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Ignacio Álvarez Ossorio (Madrid, 1969) es el director del Grupo de Investigación Complutense sobre el Magreb y Oriente Medio. Hoy a las 18.00 horas iniciará en la sala Gunea la jornada organizada por la Diputación bajo el nombre 'Gaza: una mirada desde los derechos ... humanos' con su conferencia titulada 'Gaza: una nueva Nakba ante la pasividad internacional'. Ha escrito libros sobre Siria, Qatar y Palestina y su posición en el conflicto es clara y contundente.
– Empecemos por el final. ¿Qué impacto ha tenido el alto el fuego en Gaza?
– Sin duda, lo más importante es que Israel ha interrumpido sus bombardeos indiscriminados que han provocado decenas de miles de víctimas civiles en el curso de los últimos quince meses. Además, cientos de miles de personas que fueron forzadas a abandonar sus hogares han podido retornar al norte de la Franja en lo que puede considerarse un hito, ya que buena parte de la escena política israelí defendía su expulsión al desierto del Sinaí egipcio.
– Se ha llegado a leer que la paz ha vuelto a la Franja. ¿Es así?
– Obviamente no. Hoy por hoy, los dos millones de palestinos que han sobrevivido a estos quince meses de destrucción carecen de viviendas, hospitales, escuelas o medios de vida y no podrán retornar a su vida normal previa a la guerra. Su supervivencia dependerá de la llegada de ayuda humanitaria y de que Israel permita su entrada a través de los pasos fronterizos que sigue controlando. Su existencia, por lo tanto, pende de un hilo, porque no está nada claro que, en la fase tercera de la tregua, Israel permita su reconstrucción una vez que haya recuperado todos los rehenes israelíes. Tampoco se sabe si permitirá que la Autoridad Palestina gobierne un territorio que ha quedado reducido a escombros.
– ¿Siente que cuando se habla de la guerra de Gaza se olvida lo que sucede en Cisjordania?
– El gobierno israelí considera que, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, se dan las condiciones necesarias para anexar una parte significativa o, incluso, la totalidad de Cisjordania. Es muy posible que, en los próximos meses, Israel intente anexarse las zonas C que comprenden las áreas rurales palestinas y representan el 60 por 100 de Cisjordania. Si los planes de los ministros más radicales del gobierno israelí (Smotrich y el dimitido Ben-Gvir) se llevan a la práctica, en los próximos meses podríamos ver cómo Cisjordania se transforma en una nueva Gaza.
– El ataque de Hamás sucedió en octubre del 2023, pero el conflicto surgió décadas antes. ¿Cuál es tu opinión sobre el ataque?
– Buena parte de la comunidad internacional se había olvidado de la cuestión y prefería mirar hacia otro lado ante la profundización de la colonización de Cisjordania y la intensificación del bloqueo de la Franja de Gaza. Quizás el mayor éxito del ataque del 7 de octubre es que ha puesto de nuevo la cuestión palestina en el centro del problema.
– ¿Por qué se entiende que Israel se ha defendido y que Hamás atacó?
– Es evidente que existe un doble rasero por parte de los países occidentales que, de manera sistemática, tienden a empatizar con las víctimas israelíes, pero ignoran las palestinas, que son sistemáticamente invisibilizadas. La deshumanización del pueblo palestino es palpable, así como el sacrosanto de derecho israelí a perpetrar crímenes de guerra y lesa humanidad para, supuestamente, garantizar su seguridad. Lo más curioso es que el agresor se presenta como la víctima, mientras las víctimas palestinas son sistemáticas ignoradas cuando no animalizadas comparándolas con «animales humanos», como hiciera el ministro de Defensa, Yoav Gallant.
– ¿Hay países de primera y de segunda comparando las diferentes respuestas al conflicto palestino y al ucraniano?
– Es evidente que hay un doble rasero entre el caso de Palestina y Ucrania. Israel ha tenido las manos libres desde la ocupación de 1967 para expropiar las tierras palestinas y establecer cientos de colonias para impedir la creación de un Estado palestino. Esta política contraviene el Derecho Internacional y viola numerosas resoluciones de la ONU, pero no ha tenido ningún coste político. En lugar de imponer sanciones a sus máximos dirigentes políticos y militares, tal y como ha ocurrido en el caso de Ucrania, la UE ha dado un trato preferencial a Israel a pesar de sus sistemáticas violaciones del Derecho Internacional. Evidentemente, los EEUU y la UE han dejado claro que el Derecho Internacional sólo vale en el mundo occidental, pero es papel mojado cuando se trata de aplicarlo a Palestina.
