Los restos de la última nevada se dejan ver por el macizo de Hernio. Una fría brisa anuncia la fuerza del invierno, mientras observamos un revuelto mar Cantábrico que nos demuestra su poder desde el balcón de Herniozabal (1.011 m.). Nos gusta acercarnos hasta esta sencilla cima que para muchos pasa desapercibida, pero que cuenta con espectaculares vistas, una energía especial, rincones muy bonitos y tesoros como 'Lizarbakar' que nos impresionan por su belleza.
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El fresno solitario parece levantarse como guardián de todo Tolosaldea y su entorno. Destaca por su gran porte. De hecho, dicen que el fresno, 'lizar', es uno de los árboles más apreciados por los vascos porque según las creencias ancestrales tenía poderes de protección. Durante generaciones, sus ramas se colocaban en las entradas de las casas y todavía hoy en día, Tolosa, durante sus fiestas de San Juan, mantiene esa tradición. «El fresno no hay que bendecirlo, pues ya es bendito de por sí» recogía el investigador y académico de Euskaltzaindia Manuel de Lekuona.
Para llegar hasta Lizarbakar, en esta ocasión optamos por realizar nuestra ruta desde Hernialde. La pequeña localidad de Tolosaldea nos ofrece un interesante paseo hasta nuestro objetivo, mientras leemos sobre ella que se unió a Tolosa en 1374. Al parecer el porqué de esta unión tenía como base principal la económica y como en tantas otras, al cabo del tiempo se convirtió en fuente de discordia.
En 1435, Hernialde estuvo litigando con otras localidades ligadas a la villa papelera por los gastos en común sin conseguir sus objetivos. Hernialde tuvo que esperar hasta 1802 para hacerse con el título de villa, junto con los derechos que le corresponden. La nueva villa se incorporó a la suma política de Ainsu-Berrelu. Para facilitar el envío y mantenimiento de un representante en las Asambleas Provinciales. Litigios comunes que forman parte de la historia de esta localidad que guarda en sus pasajes históricos algunos episodios de la vida y obra del conocido y mítico 'cura Santa Cruz', que entre sus numerosas correrías fue condenado a muerte aunque posteriormente fue indultado. No fue la única vez que el cura elduaindarra logró escapar de la muerte. Fernando Primo de Rivera, primer marqués de Estella, le tuvo prisionero y sentenciado a muerte, de la cual se libró gracias a su ingenio para sortear los peligros graves y «a sus buenas piernas», según textualmente decía.
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Este célebre sacerdote-guerrillero guipuzcoano nació en Elduain el 23 de marzo de 1842 y tras quedar huérfano siendo un niño, ingresó en el Seminario de Vitoria, donde se ordena sacerdote. Años después, Santa Cruz conspiró abiertamente contra la Monarquía liberal de Isabel II, defendiendo un discurso favorable al partido carlista, portaestandarte de la agitación ultramontana. Dicen de él que era «impetuoso, fanático y de un valor rayano en la temeridad, llegó a ser famoso en toda España, tanto por sus hazañas como por sus crueldades».
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Información MIDE
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Acceso: Para llegar a Hernialde debemos seguir la N-1 y desde la carretera Anoeta-Tolosa tomar el cruce
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Horario: El paseo desdeHernialde hasta la cima ronda las dos horas y media. La circular unas 4 horas y media. Recomendable para realizar en familia
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Distancia: 10,5km
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Desnivel positivo: 697 m
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Severidad del medio: 4
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Dificultad orientación: 2
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Dificultad del terreno: 3
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Esfuerzo necesario: 3
En 1866 fue destinado interinamente a la parroquia de Hernialde. El conocido cura se instaló en el caserío Olatzaga de Hernialde que consideraba era su refugio. Un caserío Olatzaga peculiar que forma parte del Patrimonio de Gipuzkoa. Tras huir de Hernialde a Iparralde en julio de 1873, volvería en diciembre pero por poco tiempo. Después se exilió en Lille y Londres, desde donde el cura Santa Cruz viajó a América Latina y realizó una labor misionera como miembro de la Compañía de Jesús hasta que muere en Pasto (Colombia), en agosto de 1926. Su vida y correrías no pasaron desapercibidas para el escritor Pío Baroja, que escribe varias anécdotas de la partida del Cura Santa Cruz en la novela 'Zalacain el Aventurero'.
