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La rozadora excava el frente del túnel en Pío Baroja, mientras el topógrafo comprueba que avanza en la dirección exacta.

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La rozadora excava el frente del túnel en Pío Baroja, mientras el topógrafo comprueba que avanza en la dirección exacta. USOZ

Los túneles del Metro cogen velocidad a golpe de rozadora

Las máquinas se adentran en Pío Baroja y en la avenida de Zarautz, donde en unas semanas se trabajará 24 horas | La excavación avanza a unos cinco metros por día, y cuenta con un sistema de ventilación y de depuración de agua

Amaia Chico

San Sebastián

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Jueves, 28 de junio 2018, 06:29

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En el túnel de Pío Baroja, en San Sebastián, los operarios pronto dejarán de ver la luz del día. En las últimas semanas se han excavado los primeros 30 metros de los 500 que necesitará esta rampa para llegar a la altura por donde circulará el Metro en la nueva variante ferroviaria de San Sebastián.

Las obras avanzan al ritmo previsto, asegura con las botas puestas uno de los responsables de que así sea. Y lo hacen pese al 'imprevisto electrónico' que ha retrasado unos días el inicio del trabajo con la rozadora. Si no hay nuevos contratiempos técnicos, cruza los dedos, la previsión es que en dos o tres semanas la máquina esté ya 60 metros tierra adentro. Y que a partir de ese momento, cuando la profundidad sea suficiente como para no perturbar el sueño de los vecinos, los turnos se multipliquen para cubrir las 24 horas del día.

Ocurrirá lo mismo, más adelante, en la Avenida de Zarautz, donde también ha comenzado la excavación de los primeros metros de túnel con otra máquina similar. Hasta cuatro se utilizarán para abrir, de forma simultánea, los dos tramos del trazado subterráneo de 4,2 kilómetros que discurrirá entre Easo y Lugaritz a través de La Concha y Benta Berri. Y que permitirá en 2022 que el Topo gane en servicios y frecuencias, según defienden las instituciones impulsoras del proyecto.

En la boca de Pío Baroja, la más adelantada al ser el punto por donde se iniciaron los trabajos y galería estratégica para poder abrir el túnel de línea en ambos sentidos, la «bola con picas» que culmina el brazo de la rozadora 'rasca' con aparente facilidad la arenisca del frente. «El escombro va cayendo en una gran bandeja frontal desde la que se traslada a la parte trasera para, cada cierto tiempo, cuando se acumula cierta cantidad, descargarlo en un camión que lo saca al exterior», explica Antxon Sagastume, jefe de asistencia técnica del tramo Lugaritz-Miraconcha, mientras se produce en directo la operación.

«Parar la obra es lo más caro», asegura su coordinador confiando en que no haya imprevistos

Cuando avancen un poco más, abrirán «un anchurón», una ampliación de unos dos metros del radio del túnel por uno de sus extremos, para permitir la entrada y salida de dos vehículos antes de seguir tierra adentro. «Cada ciertos metros, hay que hacer esa abertura, para que puedan cruzarse dos vehículos, por ejemplo los camiones que sacan el escombro», explica Valentín Gómez, coordinador de la obra.

En el resto del tramo, la cavidad, de seis metros de altura, se va sosteniendo con cerchas y pilotes y cubriendo de hormigón, sobre todo en los primeros metros, a medida que la excavación avanza, a unos cinco metros por día. «Se excava y se cubre para evitar que caigan piedras», confirma Sagastume, que explica que tras los primeros metros en recto, con un 15% de desnivel que se están excavando, el túnel irá bajando en ligera curva hacia la izquierda hasta llegar, más o menos, a la vertical del conocido como mirador de Aiete, en un recodo del paseo Duque de Baena. En ese punto, se proyecta la conexión a finales de año de esta futura galería de evacuación de emergencia con el túnel principal que llega desde Benta Berri, y el que en breves fechas comenzará abrirse por Easo, el tercer punto de ataque de la pasante del Metro.

El trabajo de la rozadora es mucho más rápido y silencioso que el del 'pica-pica' empleado en las primeras semanas. Y más, como en el caso de Pío Baroja, cuando ya funciona a través de «enganches» a los postes eléctricos y no mediante un generador -situación que aún permanece en la calle Zarautz-, que provoca más ruido y que un día llevó a un vecino a acercarse a la obra para pedir que lo apagaran. Por ahora, los trabajos en todos los puntos de ataque se paralizan entre las diez de la noche y las ocho de la mañana, en cumplimiento con la normativa municipal. Pero cuando se realicen de forma ininterrumpida durante 24 horas, ese ruido desaparecerá y el avance de la rozadora, aseguran Valentín Gómez, coordinador de la obra, apenas será perceptible por alguna vibración. «Como mucho podría notarse algo si la máquina pasa por debajo, y si el macizo rocoso transmite más vibración, pero se avanza rápido», argumenta Gómez.

Toma eléctrica y ventilación

A poco más de un metro de la rozadora, dentro de ese primer túnel, no es el ruido sino el polvo que levanta en unos segundos la erosión de la roca lo que más molesta. «Tenemos un sistema para que absorba ese polvo y ventile la cavidad una vez se avanza», explica Sagastume, antes de que un operario recomiende apartarse del ventilador porque lo va a poner en marcha en ese momento «y podéis salir volando». Además del aire, una bomba de agua va recogiendo la que emerge de la tierra al excavar y la conduce a una depuradora provisional, instalada en la zona de obra acotada en el exterior, para su tratamiento y limpieza antes de que llegue al cauce general.

La supervisión constante del geólogo encargado de ratificar a cada paso que la roca que va apareciendo en el frente es la que avanzaron las catas, o la de los topógrafos que vigilan que el radio de excavación se realiza en la dirección exacta garantizan, aseguran los responsables del proyecto, la correcta continuidad de unos trabajos que no tienen más dificultad que los «imprevistos» diarios que surgen en toda obra.

«A estas máquinas les cuesta 'coger el ritmo', pero esperamos recuperar el tiempo» y no volver a parar, que «es lo más caro», indica Gómez, desde el convencimiento de que «el exhaustivo mantenimiento preventivo» que se realiza no deparará nuevas sorpresas.

Mientras se coge velocidad en Pío Baroja y los vecinos de la calle Zarautz ven cómo la rozadora se adentra ya casi diez metros en la boca de ese túnel, se prepara la apertura del acceso a la nueva estación de Benta Berri desde la plaza del mismo nombre, y se ultima la boca por donde entrará la tercera rozadora que, de momento, se pone en marcha, la de Easo. «Tenemos hecho el paraguas y estamos picando, la idea es que para la primera quincena de julio pueda llegar la máquina y empezar a trabajar», explica Gómez.

Será el más corto hasta llegar a la primera cavidad donde se ubicará la nueva estación subterránea de Easo. «En este caso, la máquina llega montada, no como las otras», apunta el responsable de la obra. A partir de ahí, deberá seguir camino hasta la siguiente estación, la de Centro-Miraconcha, para al final conectar con el tramo que se abre desde Lugaritz.

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