Crematorio al aire libre
Me sigue impresionando visitar Pashupatinath, en Katmandú, y ver las decenas de incineraciones. Hoy, día de culto en los cementerios, hablamos de este templo hinduista que data del año 1400
Hoy, día de todos los Santos, es el de mayor afluencia en nuestros cementerios para honrar y recordar a los seres queridos. Pero nos vamos ... a ir más lejos para hablar, no de cementerios, sino de un crematorio muy especial.
Una de las visitas obligadas si se encuentra en la capital de Nepal es el templo hinduista de Pashupatinath, el más antiguo de la ciudad que, formando parte de la denominación Valle de Katmandú, es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1979.
Siempre que voy a Katmandú procuro acercarme a la orilla del río Bagmati para entrar en el coloquialmente llamado templo de Pasupati, un crematorio al aire libre que se puede visitar, eso sí, siempre como regla número uno, con el máximo respeto. Se dice que el templo hinduista de Pashupatinath data del año 1400. Previo pago de una entrada que sirve para la conservación del centro se puede acceder a él y ver las incineraciones, estando exclusivamente para los hindús el acceso al templo central, una Pagoda donde se alberga el sagrado Shivalingam (falo de Shiva), siendo visitado por cientos de peregrinos.
Ya desde las inmediaciones de Pasupati empiezas a sentir ese cierto olor a quemado y dentro del recinto empiezas a ver el porqué. El respeto es máximo. Y viendo las incineraciones empiezas a sentir… No conoces a esas personas, pero te llega dentro porque de alguna manera sientes su muerte.
Al cruzar uno de los pequeños puentes que te llevan a la otra orilla, hacia los pequeños templetes ves la otra parte, donde los cadáveres de hombres y mujeres son lavados con el agua del río Bagmati, un agua tremendamente sucia, pero que sin duda y por creencia purifican a sus seres queridos que acaban de dejar esta vida para pasar a otra mejor…
Una vez lavada y purificada esa persona envuelta en una tela blanca o naranja la depositan en una especia de camilla de bambú para trasladarla sus allegados a hombros hacia la parte de las incineraciones con toda la comitiva detrás. Allí, en la primera plataforma que esté libre, los familiares preparan la hoguera haciendo una base de troncos de leña y después hacen una cama con paja para que arda bien. Depositan el cuerpo encima de la hoguera preparada, y antes de darle fuego, los hombres, seguramente porque las mujeres estarán llorando desconsoladas en unos apartados cubiertos, a modo de habitación, cerca de donde quemarán a su ser querido, le dan vueltas en la plataforma en fila con la mano derecha agarrando el hombro del que tienen delante, abriendo esa pequeña comitiva un hombre vestido con una sábana blanca que es quien va encendiendo el fuego por diferentes partes según va dando la vuelta al cadáver. Todo muy ceremonioso, muy respetuoso y muy duro a la vez. Por su forma de actuar debía ser el pariente principal de la fallecida, el marido o el hijo. Se desmoronaba cada vez que daba una vuelta, agarrándole los otros hombres para que no cayera al suelo…
El cadáver arde cada vez con más fuerza, el olor de cuerpo quemado se percibe, las llamas llegan a impresionar. Pues eso, muy duro…
Pashupatinath, ni más ni menos, además, por supuesto, de ser un lugar de culto donde miles de personas pasan a presentar sus respetos, es un crematorio al aire libre.
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