Mirador al Cantábrico
Hernialde y sus vecinos contaron con la presencia del histórico sacerdote que seguro disfrutaría de la belleza natural de esta localidad. Herniozabal es uno de esos rincones que merece la pena visitar en una salida sencilla. Este pico del macizo de Hernio también es conocido como Atameagako gaina, aunque en su buzón se lee Herniozabal (1.017 m.) El macizo de Hernio se encuentra entre los cursos bajos de los ríos Urola, al Oeste, y Oria, al Este, y, por tanto, a escasa distancia de la costa. Por el norte abarca el macizo de Andatza (563 m.), el monte Pagoeta (714 m.) y sus cordales, y las cumbres que dominan el valle de Aizarna. Por el sur, el mismo cordal principal y sus estribaciones hasta el pico Urraki (821 m.) quedan dentro de sus dominios.
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Herniozabal se sitúa en la cresta oriental del macizo que geológicamente está formado por una zona de mármoles y, dentro del mismo, se encuentra el anticlinorio Arno-Tolosa donde se eleva la alineación de macizos Arno-Izarraitz-Hernio, que comparten características comunes. Destaca el contraste que presenta su estructura, en este caso compleja por los cordales divisorios en los que se encuentran barrancos profundos con pendientes importantes. Las altitudes de sus cimas desde el nivel del mar hasta su joya, el Hernio, es muy variable. Seis de sus montes, Hernio (1.078 m.), Aizpel (1.068 m.), Portumatza (1.049 m.), Ubeltz (1.016), Herniozabal (1.011) y Gazume (1.002 m.), superan los mil metros.
Ascenso a Herniozabal
Esta semana hemos querido acercarnos a Herniozabal. Salimos desde la plaza de Hernialde, por detrás de la iglesia, tomamos a la derecha y bajamos a la carretera. Cruzamos la carretera y pasamos por los caseríos Igor-txiki, Urrukane y Urrutikoetxea. De ahí nos dirigiremos a Iriarte y Sagasti y, ahí tomaremos el camino carretero que conduce a la fuente de Aizkota que según los lugareños, se nutre del agua de un lago subterráneo. Muy cerca, entre los caseríos Muñoandieta y Agerre, se encuentra la cueva de Aizkoate o Aizkoateko Haitzuloa. Se trata de una cueva de 150 metros de longitud, con una amplia entrada, que se abre en dos galerías y al parecer fue descubierta por H. Breulie en 1917. En su interior se ubica el lago. Siguiendo nuestro camino nos encontramos en un cruce, en el que giraremos a la derecha hacia Bidaurre. En los siguientes cruces giramos a la izquierda y nos adentramos en el bosque de Haginate. Las marcas blancas y amarillas nos guiarán por todo nuestro trayecto. Poco a poco continuamos el ascenso con el propósito de llegar hasta Lizarbakar. Este espectacular fresno, situado bajo Herniozabal. El camino en pendiente, por el barro y la nieve, se convierte en algunos momentos exigente, pero las vistas compensan nuestro esfuerzo. Llegamos a la borda y aprovechamos para sacar algunas fotos. Después toca subir la cuesta que nos conducirá hasta Herniozabal. Una vez en la cima, solo toca disfrutar de las vistas al Cantábrico.
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El regreso, en esta ocasión, lo realizamos por el mismo camino, que nos conduce a nuestro punto de partida, la plaza de Hernialde, donde degustamos un buen pintxo.
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