«Volver a pescar es una satisfacción»
Apertura de la actividad. Los pescadores vuelven a poblar espigones, acantilados y puertos porque se autoriza la pesca deportiva y recreativa, pero... ¿con restricción horaria o sin límite de hora?
A las seis y media de la mañana el sol ha empezado a colorear la oscura noche de luna menguante y la mar, que parece más inmensa tras dos meses de confinamiento, invita a abrazarla desde el Paseo Nuevo donostiarra. Junto a la barandilla, dos pescadores han lanzado su caña en el segundo día en que se puede practicar la pesca deportiva y recreativa desde que se decretó la alarma. Hace algo más de media hora que Xabier Lizarazu disfruta de su primer día de pesca... ¡¡en tres años!! «Por estas fechas suelo ir al pueblo de mi pareja, en Salamanca. Pero al menos hasta finales de junio no podremos ir...», explica este donostiarra de 68 años.
Enciende un cigarro y se diría que este mecánico jubilado y expiloto de competición de Vespas agradece la conversación al comprobar que el corcho de su caña no da señales de pescado ahí abajo. «Los ríos están esquilmados y el mar... Antes era raro el día que te ibas a casa sin pescar nada. Y ahora es raro si pescas». No va a tentar mucho a la suerte. «Me iré para las siete». Le espera su moto y un amigo para «dar nuestra primera vuelta, unos 200 kilómetros por puertos y curvas».
Enviudó hace once años y valora poder disfrutar la vida. «No puedo quejarme por el coronavirus, ya que tengo un pequeño jardín. Me acordaba mucho de esas parejas en un piso interior y con tres o cuatro hijos en casa». Ahora le preocupa «el cachondeo» que ve en terrazas y caceroladas. «¿Se nos ha olvidado ya cómo lo ha pasado mucha gente?».
Unos metros más hacia su «querido Aquarium» del que es socio, Iñaki Ulazia se hace eco de las dudas que aún genera la apertura de la pesca. Según el BOE, es una actividad «sin restricción horaria», pero este comercial de cerveza en ERTE -«a ver si la hostelería se mueve en junio»- trató de confirmarlo el lunes «llamando al Ayuntamiento y a los municipales, y me dijeron que se debía respetar la hora del deporte». Lo mismo «le dijo un ertzaina» a un amigo suyo la víspera. Luego constataremos que la confusión es general en el colectivo.
Al mediodía tampoco tenían respuesta en la Federación Guipuzcoana, que por un lado tiene el texto del BOE pero también la queja de algún pescador al que se le ha llamado la atención por no estar en su horario 'deportivo'. «Hemos pedido al Gobierno Vasco que nos lo aclaren».
Ulazia, por si acaso, prevé irse «a las diez», cuando acaba el horario hasta los 70 años. Es un habitual en la pesca de muxarras en Baiona, donde disfruta de los «muchos espigones» de Francia y donde la mar se cuela y el pescado se acerca. «No como aquí, que solo construimos muros».
Nacido en el muelle, su afición a la pesca le viene desde niño. Se muestra «feliz» por retomar la caña, casi tanto como cuando «tres meses después» vea a su madre, que vive en una residencia que no ha sufrido el azote del coronavirus. Pero se pone serio para lamentar que «la pesca se va perdiendo en Donostia. Cada vez hay más prohibiciones y no se ven jóvenes».
La media de edad en Pasai San Pedro supera los 65 años. Es martes, y no todo el mundo está de ERTE. Como Arkaitz Sáenz de Urturi, reconocido pescador, que al ver a Mariano Vergaz, un vecino de Trintxerpe que cada día espera a las doradas a las seis de la mañana junto a los facales, le grita a modo de saludo: «¡Lo mal que hemos tenido que estar para pasar dos meses sin ver a Mariano!». En febrero diez doradas cayeron en su anzuelo de camarones, pero hoy los ejemplares son pequeños y le comen el cebo. Para uno que pica, lo devuelve al agua.
Se conforma con algún birlote y la «satisfacción de poder pescar». Y eso que vivir en un sexto piso con terraza le ha concedido a él y a su mujer un confinamiento «muy llevadero». Como Félix, que pesca a unos metros. Qué son dos meses en casa para alquien que llegó a estar «seis meses y 20 días» en un bacaladero en Terranova. Un desprendimiento le impide ir a su txoko en Puntas, y no le va mal en el puerto. Tras tanta semana en casa, tenía los aparejos niquelados y el lunes pescó una sepia y tres chipirones.
Florentino Domínguez, jubilado en Telefónica, lleva un chipirón y unos birlotes. Suele ir a Hondarribia, pero ha optado por ir de Altza a Pasaia. Luce espléndido a sus 74 años. Diabético, porta mascarilla. «Me he cuidado este tiempo». Tanto, que tiene «26 pasos de la cocina al baño y cada dia hacía de 8.000 a 11.000 ». La pesca le abstrae de todo, salvo de sus nietas mellizas, a las que no ve desde marzo.
El último en llegar es Mariano Alonso, en horario de más de 70 años. Y extrae del agua dos sepias. «Ya puedo justificar en casa que he ido a pescar». Al fin.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión