Presidente del Fortuna

Enrique Cifuentes: «Queremos que la gente disfrute mucho de la montaña»

– ¿De quién fue la ida de organizar travesías de montaña?

– El primer comité organizador estuvo presidido por Luis Peña Basurto, autor del libro 'Montañas guipuzcoanas'. En aquella época, en 1941, había dos marchas reguladas. Una la organizaba el Club Alpino Peñalara de Madrid y la otra el Alpino Club de Bilbao, que ya no existe. Se basaban en marcar el ritmo. Al que más se acercaba al tiempo fijado por la organización se le daba una pequeña copa. Pero en los años 70 desaparecieron y pasaron a ser ya marchas reguladas. La más antigua de España es ahora la nuestra.

– Desde 1941 sólo se ha dejado de organizar en 2020 y 2021....

– Pensamos que algo gordo, como una guerra, podía parar la carrera, pero nunca una pandemia. A nadie se le pasaba por la cabeza que un virus pudiese cortar una trayectoria de 79 años, pero desgraciadamente así fue.

– ¿Por qué ésta es diferente a otras travesías?

– La gran diferencia es que el recorrido siempre es distinto. En las ochenta ediciones anteriores las salidas y las llegadas son siempre diferentes. De ahí que la dificultad aumente desde el punto de vista organizativo. Hay que buscar accesos de control, montar autobuses, hablar con los respectivos ayuntamientos... Cada año hay que negociar de nuevo, no vale de nada lo anterior.

– Aquí no hay premios...

– No, es una marcha popular. Lo que sí hay son muchos corredores asiduos. A cada uno que llega a meta se le da una camiseta conmemorativa y un diploma. No hay competición.

– ¿Qué tiene que atrae tanto?

– Algo tendrá. En cuanto a participación está por debajo de otras. Ésta es más sacrificada. Nos movemos en torno a 300 personas. Sería complicadísimo organizarla con más de 500, por el tema de la infraestructuras. Hasta 1984 todas se celebraban en Gipuzkoa, pero luego decidimos abrir el abanico. Ha habido marchas en La Rioja, Iparralde, Burgos, Zaragoza... Nuestro objetivo es divulgar montañas diferentes, conocer lugares y recorridos distintos.

– El que prueba, repite.

– Es así. La variedad de recorridos te permite conocer parajes nuevos, espectaculares, de la geografía guipuzcoana. Es próximo y accesible. Se pasa por bosques y hayedos preciosos.

– ¿Con qué obstáculos se han encontrado en todos estos años?

– Ha habido de todo. En 1991, el párroco de Arizkun nos echó del atrio de la iglesia donde teníamos montado el control de llegada porque tenía un funeral. Y en 2010, en Santacara, los corredores tuvieron que sortear a un grupo de vacas bravas. Menos mal que apareció el capataz, pero los primeros se llevaron un susto tremendo. Las madres estaban muy nerviosas y algunas embestían, querían proteger a sus crías.

– ¿Qué les transmite la gente cuando finaliza la travesía?

– El 99,9% son elogios. Están contentos por finalizar y nos comentan que tenemos que seguir organizándola, que sería una pena que desapareciese. Todo son palabras de ánimo. Aunque siempre hay algún que otro cascarrabias...

– ¿Cuántas horas de sueño ha perdido en planificar esta edición?

– Muchas, pero lo hago con gusto. A mí me gusta esto. Desde que asumí la organización, en 1980, disfruto buscando caminos nuevos, zonas diferentes. Lo importante son los montañeros y las montañeras. Son tres días y medio previos de dedicación plena a la prueba. Te aíslas en el monte poniendo marcas, se recogen el mismo día. No usamos pintura, ni plásticos. No dejamos ningún residuo.

– ¿No tenía bastante con la Behobia-San Sebastián?

– La Behobia es especial, pero en el Fortuna no sabemos hacer las cosas simples, siempre hay que cambiarlo todo. Así se disfruta más. Debe ser algo vocacional, viene de serie en el club.

– ¿Cuándo arrancan las inscripciones?

– A finales de mes y se cierran un par de días antes del inicio de la prueba. Cuestan entre diez y doce euros. Los interesados pueden ponerse en contacto con el club en la web www.cdfortunake.com