– ¿Ha cometido Israel un genocidio y ha buscado una segunda nakba en Palestina?
– A la luz de lo que ha ocurrido en los últimos quince meses, el Tribunal Internacional de Justicia y la mayor parte de las organizaciones de derechos humanos internacionales consideran que Israel ha intentado destruir, parcial o totalmente, a un grupo étnico o nacional, lo que se define como genocidio. En realidad, podríamos hablar de una nakba continua desde el año 1948: un intento sistemático y continuado de desposeer a los palestinos de su tierra y sus recursos para imponer, por medio de la fuerza, el proyecto sionista sobre el conjunto de Palestina.
– ¿Por qué no ha sido condenado todavía Netanyahu?
– La Corte Penal Internacional ha emitido una orden de detención contra el primer ministro israelí, lo que teóricamente debería obligar a todos los firmantes del Estatuto de Roma a aplicar dicha orden. No obstante, algunos de ellos ya han indicado que no la ejecutarán. Lo que es evidente es que, por primera vez, los máximos dirigentes políticos israelíes están en el punto de mira de los órganos judiciales internacionales, lo que evidencia que Israel no podrá mantener su impunidad ni presentarse como una democracia liberal, tal y como solía hacer en el pasado.
– ¿Cómo ven los palestinos a Hamás?
– Una vasta mayoría de los palestinos considera a Hamás como un movimiento de resistencia que lucha contra la ocupación. No obstante, creo que su popularidad ha descendido de manera notable tras el ataque del 7 de octubre, ya que muchos interpretan que no evaluó adecuadamente la respuesta israelí y, por lo tanto, la corresponsabilizan de la destrucción de Gaza. Hoy por hoy se encuentra en una situación de manifiesta debilidad y deberán buscarse recambios políticos que sean capaces de afrontar los importantes retos que deberá afrontar la sociedad palestina en los próximos años.
– Lo ha mencionado antes. ¿Qué significa la toma de poder de Trump en clave Palestina?
– Hoy por hoy, todos los escenarios están abiertos, pero la combinación de Trump y Netanyahu en el poder es sumamente peligrosa, dado que ambos han demostrado su voluntad de imponer un Gran Israel entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. De hecho, Trump se ha mostrado a favor de la limpieza étnica de dos millones de gazatíes y ha invitado a Egipto y a Jordania a que los acojan en su territorio. Demuestran un evidente desconocimiento de la historia, ya que el pueblo palestino no abandonará su territorio de manera voluntaria y su desplazamiento forzado podría desestabilizar toda la región y provocar la caída de algunos regímenes prooccidentales en Oriente Medio.
– ¿Puede acabar el conflicto y por tanto volver la paz mientras Palestina e Israel sigan existiendo?
– Hoy por hoy sólo hay un Estado israelí que controla todos los territorios comprendidos entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. No existe un Estado palestino, sino una Autoridad Palestina con responsabilidades administrativas sumamente limitadas sobre un tercio de Cisjordania, que representa menos de un 10 por 100 de la Palestina histórica. Su respaldo popular es extraordinariamente limitado y su supervivencia económica depende de la UE. Mientras no se resuelva la cuestión palestina, Oriente Medio está condenado a vivir bajo la inestabilidad permanente con ciclos de violencia esporádicos que podrían agudizarse en el caso de que Israel opte por anexar los territorios palestinos.
– En mayo publicó 'Gaza: Crónica de una Nakba anunciada'. ¿Por qué deberíamos leerlo?
– Hay un intento generalizado de invisibilizar la cuestión palestina. El libro que hemos escrito mi colega José Abu Tarbush y yo trata de visibilizarla de nuevo y abordar los asuntos más complejos que impiden que se alcance un acuerdo final. Por eso intentamos tocar, de manera pedagógica, la evolución del movimiento sionista, el ascenso de las formaciones supremacistas y mesiánicas, el nacimiento del movimiento islamista palestino, el fracaso de los Acuerdos de Oslo y la responsabilidad que tienen los países occidentales en la situación actual.
– ¿Cómo ha sido la acogida?
– Por el momento ha sido muy buena, ya que han salido varias ediciones, lo que demuestra el interés de la sociedad por conocer más de cerca una cuestión sobre la que existen múltiples distorsiones y lecturas sesgadas.
– ¿Le ha traído algún problema tener un posicionamiento tan marcado?
– Alguno que otro, pero siempre he recibido el apoyo del mundo académico y del movimiento de solidaridad con la causa palestina.
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