Errenteria
«Una vez entras en el frontón los problemas quedan atrás»Pasión. Mikel Aranburu y Rubén Pichel, pelotaris de Eple, desgranan cómo es la pelota a nivel aficionado en un entorno en el que «cada vez hay menos pelotaris»
Pocos lugares habrá que representen de mejor manera nuestra cultura que el frontón. Ese lugar en el que se han forjado grandes nombres de la historia de Euskadi. No obstante, lejos de esos afamados pelotaris que todos conocen, también se encuentran otros que lo disfrutan como un hobby.
Es el caso de Mikel Aranburu y Rubén Pichel, pertenecientes al club errenteriarra de pelota Eple. Aranburu, del antiguo disfruta de la esku pilota, mientras que Pichel, vecino de la villa juega a la modalidad de pala y paleta cuero. Dos hombres a quienes les encanta el frontón «porque hay un ambiente que creemos que es difícil de encontrar en otros deportes». Y es que en Eple se respira un aroma a hogar, en el que todos se conocen a la perfección, como una familia. Sin embargo, «creo que incluso con los rivales tenemos una gran relación», afirman ambos.
A pesar de ello, es evidente que en el frontón no todo son risas. El trabajo es fundamental. Basta ver las manos de Aranburu. «Hay quienes piensan que los pelotaris venimos al frontón a estar un rato con la pelota, pero tenemos que cuidarnos, y eso pasa por mantener una dieta y hacer un entrenamiento serio», afirma el antiguotarra. Una realidad que confirma Pichel, que entre risas recuerda cómo «hay veces en las que te apetecería comer de todo, pero tienes que mantenerte frío». En este aspecto, ambos aseguran que «el que no se cuida lo tiene complicado porque dentro de la cancha se ven rápido las costuras».
«El que no se cuida lo tiene complicado en este mundo porque dentro de la cancha se ven rápido las costuras»
Una afición de siempre
En cuanto al amor por el frontón, las historias de estos dos jugadores son diferentes. «Yo me enganché a la pelota porque era el deporte que se veía en casa, no tengo el recuerdo de ver partidos de fútbol, el frontón era lo que mandaba», afirma Aranburu. Sin embargo, matiza que «nadie en mi familia ha sido jugador, pero yo empecé poco a poco y nunca lo he dejado».
Por su parte, Pichel asegura que «cuando era pequeño recuerdo estar todo el día jugando en el frontón de Altamira, a todos los deportes, pero especialmente a pala». Asimismo destaca esa época en la que se mudó a la villa galletera. «Empecé a jugar con 17 años en el frontón viejo, que se encontraba en el centro, pero lo dejé para dedicarme al atletismo», asiente. A pesar de ello parece que el amor por la pala se hizo notar, lo que hizo que «volviera a retomarla con 25 años».
Ahora, tras más de dos décadas ambos saben qué es lo más importante en el frontón a nivel aficionado. Disfrutar. «Lo más importante es tomarlo como una afición. A veces llegas cansado del trabajo, o con tus historias personales, pero luego cuando terminas el entrenamiento te vas contento, es como una terapia», destaca Aranburu.
«Los chavales no siguen»
Una pasión que parece que no llega a los jóvenes. «Es cierto que los chavales se apuntan, pero cuando llegan a la edad de doce o trece años deciden dejarlo por otro deporte, que por lo general suele ser el fútbol», lamenta Aranburu. Un pelotari y pelotazale que lo vivió en sus propias carnes en el Antiguo. «Éramos muchos niños en la eskola, pero una vez llegamos a infantiles y cadetes el número de pelotaris bajó muchísimo».
Una realidad que hace que el deporte sea cada vez «menos practicado», lamentan ambos. En esta línea, los pelotaris destacan que «es muy complicado que la gente venga el fin de semana a ver nuestros partidos, y eso quizás se deba en parte a la ubicación del frontón», asegura Pichel. Y es que como recuerda «antes estábamos en el centro y quien pasaba por ahí se asomaba a ver algún que otro partido».
En esta línea, ambos coinciden en que una de las soluciones pasa por «hacer más visible el deporte». Para ello, «creo que habría que hacer algo con los horarios de la pelota, porque para enganchar a un chaval poner un partido un viernes a las 22.00 horas quizás no es lo más adecuado», destaca Aranburu.
En cuanto a sus encuentros, tanto Aranburu como Pichel coinciden en que «son partidos de un buen nivel». Y es que a pesar de no dedicarse de manera profesional a ello, «en la pala al menos hay enfrentamientos contra los mejores de esta modalidad», afirma convencido Pichel. Y es que como en muchas ocasiones, a veces lo que no se sigue de manera tan masiva no carece de talento y emoción. Por ello, ambos tienen claro que continuarán en el frontón, disfrutando de un deporte que a pesar de tenerlo complicado, «siempre tiene a alguien que vaya a jugar».
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