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Ramón Ezkerra es mucho más que una empresa; «también soy yo», subraya con orgullo y emoción el propietario de esta emblemática peletería vasca ubicada en la calle Correo de Bilbao. «Mi comienzo fue algo casual. No iba encaminado a convertirme en un peletero, pero la vida me llevó a ello», reconoce Ezkerra. «Aprender, crear, disfrutar y hacer felices a los clientes ha sido lo más satisfactorio de mi carrera profesional», recalca.
Esto no es coser y cantar. Este oficio tiene una compleja estructura que empieza en las urbes más rurales, impulsando una más que evidente economía circular y un consumo de los recursos que, además de ser responsable, es sostenible con el medio ambiente. «No concibo mi sector desde otro prisma que no sea el de la moda bajo los criterios 'eco'. Para mí la moda es estilo, clase, elegancia, tendencia y dentro de todos esos conceptos, siempre ha estado presente la piel», reconoce el creador.
Ramón Ezkerra no diseña para señoras ni para adolescentes; él construye para quienes quieren adquirir artículos con un valor añadido, una calidad, una singularidad y una durabilidad. Y aunque a priori sea necesario un cierto poder adquisitivo para acceder a estas piezas, en la reutilización y la transformación de los abrigos de la abuela han encontrado las generaciones más jóvenes una forma de acceder a estas exclusivas creaciones. «Esto es lo que está ocurriendo en el sector del lujo en general. La compra-venta de segunda mano, el 'upcycling', el 'restyling' y la adaptación de prendas y complementos es una constante. Siempre he intentado innovar y estar alerta a la llegada de las grandes corrientes y eso me ha ayudado a crecer, evolucionar y adaptarme a la situación», desvela el peletero vasco.
En los últimos años, la moda ha evolucionado exponencialmente y con ella las necesidades de los clientes. «Hace tres décadas, las líneas de diseño eran muchísimo más ostentosas y con fines más sociales. Con el paso del tiempo, el cambio de costumbres y la concienciación climática ha ido modificando la demanda de ciertos artículos como los abrigos más largos o de más volumen, para pasar a prendas mucho más versátiles, ligeras, pensadas para el día a día, con menos pelo y más cuero. Y particularmente, el auge de las prendas personalizadas y a medida ha sido una realidad. Tenemos la suerte de trabajar con una materia prima con una conservación de más de 30 años», explica Ezkerra.
«La moda es un sector sumamente contaminante y por eso decidí que teníamos que poner en valor la labor de la conservación de los recuerdos», reconoce Ramón. Un abrigo antiguo que alguien te regaló con cariño, un recuerdo de un ser querido, una herencia de la ama, la chaqueta de cuero favorita de tu marido que ya no está pero que aún conservas... «son tantas y tantas historias con alma las que llegan a nuestra tienda-atelier, que moldeo y las adapto con un resultado sumamente gratificante, sobre todo al ver la cara de felicidad de los clientes», recalca Ezkerra.
Pero más allá de lo sentimental, en la iniciativa #abrigosantiguos también se encuentra su sentido de la responsabilidad con el entorno. «Tener la posibilidad de reutilizar la piel y crear algo adaptado a la moda y a las tendencias es fantástico. Pienso que antes de fomentar una compra nueva y masiva, es más interesante darse cuenta de lo que se tiene y si realmente tiene una posibilidad, por mínima que sea, de alargar su vida útil», añade.
«Personalmente estoy muy contento de que la gente esté valorando positivamente estos trabajos artesanos, con tanta historia y tradición», concluye el peletero.
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