Santa Engrazia, el gran tesoro de Urola
Cima situada en el centro de una importante encrucijada de caminos por los que transitaron San Ignacio, peregrinos, caballeros, ganaderos...
Tranquilidad. Una enorme quietud nos inunda en Santa Engrazia. Su pequeña ermita, situada en lo alto de esta colina de roca caliza, nos sumerge con un imperioso silencio y nos ofrece unas impresionantes vistas del valle de Urola. En frente, Izarraitz se muestra desafiante, pero no puede embargar el encanto de este precioso rincón de Zestoa. El barrio de Aizarna es el núcleo urbano más cercano de esta discreta montaña que está presidida por la ermita del mismo nombre.
Impresiona la sencillez del edificio, que nos despierta gran interés al contemplar la sobriedad de su enorme campana y nos permite imaginar a sus habitantes acudiendo al pequeño templo de montaña al escuchar el tañir de la misma. Esta campana fue fabricada en 1551 por iniciativa del vicario de Urbieta y el fundador de la misma fue Joanes de Lecumberri. Urbieta se refiere al valle de Altzolarats ya que el responsable religioso de la ermita residía en dicho valle. Campana que según destaca un cartel informativo en el interior de la ermita tiene un diámetro máximo de 1.420 mm y una altura de 1.325 mm. Una gran cadena la asegura a la madera que sostiene sus más de quinientos kilos, quizás hasta una tonelada según recogen. La campana tiene un robusto badajo. Tres inscripciones realizadas en tres circunferencias paralelas rezan que el Señor «nos libre de los rayos y las tormentas (Santa Engrazia siempre ha sido lugar propicio a los rayos)» así como algunos datos.
INFORMACIÓN MIDE
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Acceso: Siguiendo la autopista A-8, tomar la salida de acceso a Zestoa direcciónAzpeitia, para aparcar en el centro de la localidad.
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Horario: El paseo desde el centro de Zestoa a Santa Engrazia ronda las 4 horas. Es sencillo, está bien señalizado y no presenta gran desnivel. Recomendable para hacer en familia.
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Distancia: 12,5km.
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Desnivel positivo: 525m.
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Severidad del medio: 2.
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Dificultad orientación: 2.
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Dificultad del terreno: 2.
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Esfuerzo necesario: 3.
Cuesta imaginar cómo lograron trasladar la gran campana hasta la cima de Santa Engrazia ya que el camino de acceso hasta ella en un tramo es transitable por un carro, pero después la estrechez del mismo supondría todo un reto para los fieles zestoarras que quisieron colocarla en el tejado del templo. Cuentan los lugareños una curiosa leyenda que asegura que un fornido carnero del caserío Apategi arrastró la enorme campana hasta la cima, ante los fallidos intentos de las yuntas de bueyes que no podían transitar por la rocosa senda. Hoy en día todavía sigue viva dicha leyenda.
Además de la campana, la ermita de Santa Engrazia cuenta en su interior con un precioso reloj que está custodiado por una urna acristalada que nos permite disfrutar de su bello y perfecto engranaje. Este gran tesoro zestoarra fue colocado en su interior hace ya más de cien años por encargo de los vecinos de la zona por los Ieregi de Zumaia, como indica claramente el propio reloj: 'Yeregui y Cia Constructores Zumaya. Año 1914'. Parece ser que este reloj de Aizarna es de los últimos que montaron. Durante todo este tiempo, el magnífico reloj ha indicado correctamente las horas a los que le rodean. Tiene las peculiaridades de los relojes de la época. Aparecen tres partes principales: la sección motriz o núcleo del mismo reloj; la sección sonora o causante de las campanadas; y la tercera, la causante de las campanadas especiales (matutia, angelus...).
Durante muchos años, Joxemari Azpeitia Odriozola, 'Santangrazizarra' (1896-1986), de la Venta de Santa Engracia, se encargó de vigilar el reloj y recoger los pesos de hierro de él, acudiendo cada dos días a la ermita a entregar la llave para recoger los pesos al reloj. 'Santangrazizar' continuó en el cuidado del reloj hasta hacia 1980, con su nieto a su lado, hasta que bajó a Zestoa a casa de su hija.
