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El buzón de Mandoegi en primer plano, tras el que se encuentra un grupo de betizus pastando en una de sus laderas. Belauntzaran

Mandoegi, interesante sorpresa

Discreta cima de la línea del Adarra, situada en la muga de Gipuzkoa y Navarra, cobija grandes tesoros a su alrededor

Sábado, 1 de mayo 2021

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La esperada lluvia caída las últimas horas ha hecho que los brotes de las hayas exploten y llenen de un color ácido, brillante y fosforito nuestros bosques. Es el color de moda según los influencers que entienden de eso. Es evidente que la naturaleza quiere marcar tendencia entre las miles de personas que han buscado en ella un lugar de escape ante la difícil situación de los últimos meses.

Aunque las restricciones no nos permiten acudir a aquellos rincones preferidos, nos han facilitado descubrir otros muchos que están ahí, a un paso de casa. No hay mal que por bien no venga y en esta ocasión la crisis sanitaria nos ha 'animado' a practicar deporte a muchos y a conocer los tesoros naturales que nos rodean. Una buena opción, saludable y enriquecedora cuando menos. Además, nos ha permitido deshacernos del estrés y cargarnos de energía positiva. Leitzalarrea es un escenario perfecto para experimentar esas sensaciones. El canto de los pájaros, el susurro de un riachuelo, el silbido del viento mezclado con el sonido de los cencerros forman parte de la banda sonora de la salida que nos conducirá desde Ixkiar hasta Mandoegi después de visitar la cima de Urepel, desde donde podremos ver nuestro tercer objetivo de esta salida: Altzegi.

Galería.

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Galería. belauntzaran

Mandoegi (1.046 m) es una cima que pasa desapercibida para muchos, pero que se convierte en un hermoso balcón desde el que poder disfrutar de magníficas vistas de los valles del Urumea a un lado y los del río Leitzaran al otro.

Mandoegi está situada en la línea conocida como Adarra/Mandoegi y está rodeada por montes como Ipuliño, Altzegi y Urepel, entre otros, con el último como punto más alto. La línea principal del macizo Adarra/Mandoegi toma su inicio en Hernani, elevando hacia el Sur las cumbres de Oindi (548 m.), Aballarri (642 m.) y el archiconocido Adarra ( 819 m.), como recoge Mendikat. Desde el Oindo (785 m.), cerrando por el N el valle de Leitzaran se dirige hacia el SE por Zaburu (781 m.), Azketa ( 835 m.) y Etzala 813 m.) para enlazar con la muga con Navarra en la extensa loma de Leuneta ( 887 m.). En este punto entroncan dos cordales más, el que asciende desde el N pasando por la cima de Garagartza (674 m.) y el que se incorpora por el NE procedente de Arano, que se sitúa en balconada por encima del valle del Urumea, siendo conocido por el único pueblo de Navarra desde el que se puede ver el mar.

Información

  • Acceso: Para llegar desde Donostia, tomar la A-15. Una vez en Leitza, dirigirse al Plazaola para seguir dirección a Leitzalarrea hasta Ixkibar.

  • Horario: El paseo desde Ixkibar para ascender las tres cimas ronda las cinco horas de manera tranquila. Opción a realizar solo el recorrido de Urepely Mandoegi.

  • Distancia: 13,2 km

  • Desnivel positivo: 821 m

  • Severidad del medio: 3

  • Dificultad orientación: 4

  • Dificultad del terreno: 3

  • Esfuerzo necesario: 4

De Leuneta (887 m.), la divisoria discurre por encima del valle de Goizueta y sigue en dirección S por Baratzazarreta (986 m.), Mandoegi (1.046 m.), Urepel (1.059 m.) para terminar en Altzegi (1.015 m.). Estas tres últimas cumbres son las únicas de todo el macizo que superan los 1.000 metros de altitud. El valle de Leitzalarrea separa y diferencia entonces el macizo del monte Eguzkizko muinoa ( 1.083 m ) que se alza por encima de Leitza.

Otra de las bellezas de este cordal es su parque megalítico con abundantes menhires, dólmenes, túmulos y cromlechs.

