso federal de junio.

Anoche se palpaban reacciones extremas en el PSOE: de la euforia a la desolación, pasando por cambios de chaqueta in extremis. Quienes temían un partido en caída libre si España volvía por tercera vez a las urnas no tuvieron el cuajo de contrarrestar el relato de Sánchez sobre la abstención. El no es no a Rajoy, que ve en su renacido rival poco menos que un peligroso chisgarabís, se ha hecho más audible. La legislatura se enreda para el presidente. Y pone a prueba su habilidad para parar el tiempo y medir hasta cuándo prolonga su segundo mandato.

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