En ese momento, cuentan que el reloj se detuvo porque faltaba su fiel compañero para darle cuerda. En los años ochenta, el zestoarra Erramun Etxaide 'Legoia' volvió a poner en marcha el reloj de Santa Engrazia, al que puso un sistema eléctrico de entrega de llave con la ayuda de varias personas. Aquella fue la primera automatización. Joxemari Azpeitia Rementeria fue su sucesor en el cuidado del reloj, siguiendo el camino de su abuelo. Una avería del reloj hizo que Azpeitia Rementeria se pusiera en contacto con Xabier Alvarez Yeregui, nieto de los creadores del mismo, pero lo que parecía un problema eléctrico trajo consigo una profunda restauración.
En 2016 comenzó la labor de varias personas dispuestas a participar en el proyecto de reparación del reloj en auzolan. El objeto viejo y las demás trepetas bajaron a Lasao en tractor. La restauración fue ardua, pero mereció la pena y hoy luce en el interior de la ermita.
A pocos metros se encuentra el mosaico con la figura de Cristo, realizada en el año 1975, que preside el altar del templo de montaña. En la ermita zestoarra se venera a Santa Engracia, aunque junto a ella se encuentran las imágenes de Santiago y San Ignacio de Loyola. En la parte posterior, entrando a mano derecha, se ubica la imagen de San Pablo.
Desde Zestoa por Aizarna
El paseo desde Zestoa hasta Aizarna para acceder a la ermita de Santa Engrazia es muy interesante y recomendable para realizar en familia. La circular ronda los 15 kilómetros. Dato a tener en cuenta según la edad y el hábito de completar recorridos de larga distancia de los más pequeños, pero fácil de realizar.
Santa Engrazia es una cima sencilla. Esta cumbre de 507 metros de altitud del macizo de Hernio se sitúa sobre el valle de Aizarna (232 m.). Desde ella se puede contemplar Izarraitz y bajo la espesa niebla que cubre el valle, se encuentran Azpeitia, o Altzola con su iglesia y los desperdigados caseríos de Aia, sin olvidar sus hermanos de la línea del Hernio.
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La cumbre se encuentra en la que para algunos es el centro de una importante encrucijada de caminos. La vieja ruta de Aizarnazabal, la calzada de Zestoa a Iturriotz, la 'Calzada del Norte', la 'Ruta de la Trashumancia' y la estrata de Lasao, se encontrarán aquí con la calzada que venía de Zarautz y de Urdaneta. Y es que los caminos de Santa Engrazi fueron ruta obligada de viajeros durante cientos de años. Iñigo de Loyola cruzó estos parajes en el siglo XVI, y el mismo Humboldt, en su 'Diario del viaje vasco' (año 1801), cita su marcha por estos lugares en busca de la frontera francesa.
Santa Engrazia preside el bonito valle de Aizarna. Valle que se encuentra en el límite noroccidental de su macizo de Hernio y nos recuerda a un bucólico rincón de centro Europa.
El recorrido que comenzamos en Zestoa, junto a la ermita de San Juan, nos dirige por el barrio de Akoa. Un tranquilo paseo en el que además de la citada ermita nos muestra otro templo a pie de carretera en honor a San Pelayo y el Humilladero del Calvario. Cada uno de ellos situados en un punto destacado dentro del bonito entorno donde pastan ovejas, reses bravas, yeguas...
Siguiendo las señales llegamos al barrio de Aizarna, con su peculiar casco urbano lleno de caseríos y casas restauradas. Desde allí, en cuestión de unos 20 minutos, siguiendo la carretera que une este barrio con el collado Etumeta (488 m.). En esta carretera nos desviamos tomando una senda a la izquierda a la Santa Engrazia benta o Santangrazi (433 m.). Luego, un camino pisado tallado en la roca nos lleva en pocos minutos al magnífico balcón de Costa Urola.
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