Artikutza, entre millones de árboles
El enorme paraje navarro alberga un extenso bosque en el que abundan los robles, pinos, tejos, hayas, e impera la tranquilidad
Acebos, hayas, robles americanos, tejos, pinos, entre los que predominan los silvestres, son solo algunas de las especies que conforman el mar de bosque que nos encontramos en Artikutza. Paraje situado en Goizueta con un perímetro de unos 30 kilómetros cuyas tierras lindan con Oiartzun, Lesaka, Arantza Zubieta y Beintza-Labaien. El enorme entorno natural navarro, en el que se encuentra la finca del mismo nombre del Ayuntamiento de Donostia, cuenta con un bosque de alrededor de seis millones de árboles. Ahí es nada. Un hermoso pulmón en la muga de Navarra y Gipuzkoa que además es el lugar más lluvioso y uno de los más antiguos de Euskal Herria.
En esos frondosos y extensos bosques sus pobladores viven a sus anchas. Corzos, gatos monteses, pájaros carpinteros, jabalíes, murciélagos, martas, ardillas, ranas bermeja, mirlos acuáticos o el Desmán de los Pirineos disfrutan de la tranquilidad y la pureza de sus aguas. Este pequeño mamífero es una especie de la familia de los topos que en la finca estudian y cuidan con mimo. Otra especie peculiar porque no abunda pero se puede encontrar es el mirlo acuático. Esquivos unos y otros se esconden entre los árboles de los limpios ríos que recorren todo el paraje.
Ruinas que forman parte de los viejos trazados de ferrocarriles mineros, minas, ferrerías y molinos salpican aquí y allá entre los bosques de la finca. Se localizan fácilmente siguiendo los recorridos señalizados y propuestos para conocer la actividad laboral que se llevaba a cabo en ella. Entre ellos se encuentran los restos de la antigua vía del tren de Artikutza que se construyó 1898. El ferrocarril minero y forestal de Artikutza recorría unos 30 kilómetros, el de mayor longitud de España en su categoría, y su vida se prolongó hasta 1917. A finales del siglo XIX se abrió el primer tramo de ese ferrocarril en la vertiente guipuzcoana de Bianditz. Transcurría desde las minas de hierro de Zorrola, situadas en el barrio oiartzuarra de Karrika, y transportaba el material extraído hasta la estación de Errenteria, donde enlazaba con el Ferrocarril del Norte.
Cuentan que los cestos de carbón vegetal y de hierro extraídos en las minas de Elama llegaban a Karrika volando. La razón es muy sencilla. Las características del terreno hicieron que la Compañía Forestal de Artikutza transportara su producción por medio de un sistema de cables aéreos. Sistema que desapareció cuando se amplió la línea de tren hasta Artikutza con una obra que obligó a trazar tres planos inclinados para salvar los desniveles. Los trabajadores enganchaban los vagones a una cadena y con la ayuda de vagones cargados de agua que bajan a toda velocidad lograban subir por la otra vía los cargados de mineral.
Diferentes iternarios
Este hermoso paraje natural situado en Navarra se encuentra en tierras de Goizueta, una extensa red de senderos nos acercan a antiguos restos funerarios, mojones, huellas de hornos mineros, miradores naturales...
En esta ocasión acudimos a la finca donostiarra con el propósito de realizar una de las rutas perfectamente señalizadas, partiendo desde el parking de la casa del guarda. A su alrededor, entre las principales cimas que le rodean se encuentran, Bianditz (841 m.) Izu (829 m.), Arainburu (1.054 m.), Loitzate (1.046 m), Altueta (654m.) y Eskas.
Cabe recordar que el acceso a la finca es restringido. Ello obedece a que Artikutza es, desde 2004, un espacio natural protegido a nivel europeo. El respeto del entorno es indiscutible y destaca la limpieza del camino, en el que no encontramos restos del paso de humanos.
En el interior de la finca hay cuatro recorridos balizados para completar. Se trata de senderos de montaña de dificultad baja-media de entre 6 y 17 kilómetros. Uno de ellos es Eskas-barrio de Artikutza. Las restantes son 'Por los límites de Artikutza', 'La vuelta al embalse' y 'Camino de las ferrerías'.
Información MIDE:
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Horario: El paseo desde la casa del guarda de Eskas hasta Artikutza es muy recomendable para hacer en familia. La circular ronda las 4 horas a un paso tranquilo
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Distancia: 12,19km
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Desnivel positivo: 832 m
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Severidad del medio: 2
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Dificultad de orientación: 3
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Dificulta del terreno: 2
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Esfuerzo necesario: 2
Partimos desde la casa del Guarda Eskas (654 m) con el propósito de realizar la ruta hasta el barrio de Artikutza (PR-NA 124). Comenzamos la ruta en la casa del guarda. Cruzamos la valla que impide el paso a los vehículos y bajamos por la carretera hacia Artikutza (635 m). Tras caminar unos 400 metros por asfalto nos desviamos a la izquierda. Un poste indicativo señala hacia Artikutza por un sendero que se adentra en el bosque. La ruta está balizada con pinturas amarillas y blancas.
Caminamos por un espectacular sendero entre hayas con sus troncos cubiertos por gruesas capas de musgo. Esto se debe al alto grado de humedad de la zona, ya que es uno de los territorios más lluviosos de la Península.
Pasamos un pequeño puente de madera y rústico que cruza el regato (525 m). Unos minutos más tarde atravesamos otro que nos muestra las limpias aguas de los ríos que estos días discurren con mucha fuerza. Llegamos a una bifurcación (460 m) ya que el sendero se divide en dos. La opción de la derecha nos conduce hasta un mirador sobre la preciosa cascada de Erroiarri, aunque seguimos por la izquierda tras acercarnos con mucho cuidado hasta el mismo y disfrutar de las vistas.
En cuestión de una hora, más o menos, llegamos a una verja y un cruce (365 m). La atravesamos y en el cruce seguimos el camino de la izquierda que desciende junto a los árboles para ir a la presa.
01.15 h. Embalse de Artikutza (345 m). Este embalse se construyó para abastecer de agua a Donostia. Hoy en día se utiliza sólo como reserva.
Regresamos hasta el cruce que hay junto a la verja. Continuamos por el camino carretil girando a nuestra izquierda (W), sin atravesar la valla. Descendemos hasta el pueblo.
Una vez en el barrio de Artikutza (320 m) nos acercamos hasta el puente, cerca del frontón. Después de ver la ermita de San Agustín continuamos por la carretera que asciende junto al caserío Ostatu Zahar. A unos 100 m de la casa dejamos el asfalto para coger un sendero que sube a la derecha (325 m). Seguimos la indicación hacia Eskas. La pendiente es exigente en algunos tramos y poco a poco avanzamos hasta llegar a un cruce a la derecha (530 m). Cogemos este desvío a la derecha (E), en el que nos encontramos un poste indicativo también señalizado hacia Eskas. Seguimos las pinturas amarillas.
Ahora el sendero llanea. Caminamos por el Camino del antiguo Ferrocarril, trazado de un remoto tren minero, del que apenas quedan vestigios. A la derecha del sendero podemos ver dos grandes y redondeadas piedras de molino. Varios balcones naturales a la derecha del camino nos deleitan con sus espectaculares vistas. Avanzamos y salimos a la carretera, unos metros más atrás del desvío que tomamos a la ida. Seguimos hacia la derecha por asfalto (NE) hasta llegar a la casa del Guarda en Eskas. Precioso paseo y baño de bosque otoñal.
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