Arno, magníficas vistas al Cantábrico
Discreta cumbre desde la que se contempla la fuerza del mar que a lo largo de millones de años ha esculpido nuestra costa, dejando al descubierto grandes tesoros fósiles
Un ligero olor a salitre se percibe desde la cumbre de Arno (618 m.). Desde su punto más alto o desde el pequeño balcón que preside su cruz, se puede observar la fuerza del Cantábrico. Ese mar que ha pulido las paredes de la costa guipuzcoana como si de una obra de arte se tratara y ha dejado a la vista los tesoros que durante miles de años han permanecido ocultos. Entre ellos se encuentran los nautilus, esos impresionantes restos fósiles de la época de los dinosaurios y los amonites, recogidos por Jesús Narváez durante las últimas décadas y se pueden observar en el centro de interpretación mutrikuarra.
Hasta la hermosa localidad costera nos desplazamos con el propósito de realizar una nueva ruta, pero el intenso azul que luce el mar Cantábrico nos embarga, mientras descubrimos en los paneles informativos su importancia. El flysch negro de Mutriku forma parte del Geoparque guipuzcoano, declarado como geoparque mundial de la UNESCO en 2015. La línea costera Deba y Zumaia completa el geoparque de la Costa Vasca.
Entre ese inmenso mar Cantábrico y la línea de Arno se encuentra la ermita del Calvario. Ubicado en un mirador excelente podemos ver las olas golpeando la costa. Costa desde la que han partido numerosos pesqueros y otras embarcaciones entre cuyas tripulaciones se encontraban valientes marineros y mutrikuarras que lograron destacadas gestas, en ocasiones no brillantes, que les dieron fama internacional. Entre esos lugareños se encuentran Cosme Damian Churruca, Antonio de Gaztañeta y Evaristo Churruca.
El primero fue un renombrado científico y brigadier de la Armada Real, que en 1776, con solo 15 años, ingresó en la Academia de Cádiz como guardiamarina. Su dilatada carrera hizo que en 1805, tras el estallido del conflicto entre España e Inglaterra, Churruca estuviera al mando de la embarcación San Juan Nepomuceno, en la batalla de Trafalgar en la que perdió su vida.
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Por su parte, Antonio de Gaztañeta nació en Mutriku en 1656. Fue marino, militar e ingeniero, precursor en el campo de la construcción naval. A los 16 años se embarcó en el navío Aviso con destino a Veracruz. Fue la primera de las muchas ocasiones en las que cruzó el Océano Atlántico. En 1718 participó, jugando un papel muy destacado, en el fracasado intento de tomar Sicilia bajo las órdenes de Felipe V. Los últimos años de su vida los pasó al mando de la Flota de Indias, al frente de la cual obtuvo un resonado éxito.
Otro Churruca, en este caso Evaristo Churruca llegó a ser un ingeniero de renombre internacional, responsable de la construcción del puerto exterior de Bilbao y de las obras de adecuación de la ría. Asimismo, el ingeniero vasco estuvo detrás de algunas de las grandes infraestructuras construidas en Sudamérica y Europa en aquel tiempo. Debido a su exitosa trayectoria el Rey Alfonso XIII le concedió el título de 'Conde de Motrico' en 1908.
Arno desde Galbaixo
Mutriku, esa cuna de bravos marineros y gentes muy vinculadas a la mar, cuenta en la línea de monte que le respalda, con la destacada cumbre, Arno. A 2,5 kilómetros del centro debemos acceder al barrio de Ibiri. Ante él se encuentra la mencionada ermita del Galbaixo. Antes se encuentra una pequeña zona de parking junto al restaurante.
Tras cruzar la carretera, nos ponemos en marcha para dirigirnos a Arno (618 m.). Por una carretera asfaltada comenzamos la caminata entre un frontón en venta varios caseríos. Seguimos las marcas amarillas que dirigen a los peregrinos del camino de Santiago a su objetivo. De hecho, nos encontramos con algunos caminantes extranjeros que tras pernoctar en el albergue mutrikuarra de este barrio, se dirigen cargados con sus mochilas hacia tierras gallegas.
Información MIDE
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Horario: El paseo desde el barrio Ibiri de Mutriku, frente al parking de Galbaixo, ronda las 2 horas. En total, 3 horas en una caminata tranquila. Recomendable para los niños
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Distancia: 9 km
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Desnivel positivo: 549 m
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Severidad del medio: 3
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Dificultad de orientación: 3
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Dificultad del terreno: 2
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Esfuerzo necesario: 3
La buena señalización de la ruta nos conduce por un sendero pedregoso entre pinares, hayas y encinares cantábricos. De hecho, el valor de los árboles de esta especie hizo que la zona fuera declarada de especial conservación en 2013. Las encinas son propias de un clima más mediterráneo. En Gipuzkoa se han conservado en laderas calizas de mucha pendiente con muy poco suelo y baja disponibilidad de agua
Mientras disfrutamos del precioso entorno, en el que solo escuchamos el canto de los pájaros, continuamos la ruta hasta que llegamos a un cruce en el que nos encontramos un poste que nos indica que deberemos seguir 1,5 kilómetros en constante ascenso, pero sin demasiada dificultad.
Poco a poco, a la sombra de impresionantes hayas llegamos hasta un poste en el que nos indica la dirección hacia Arno y a escasos metros se encuentra el refugio construido por Morkaiko ME, en el que con pintura roja indica el camino a Arno. Optamos por seguir este sendero marcado por marcas rojas. Desde allí la cima de la cumbre de esta ruta se encuentra a 300 metros según se indica junto al refugio. De manera sencilla y tranquila llegamos hasta un relleno en el que se encuentra el camino que nosotros hemos descartado y el sendero que hemos seguido. Solo debemos seguir adelante. En el suelo, aparece una desgastada marca roja, como las que hemos seguido hasta allí. Solo debemos seguir el estrecho sendero para llegar a la cruz y el buzón de Arno. Desde allí podemos ver perfectamente Mutriku y el mar. Metros más adelante se encuentra la cima de Arno (618 m.).
El regreso lo realizamos por el mismo sendero hasta llegar al punto de partida, aprovechando que el restaurante está abierto para reponer fuerzas. Ante nuestra sorpresa descubrimos un restaurante con cocina italiana en el alto del Calvario de Mutriku.
Nautilus, visita recomendable
Mutriku destaca entre las localidades guipuzcoanas por albergar en sus calles hermosas casas con enormes escudos, por su surfera ola, por el valle de Olatz (la pequeña Suiza)... También por los tesoros que sus acantilados han guardado durante millones de años que muestra su centro de interpretación geológica.
El Nautilus, centro de interpretación mutrikuarra, recoge una importante colección de fósiles de amonites y heteromorfos de cerca de 110 millones de años. La mayoría de ellos son parte de la colección privada del matrimonio formado por Jesús M. Narvaez Amasorrain y Esperanza Azkarraga. «Esta pareja lleva 40 años recopilando fósiles y acumula una de las colecciones paleontológicas más importantes del mundo. Gracias a un acuerdo con el Ayuntamiento de Mutriku, el centro de estudio Geológico Nautilus ofrece al visitante la posibilidad de conocer parte de esa colección», explican en el centro. Destacar que algunos de los fósiles que exponen en Nautilus son de los más grandes que hay en toda Europa.
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