Irimo, silencioso guardián del Urola

Una ligera pero fresca brisa anuncia la presencia de nieve en la sierra de Aizkorri. Desde la cruz de Irimo, mientras Hodei lo permite, disfrutamos de las magníficas vistas que nos presenta de la sierra, de Zumarraga a sus pies, de las tierras que le rodean en el valle de Urola, mientras un rayo de sol intenta abrirse paso en una mañana de marzo gris, tristona, que nos recuerda que aún el invierno puede sorprendernos cubriendo con un manto blanco lo que nos rodea, mientras los pájaros van cogiendo fuerza y su canto se escucha con mayor intensidad en nuestro camino.

Irimo (901 m.) es una preciosa cima que se sitúa en la zona más oriental del cordal Kortazar-Irimo que une los montes Muneta o Kortazar (749 m.) con el protagonista de hoy. Este largo cordal se halla separado de los montes de Satui por la carretera que une los núcleos de Antzuola (271 m.) y Zumarraga (360 m.), la cual culmina en el puerto de Deskarga (492 m.). El cordal Kortazar-Irimo, entre las cuencas de los ríos Deba y Urola, tiene su inicio en Maltzaga (97 m.) y termina en Urretxu (349 m.), trazando una sinuosa línea montañosa en dirección NW-SE durante casi una veintena de kilómetros. La parte más occidental recibe el nombre de Irukurutzeta por ser esta su cumbre (899 m.) más reconocida. El sector oriental tiene su inicio más allá del puerto de Elosua (686 m.) y discurre por alturas menores hasta que vuelve a recuperar la altitud en el Irimo (901 m.). Cerca de la cumbre (896 m.), pero no en la misma, se halla la gran cruz de Irimo (853 m ), ligeramente descolgada hacia el valle. Se edificó en 1955.

La Cruz de Irimo no corona la montaña sino que se encuentra en una zona que la hace visible desde Urretxu y Zumarraga. Fue construida en 1955. En su parte inferior, rodeando la base sobre la que sustenta la cruz, hay un refugio que alberga una hornacina con la Virgen de Lourdes, según una placa «patrona de los montañeros».

De camino a Irimo aparcamos en el parking ante la ermita de Santa Bárbara. El bonito edificio de piedra vista está adosado al ábside que tiene la casa señorial, hoy convertida en restaurante. Destaca por su aspecto rústico, pero esta joya arquitectónica guipuzcoana, tras la última reforma, conserva el retablo central tallado en medio relieve. Entre las figuras que componen el Altar se encuentra una escena de la flagelación de Santa Bárbara, la santa que da nombre a la ermita. Se trata de una imagen de la Santa del XVIII que ocupa el centro del retablo. Todo ello es obra de Mendiaraz (1580).

El interior es de piedra vista y tras la última reforma se ha conservado el retablo central tallado en medio relieve. En la prédela inferior podemos observar escenas de la Adoración del Huerto, La Verónica ante Jesucristo y el Prendimiento de Jesús con un San Pedro dispuesto para cortar la oreja de un romano. En la parte superior dos tallas de Jesús entre la Virgen y San Juan y rematando todo el conjunto un frontón triangular. Dispone de coro y púlpito de hierro forjado.

Las Juntas Generales de Gipuzkoa ordenaron en 1552 a los mandatarios de Villarreal de Urretxu que hicieran camino hasta dicha ermita y que adquirió consideración de Camino Real. Entre los años 1982/83 el Ayuntamiento de Urretxu realizó una profunda restauración.

Siguiendo el camino que nos conduce desde el parking hasta la cima podemos contemplar un enorme caserón que destaca en la villa de Urretxu. Se trata del Palacio de Ipeñarrieta. La gran joya situada a los pies del monte Irimo fue construida hace 400 años por los herederos de la saga Ipeñarrieta. La casa de Ipeñarrieta la fundó Juan de Ipeñarrieta y el primer familiar que trabajó en la corte fue Cristóbal (1556-1612). Descendientes de esta familia ostentaron cargos importantes en la corte española. En concreto, Cristóbal fue secretario privado de Felipe III y miembro del consejo de Hacienda. De él desciende el título de conde de Mora. Cuentan que en torno al año 1605 ordenó construir el palacio que lleva su apellido. Un hermano de Cristóbal fue abad de Santillana, otro, asesor de Felipe III y un tercero, secretario privado de Felipe IV. Su hijo fue caballerizo mayor de Felipe IV y una de sus hijas fue retratada por el propio Velázquez.

Merece la pena acercarse hasta el enorme edificio que cuenta en su fachada principal con unos enormes escudos que llaman la atención de mármol blanco de Carrara y muestran las armas de los Ipeñarrieta y una leyenda esculpida: «Soli Deo Honor et Gloria» (A Dios sólo honor y gloria).  

La ascensión clásica a este monte se inicia desde la iglesia de Pagoeta. Edificio que destaca por su estilo neogótico cuya fachada principal, excepto la torre, es de mampostería labrada. Seguimos nuestro ascenso por la carretera GI-3771 con la cruz de Irimo de frente, hasta llegar a la ermita de Santa Bárbara (555m). Ermita sencilla pero hermosa, en cuyo interior se ha conservado el retablo central tallado en medio relieve. Entre las escenas que recoge se encuentra la de la flagelación de Santa Bárbara. Una imagen de la Santa del XVIII ocupa el centro del retablo, obra del escultor urretxuarra Domingo de Mendiaraz. En el exterior se ubica anexa una zona de esparcimiento.

Desde aquí se inicia un marcado camino que no conduce a la cima de esta emblemática elevación. Detrás de la ermita empezamos a subir por un camino empedrado que nos coloca en la fuente de Lizar-iturria, junto a una borda. Más arriba se cruza otra zona de esparcimiento y en poco más se llega a la Cruz (853m), que no a la cima.

Regresando por el camino de acceso hasta la cruz de Irimo proseguimos el camino que nos conduce al resto de las puntas de Irimo. Hay que destacar que este cordal, también conocido por el de las '7 puntas', ofrece un hermoso e interesante recorrido. Los nombres de las siete puntas son Meaka, Trintxuleku, Arrizuri, Losakate, Buzoi, Arbeleta e Irimo. A partir de la sexta punta se entra en los límites de Antzuola. Si se opta por acercarse a Meaka, preciosa campa y final del recorrido de las siete puntas, la vuelta se puede realizar por el camino de abajo que va hacia Deskarga y luego aparecer en el caserío Agerre.

A lo largo del camino que une las siete puntas se disfrutan de unas vistas espectaculares, pudiendo incluso divisar el mar. Desde Irimo se puede disfrutar de una magnífica vista de Larrunarri o Txindoki así como del macizo de Aizkorri. Siguiendo la dirección a Arbeleta, con los macizos de Anboto y Gorbea en la lejanía, se divisa a la izquierda la sierra de Satui con sus cumbres Landarraitz y Arrolamendi. A la derecha, Izaspi y Samiño como prolongación del macizo de Izarraitz. Allí, Erlo se muestra a la espera de una visita. No muy lejos se puede imaginar la presencia de Hernio y al otro lado continuando la línea de monte, Lastur con el mar al fondo.