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Los más pequeños de la casahicieron sonar tambores y barriles. ELENA VIÑAS

Pasaia

Niños y mayores rindieron tributo al patrón de Donibane

Sanjuanes. La tamborrada infantil puso banda sonora a una jornada en la que la figura de San Juan Bautista protagonizó una pequeña procesión

Elena Viñas

Pasaia

Martes, 24 de junio 2025, 21:08

Fieles a la más arraigada tradición, los vecinos de Pasai Donibane festejaron el día grande de sus fiestas con varias propuestas que se prolongaron hasta el atardecer. Los txistularis fueron los encargados de poner banda sonora a las primeras horas del día hasta que los rataplanes tomaron a media mañana su relevo.

Los más pequeños de la casa hicieron sonar tambores y barriles desde el barrio de Meipi hasta la plaza Santiago. Coordinado por Edurne Erkizia, el grupo al completo demostró saberse las marchas de Sarriegi. «¡Cómo animan!», comentaban los espectadores. «Es una lástima que este año salgan menos niños... A este paso, la tamborrada infantil se va a acabar perdiendo», se lamentaban varios vecinos.

De abrir la marcha se encargaron los chavales de más edad, que portaban la ikurriña y la bandera rosa con el lema 'Aúpa San Juan'. Entre ellos, Enara Escribano Cámara y Julen Baquero Salaberria, quienes la víspera prendieron la mecha de los cohetes con los que se dio inicio a las fiestas.

La tamborrada pasó por delante de la parroquia pocos minutos antes de que se llevara a cabo la pequeña procesión que permite sacar la imagen de San Juan Bautista, profusamente decorada con flores, a hombros del templo. Los costaleros la llevaron hasta la altura del bar de Patxiku para, seguidamente, emprender el camino de regreso con el fin de volver a colocar al santo a los pies del altar. Decenas de vecinos se sumaron al cortejo en medio del silencio que se apoderó de este rincón del casco antiguo.

Una vez al abrigo de los vetustos muros de piedra de la iglesia, el párroco José Ramón Treviño protagonizó una homilía en la que, haciéndose eco de la actualidad internacional, realizó repetidas alusiones a la paz y a su deseo de que esta reine en todo el mundo.

Por el «sueño de la paz»

Tras recordar que en la hoguera prendida la noche antes en la población se habían reducido a cenizas «nuestros malos momentos, malos sentimientos y discordias», apeló a «abrirse a la nueva vida», así como al «sueño de la paz». Por ella oraron quienes escuchaban con atención sus palabras.

Durante la misa, el coro parroquial, dirigido por primera vez por Aimar Etxaide, deleitó a los feligreses con varios temas musicales. Las voces se ganaron un emotivo aplauso el término del oficio religioso.

Los cantores y el resto de asistentes a la iglesia compartieron el hamaiketako preparado en el exterior de la iglesia por la comunidad parroquial. Aitor Ugarte se ocupaba de servir el champán con el que brindaron, una y otra vez, los sanjuandarras. Aún hubo tiempo para tomarse una foto de familia para el recuerdo de un día calificado de «muy especial» por los vecinos de más edad.

Por su parte, los más jóvenes se preparaban para poner punto final a la tamborrada a orillas del mar. También se organizó para ellos un hamaiketako que les permitió reponer fuerzas tras su actuación.

Últimas horas de diversión

La diversión continuó a lo largo de la tarde en el casco antiguo de la población. Niños y adolescentes volvieron a darse cita en la plaza Santiago ansiosos por compartir una chocolatada bajo el sol. Hubo, asimismo, juegos pensados para ellos. Los cabezudos volvieron a hacerles correr entre risas y no pocos gritos. Uno de ellos, el malvado diablo que viste de rojo, entró en la tienda centenaria de Mila Goikoetxea para asustar, aunque sin éxito, a la clientela.

Los festejos en honor a San Juan se despidieron hasta 2026 con una refrescante fiesta de la espuma.

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