Desde Leitzalarrea

Una opción muy interesante es acceder hasta el parque Ixkibar de Leitzalarrea (650 m.) y acceder a Mandoegi. Aparcamos en la zona de Ixkibar y seguimos la pista que a la derecha nos acerca hasta una borda blanca en la que por lo general pastan un buen número de vacas con sus retoños. Seguimos la pista y volvemos a optar por el camino de la derecha, que nos conduce de manera pausada hacia la cima. Podemos disfrutar de magníficas vistas de los bosques de hayas que pueblan los alrededores. Volvemos a encontrarnos otra borda a pie de pista, en este caso de piedra rojiza.

Seguimos la pista hasta llegar a un bosque de hayas que atravesamos y nos encontramos de manera paralela con Altzegi. Poco a poco continuamos con nuestra caminata, que nos acerca hasta la ladera de Urepel (1.056 m.), hasta llegar a su cumbre. Los senderos que yeguas, vacas y ovejas siguen a diario para disfrutar de los pastos de la zona nos acercan hasta el antiguo mojón, y como en la otra opción, nos conducen hasta Mandoegi siguiendo la misma vía.

La niebla cubríala línea del Adarra sobre el valle de Leitzaran. Belauntzaran

Una vez en la cima, vemos ante nuestros ojos decenas de cimas que llenan la hermosa estampa que se nos presenta. En el horizonte, los días de buen tiempo es difícil terminar la lista de nombres de las cimas que se pueden contemplar en la lejanía: Aiako Harria, Pirineos (los días de buen tiempo se puede ver la Mesa de los Tres Reyes), Malloak, Aizkorri, Anboto, Udalaitz, Izarraitz, Hernio... A nuestros pies, un buen número de cabezas de ganado bovino, de los caseríos de Goizueta y Arano, disfrutan de los ricos pastos. El regreso lo realizaremos por donde hemos venido para ascender después a Altzegi (1.016 m.) siguiendo la alambrada. Una vez allí, descenderemos hasta el parking de Ixkibar entre hayas trasmochas centenarias.

Enormes abetos blancos

Muy cerca del parque de Ixkibar y debidamente señalizado se encuentra un interesante bosque de abetos blancos de Izaieta. Especie introducida en torno a 1832 por los leitzarras, que según reza el panel que los ubica, debían plantar diez nuevos árboles por cada uno que se derribaba. Al parecer, según los datos recogidos en los libros del ayuntamiento de Leitza, anteriormente, en 1763 y 1830 se realizaron varios intentos para plantar árboles de esta especie en la zona de Ordeda. Estos dos primeros intentos fallidos no desanimaron a los leitzarras que repitieron en 1832 y entonces sí, lograron ver crecer varios ejemplares que ocupaban 2,5 hectáreas en Leitzalarrea.

Por otro lado, una leyenda popular que circula entre los mayores de Leitza relata que antes de que fueran plantados estos abetos, que ya rondan los 200 años de antigüedad, un vecino de Leitza vio un gran abeto en la zona de Roncal y quiso traer uno a Leitza. Al año siguiente, este leitzarra regresó a pie a los bosques roncaleses en busca de más ejemplares con su burro que tiraba de un carro. Sobre él trajo otros nuevos ejemplares que, al parecer, cuentan plantó en los montes de Leitza.

Imagen -

Leyendas e historias que rondan a los monumentales abetos de Leitzalarrea, que destacan por la rectitud de sus troncos, más que por la altura de los mismos, ya que en el bosque de Irati se pueden encontrar ejemplares mayores. Algunos de estos árboles están a un metro escaso de distancia uno del otro, y han llegado a alcanzar hasta cuatro metros de circunferencia y más de cuarenta de altura. De los 55 ejemplares que existían en Leitzalarrea en 1996, cayeron dos de los grandes abetos. El aire derribó el mayor o más alto del bosque y otro ejemplar. El interior de uno de ellos estaba podrido, pero el largo tronco del otro fue utilizado para realizar los bancos del karrape del ayuntamiento.

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