Borrar
Las 10 noticias clave de la jornada
Johnson saluda desde su residencia oficial, el pasado julio, tras ser proclamado primer ministro. s. lock
El circo de tres pistas de Boris Johnson

El circo de tres pistas de Boris Johnson

El primer ministro quiere una negociación rápida y simultánea con la UE y con Estados Unidos

iñigo gurruchaga

Domingo, 26 de enero 2020, 08:42

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Las sonrisas satisfechas de ministros, diputados o portavoces del Gobierno son pura comedia humana. Les votó solo el 29% de los británicos registrados en el censo electoral, también menos votantes que los que marcaron su papeleta en favor de partidos contrarios a su Brexit, pero Boris Johnson y sus pajes han crecido dos palmos por estar ahora ejecutando 'la voluntad del pueblo'. El mayor riesgo que acarrea esa ilusión es que se extienda entre ellos la creencia de que además lograron tal comunión por su propio mérito. Sin la cesión infantil de la convocatoria de elecciones por la exlíder liberal-demócrata, Jo Swinson, estarían aún atrapados en el callejón sin salida al que les había llevado la estrategia de pim-pam-pum diseñada por el celebrado genio que asesora al líder, Dominic Cummings.

Pero el Partido Conservador ganó las elecciones y obtuvo una mayoría de ochenta escaños en el Parlamento, merced al peculiar sistema electoral. Asunto zanjado. Una decena de diputados entusiastas vitoreó el jueves en la Cámara de los Comunes la lectura por su vicepresidente, el apasionado 'brexiter' Nigel Evans, de la declaración notificando que la reina había sellado la ley de Retirada de la Unión Europea. Reino Unido se va el 31 de enero.

En la mañana tras su victoria electoral, Johnson pidió en el exterior de su residencia de Downing Street que comience la curación de las divisiones del Brexit. Luego entró en su oficina y eliminó del proyecto de ley de Retirada todas las cláusulas que le obligaban a contar con la oposición parlamentaria para consensuar los objetivos de la negociación con la UE sobre la futura relación.

La ley aprobada da todo el poder al Gobierno. No es bonito, pero es efectivo. La oposición no pinta nada. A Jeremy Corbyn, que asustaba a los niños hace un mes por ser casi marxista, le importan ya un bledo las batallas en la Cámara de los Comunes. Hasta el punto de que irrita al primer ministro, que quiere salir en la televisión batiendo al monstruo comunista y Corbyn solo le hace preguntas desganadas.

La BBC cumple su función interesándose por la campaña para ser, en abril, el nuevo líder laborista. Pero los dos favoritos son un abogado londinense, Keir Starmer, al que un día le entró un ladrón por la ventana mientras estaba trabajando, se llevó lo que quiso y se fue sin que lo advirtiese nuestro héroe, y Rebecca Long-Bailey, laborista inmaculada, de Mánchester, hija de padre obrero y madre también irlandesa, que dio al liderazgo de Corbyn un 10 de nota tras llevar a su partido a la mayor derrota electoral desde 1935.

John Bercow, el expresidente de la Cámara de los Comunes que declaró, en el momento de más protagonismo por sus decisiones y alaridos («¡order! ¡order!») en las batallas parlamentarias del trienio 'brexiter', que moriría satisfecho tras alcanzar tal éxtasis, se resiste a estirar la pata -protesta porque el Gobierno estaría bloqueando su nombramiento como lord, contra todo precedente- o no le dejan: uno de sus ayudantes le ha denunciado por acoso o intimidación, por gritar quizás a todas horas.

Los dos grandes partidos en Irlanda del Norte han demostrado la falta de alternativas a las instituciones compartidas tras tres años de disputas, pero, tras restaurar la autonomía, Londres no les ha dado tanto dinero como esperaban. Johnson ha dicho no a la solicitud de Nicola Sturgeon de convocar un referéndum sobre la independencia de Escocia en 2020, en la primera entrega de una correspondencia que no ha concluido.

«Un furioso remar»

El Gobierno presentará en unos días los objetivos de la negociación con Bruselas sobre la futura relación. Johnson ha adelantado que no quiere alineamiento dinámico de regulaciones, porque su Brexit comercial no es compatible con que Londres copie en su legislación las normas que vaya adoptando el mercado común. El gobernador cesante del banco central, Mark Carney, bicha de los 'brexiters', también cree que no tiene sentido que la City financiera siga ahora las reglas comunitarias.

Según la gradación popular del Brexit, el de Johnson es más 'duro' que el que propuso sin éxito Theresa May, que ahora cocina en su casa una receta nueva cada día, según ha revelado. La magnitud y dificultad de lo que se avecina ha llevado al más alto funcionario del Ministerio para la Marcha de la UE, Philip Rycroft, a decir, en el momento de su jubilación, que los próximos meses serán un «furioso remar» para los 30.000 funcionarios que se dedicarán al Brexit.

Para añadir más carga, Johnson quiere compaginar la negociación con la UE y la de un nuevo tratado comercial con Estados Unidos y con otros países afines (Australia, Nueva Zelanda, Canadá). Washington ya ha amenazado con castigos si, como parece, Londres incorpora la tecnología de la compañía china Huawei a su red 5G de telecomunicaciones. Y la presidenta del Consejo Europeo, Ursula von der Leyen, ha advertido de que no hay tiempo material en diez meses para negociar y ratificar un tratado que incluya todos los aspectos de la relación futura.

El primer ministro británico, Boris Johnson, no conoce el desaliento. Su ley de Retirada hace ilegal aplazar la transición más allá del 31 de diciembre. Celebrará el Brexit del próximo viernes con una inmediata gran purga de ministros y ministerios, que contribuirá al menos a perder más tiempo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios