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A los pies de las dunas

La ciudad china de Dunhuang, a las puertas del desierto de Gobi, fue refugio para los viajeros que comerciaron entre Oriente y Occidente hace miles de años y lograron un intercambio cultural único que dejó su mayor huella en las cuevas de Mogao, una cápsula del tiempo de las Rutas de la Seda. En la imagen, a los pies de dunas gigantescas, el lago de la Luna Creciente fue un fértil oasis que convirtió a Dunhuang en uno de los principales puntos de paso de las Rutas de la Seda y parada obligatoria para los comerciantes tras largas travesías con sus camellos por tierras hostiles

Miércoles, 3 de octubre 2018, 07:51

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La ciudad china de Dunhuang, a las puertas del desierto de Gobi, fue refugio para los viajeros que comerciaron entre Oriente y Occidente hace miles de años y lograron un intercambio cultural único que dejó su mayor huella en las cuevas de Mogao, una cápsula del tiempo de las Rutas de la Seda. En la imagen, a los pies de dunas gigantescas, el lago de la Luna Creciente fue un fértil oasis que convirtió a Dunhuang en uno de los principales puntos de paso de las Rutas de la Seda y parada obligatoria para los comerciantes tras largas travesías con sus camellos por tierras hostiles

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La ciudad china de Dunhuang, a las puertas del desierto de Gobi, fue refugio para los viajeros que comerciaron entre Oriente y Occidente hace miles de años y lograron un intercambio cultural único que dejó su mayor huella en las cuevas de Mogao, una cápsula del tiempo de las Rutas de la Seda. En la imagen, a los pies de dunas gigantescas, el lago de la Luna Creciente fue un fértil oasis que convirtió a Dunhuang en uno de los principales puntos de paso de las Rutas de la Seda y parada obligatoria para los comerciantes tras largas travesías con sus camellos por tierras hostiles
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