«Me voy con la satisfacción de haber hecho un buen trabajo»
Isabel de la Rosa finaliza su etapa como estilista tras varias décadas en las que «la innovación y las ganas de trabajar han sido un pilar fundamental»
Vitalidad, ilusión y ganas de aprender. Estas son quizás algunas de las palabras que describen a Isabel de la Rosa. Probablemente haya muchas más. Lo ... sabrán muy bien quienes le conozcan. Familiares, amigos y clientes. Estos últimos, a veces han dejado de serlo para convertirse también en amistades. No es para menos. Y es que tras varias décadas trabajando, Isabel ha visto de todo. Innumerables trabajos que dejarán su día a día tras su retiro. «Cierro esta etapa con mucha pena, no es algo que haya elegido, pero el enano ha tomado su decisión» sugiere sonriente. Quienes le conocen saben de quién es ese enano.
Ahora, su peluquería, la bien conocida 'De la Rosa Estilistas' queda en las mejores manos, las de su hermana Magnolia, su fiel amiga y compañera, «la que siempre ha apoyado todas mis decisiones y ha estado a lo largo de estos años junto a mi formando un tándem insuperable».
No obstante, antes de llegar aquí, Isabel echa la vista atrás a esos emocionantes comienzos. «Con tan solo trece años, arrancó su andadura en el mundo del estilismo en la calle del Parque en la peluquería Rafael Goyenetxe». Un trabajo que «se convirtió en un amor a primera vista». Un idilio que continuaría con la adquisición de un local para comenzar su propio negocio. «Mi madre llegó con la noticia de que se vendía un local al lado de Satur, y me ofreció junto a mi padre la posibilidad de pedir un crédito en la Laboral».
En este aspecto, recuerda cómo su suegra colaboró en esta aventura. «Cogió la cuenta corriente de su hijo, Javi, que en esa época éramos novios y se encontraba en la mili», recuerda entre risas. «Le dejamos sin el dinero para poder comprar su equipo de música», añade.
Tras reunir la cuantía necesaria, y junto a los avales de sus suegros y un tío, comenzó el sueño «que nos ha traído hasta aquí». Mientras cuenta esos inicios, es inevitable desprender una sonrisa y alguna lágrima de emoción. Corría el año 79, y a sus 19 años, Isabel contaba ya con su negocio. A partir de ese momento el estilismo se convirtió en una parte esencial de su vida. Arrancó como una peluquería convencional, pero más tarde se convirtió en «un salón abierto a todos los sexos y edades».
De lo tradicional a lo punk
De la Rosa Estilistas nunca se ha cerrado a las nuevas tendencias. «Siempre he sido de ver lo que estaba a la moda, siempre he tratado de adelantarme y eso ha hecho que el salón destacase», afirma satisfecha. En esta línea, se le hace inevitable acordarse de esos años ochenta en los que lo heavy y lo punk estaban a la orden del día. «Fue una época preciosa en la que tuvimos públicos muy distintos», asegura. Y es que «además de hacer cortes clásicos, empezamos a trabajar con cabello largo y crestas que hacíamos con cola de pescado para esos jóvenes».
Un lugar que ofrecía estos servicios, ya que «en aquellos tiempos las peluquerías para caballeros se quedaron atascados en esos cortes clásicos, por lo que esa juventud encontró en nuestro negocio un lugar en el que hacerse esos cortes que eran innovadores». De hecho, como destaca, «fuimos pioneras haciendo rastas en Errenteria, y hay que decir que las primeras quedaron de diez».
Esa ilusión, unida a esa manera de trabajar le ha permitido a Isabel trabajar con la escuela de modelos First Models o Playboy en condición de estilistas y con distintos fotógrafos y modelos. Al mismo tiempo fue coordinadora del equipo de competición de Gipuzkoa, compitió en diferentes campeonatos siendo ganadora en todas las categorías en el año 1990.
En este aspecto, si hay un cliente del que se acuerda es sin duda Andoni Luis Aduriz. Conocido por su restaurante Mugaritz, «me tocó maquillarle y arreglarle el cabello para un documental», comenta. Sin embargo, Aduriz «llegó con prisas y sudoroso y le dije que así no podía hacer mi trabajo de la manera correcta». Tras estas palabras Aduriz le preguntó, 'Tú de dónde has salido', a lo que Isabel contestó, «de Errenteria. Empecé de aprendiz, me gustó y aquí estoy».
La conversación continuó con la pregunta de Ia estilista. «¿Y tú de dónde has salido?». Aduriz comentó que de pequeño era 'muy mal estudiante, y mi madre me dijo que si aprendía a cocinar al menos no me faltaría nada de comer'. Tras ello Isabel añadió «¿Has comido?» a lo que Aduriz respondió que 'sí' por lo que Isabel finalizó con un «bueno pues ya está». La estilista recuerda que «nos echamos a reír y a partir de ese momento todo fue mucho mejor». Y es que como subraya Isabel, «a veces tenemos que bajar las revoluciones para trabajar bien».
«Tuve que parar»
Entre tanto trabajo, el proyecto de vida de Isabel comenzó a abrirse paso. «Tuvimos a nuestra primera hija y después a la segunda, y vi que era el momento de dejar momentáneamente la peluquería. Me veía agotada y era demasiado trabajo». Una decisión que muchas personas no entendieron pero que «a mí me sirvió para cargar las pilas». Una época en la que enlazó distintos trabajos mientras su establecimiento quedó en alquiler.
«Volví con energías renovadas, y tras siete años en galtzaraborda, siete en la calle Biteri y doce volviendo a mis raíces, llegado el momento doy por concluido mi recorrido profesional».
De vuelta a los estudios
Después de finalizar esta etapa de su vida, alguien podría pensar que Isabel se tomaría un respiro para poder hacer otras cosas. No obstante, ella lo tiene claro. «Voy a entrar en la universidad y estudiaré un grado en humanidades», asegura convencida.
Algo que «siempre he querido hacer, y que como todo lo sacaré adelante». Una lección que ha aprendido a lo largo de su experiencia. «Siempre he sido de las que lo intenta, porque tengo claro que es mejor probar y fallar que arrepentirse de no haberlo intentado». En esta línea recuerda cómo aprendió a tocar el violín. «Nunca toqué ningún instrumento, y cuando tenía 53 años me entró la curiosidad». Como afirma, «el profesor de solfeo dudaba de que pudiera lograrlo, pero aprendí». Esto se debe en parte a «la paciencia de Francisco Herrero, mi profesor, gracias a quien ahora me defiendo con el violín». Eso mismo hará con los estudios. Sacarlos adelante con esfuerzo e ilusión, dos elementos que han sido fundamentales en su vida.
Con este ciclo, se cierra otro, el del estilismo. De este modo quedarán atrás esas jornadas junto a sus clientes. «Mis mujeres maravillosas que han sido y son madres y amigas, y a las que tanto tengo que agradecer, mis niños, jóvenes adultos, hay muchas personas de las que me acuerdo», asiente emocionada.
Y es que como no podía ser de otra manera, un gran trato con el cliente durante tantos años ha derivado en grandes amistades. «En nuestro establecimiento, al igual que en la mayoría de comercios el trato hacia el cliente es primordial, y por ello logramos un vínculo estrecho».
Por todo ello, Isabel destaca que «me voy con la satisfacción de haber hecho un buen trabajo y con el convencimiento de que De la Rosa Estilistas continúa con mi fiel compañera de aventura, mi hermana Magnolia». Así pues solo queda una cosa que decir. «Gracias a todos por todo lo aprendido y un gran abrazote».
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