Itsaso Larramendi Elexgaray | Galardonada de la XV Beca de Investigación Koldo Mitxelena

«Errenteria es un lugar idóneo para analizar la arquitectura y el urbanismo»

–En primer lugar, felicitarle. ¿Qué ha supuesto?

–Esta beca nos ha supuesto una oportunidad de poder dedicar más tiempo de calidad a investigar y a profundizar en nuestras áreas de conocimiento que en nuestro día a día desarrollamos en nuestro trabajo. Trabajamos las tres en la cooperativa Tipi.

–¿Sobre qué trata el estudio realizado?

–Nuestro trabajo trata de analizar cuatro barrios de Errenteria, en este caso Alaberga, Galtzaraborda, Beraun y Kaputxinos, que se construyeron entre las décadas de 1950 y 1980. Tratamos de analizarlos desde la perspectiva de la vida cotidiana de las personas que los habitan para entender cómo su forma urbana y relación comunitaria facilita o dificulta en el día a día. El trabajo ha tenido dos partes principales: uno entender por qué estos barrios son así, por qué tienen esta forma y en qué se diferencian urbanísticamente con barrios construidos en épocas anteriores. Esto tiene que ver porque a principios del siglo XX surge un movimiento moderno en urbanismo y arquitectura que surge en contraposición a la ciudad industrial, que se considera insalubre, contaminante y el movimiento moderno propone hacer una nueva arquitectura con especial importancia en la higiene. Hemos querido ver como esas ideas de principio del siglo XX han afectado y como se reflejan en la forma urbana de los edificios y del urbanismo en general.

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–En una segunda parte hemos analizado cómo son estos barrios actualmente, cuáles son los espacios para la vida cotidiana (equipamientos, comercios, espacios de relación...) y los hemos analizado en base a unos indicadores creados desde la perspectiva de género para ver en qué medida facilitan o dificultan ese día a día de sus vecinos y vecinas y en qué medida promueven o dificultan las relaciones entre ellos.

–Fue un cambio importante.

–Sin duda, y es que conviene recordar que desde la década del 50 hasta el 75 Errenteria casi cuadruplicó su número de habitantes. Nuestro territorio se incrementó en estas décadas al tratarse de una de las zonas industriales del Estado y muchos migraron de las zonas rurales, además del fenómeno 'baby boom'. Estos cuatro barrios que estudiamos conforman una muy gran parte del área urbana de Errenteria. Tiene una sociología muy rica e interesante para analizar las relaciones vecinales y comunitarias porque Errenteria es un pueblo muy vivo con muchas iniciativas vecinales. Es un lugar idóneo para analizar la arquitectura y el urbanismo desde esta perspectiva.

–¿De qué manera impactan en los barrios que se hacen a partir de los años 50 las nuevas ideas del movimiento moderno?

–El movimiento moderno surge en un momento en el que hay una gran preocupación por la higiene porque las ciudades con industrias en su interior son como lugares muy contaminados. Aparte hay una preocupación social por la tuberculosis. Los arquitectos modernos entienden la arquitectura y el urbanismo como una herramienta más para que las personas sean saludables y promueven una arquitectura que busca las ventilaciones cruzadas dentro de la vivienda, que es blanca, que no tiene ornamentos y en sus últimas plantas tiene terrazas para poder hacer ejercicio. Esta arquitectura rompe con la idea de la calle y con el elemento de la manzana. Es decir, hasta este momento las viviendas se juntan en manzanas y se crean pequeños grupos de viviendas donde alrededor se circula. El movimiento moderno propone un urbanismo basado en bloques sueltos, entiende la vivienda como un elemento singular porque busca más iluminación pero esto hace que no creen calles continuas sino que se ubiquen de manera más desordenada en el territorio. Es un cambio grande, ya que los que residen en ese lugar tienen una percepción diferente.

–Cambio grande, ¿y seguro?

–Hay un incremento muy grande de habitantes en la población y hace falta construir muchas viviendas en muy poco tiempo. Errenteria es un reflejo de ese fenómeno. La cuestión es que esos barrios se crean muy rápido tratando de responder a esa emergencia habitacional y también tratando de buscar rentabilidad económica al suelo porque no podemos separar la creación de estos barrios en periodo de desarrollismo, en el que las promotoras urbanísticas se lucraron muchísimo construyendo muchas viviendas. En muchos casos con materiales escasos y sin poner el centro las vidas de las personas que iban a habitar en esos lugares. Se trataban de barrios dormitorios en los que había viviendas y entendían que la gente iba a dormir, pero la realidad es que vivían ahí.

–Ahí surge el problema.

–Claro. Los barrios que se crearon en estás épocas no atendían a esa parte del día a día, a la parte de los trabajos reproductivos. Cuando hablamos de analizar y actuar en los espacios urbanos y mejorarlos desde la perspectiva de género hablamos de poner en el centro la vida cotidiana de las personas que habitan en los barrios y tratar de que el espacio urbano facilite ese día a día. Eso tiene que ver con mejorar colocando más bancos para las personas que no pueden caminar mucho o peatonalizando las calles que conectan las principales dotaciones de una ciudad como puede ser un ambulatorio, las escuelas, etc.

–El Ayuntamiento lo tendrá en cuenta.

–Ojalá así sea. Nosotras no planteábamos la investigación como una mera revisión historiográfica, también como herramienta para mejorar los barrios. Este estudio también sirve para que lo tengan en cuenta y ver qué cuestiones quieren abordar.