Tres años de la paciente cero en Gipuzkoa
Crisis sanitaria. ·
Una joven de 22 años de Aretxabaleta se convirtió el 28 de febrero de 2020 en el primer caso de Covid detectado en el territorio. El resto ya es historia.El 28 de febrero de 2020 el coronavirus llegó oficialmente a Gipuzkoa. Mientras Sanidad aseguraba tener bajo control este desconocido virus hasta la fecha y ... descartaba medidas extraordinarias para aplacar la suma de contagios que venían produciéndose durante las últimas semanas, Osakidetza confirmaba los dos primeros casos positivos por Covid-19 en Euskadi. El primero correspondía a una joven de 22 años de Aretxabaleta que había viajado hasta Italia para presenciar el partido de fútbol entre la Atalanta y el Valencia. El otro, a una enfermera del Hospital de Txagorritxu que había estado previamente en Andalucía. El SARS-CoV-2, una enfermedad hasta entonces lejana y que incluso sonaba a chino, comenzaba a hacer estragos en el territorio, encaminando a toda la sociedad a un escenario inédito y plagado de incertidumbre. El resto ya es historia, la de la peor crisis epidemiológica en siglos que ha dejado a más de 800.000 vascos infectados y que ha causado la muerte a 8.490 personas en Euskadi.
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Primera víctima. Solo diez días después de ese primer positivo, que obligaba a Euskadi a tomar medidas drásticas para contener el coronavirus, el patógeno se cobraba a su primera víctima en Gipuzkoa, una mujer de 69 años, enferma de cáncer, y que perecía en Onkologikoa, a donde había sido derivada tras acudir 24 horas antes al servicio de Urgencias del Hospital Donostia alegando padecer síntomas compatibles con el Covid-19. Para entonces, el Gobierno Vasco comenzaba a clausurar colegios y hogares de jubilados, mientras en algunos comercios guipuzcoanos sus dependientes empezaban a atender a sus clientes provistos de mascarillas, guantes de látex y mamparas de plástico.
Lo peor, sin embargo, estaba aún por llegar. Con los contagios multiplicándose a un ritmo vertiginoso y las muertes en claro ascenso, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecía ante en televisión para decretar el Estado de Alarma en todo el país. Comenzaba entonces un confinamiento que, inicialmente, solo iba a durar 15 días pero que terminó extendiéndose por aproximadamente tres meses. Entre medias, se paralizó toda la actividad económica «no esencial», las calles comenzaron a amanecer desiertas y algunos guipuzcoanos empezaron a utilizar la mascarilla en su día a día.
Desescalada. Con la llegada de mayo nos familiarizamos con términos como desescalada y franjas horarias, las que permitían salir en determinadas condiciones a la calle para pasear o hacer deporte. Era la antesala que miles de guipuzcoanos percibieron como una bocanada de aire para lo que se comenzó a denominar como la 'nueva normalidad', marcada por los aforos limitados en eventos culturales, deportivos, discotecas, parques, velatorios o celebraciones, la distancia interpersonal y, por supuesto, el cubrebocas.
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En aquellas fechas, pareció que la crisis estaba en vías de ser superada, aunque luego vinieron cinco olas pandémicas. En este contexto, el lehendakari volvió a declarar en agosto la situación de emergencia sanitaria en Euskadi y asumió, en consecuencia, la dirección y coordinación de las actuaciones de emergencia contempladas en el Plan de Protección Civil de Euskadi, conocido como LABI. Desde ese momento, se activaron nuevas medidas restrictivas que afectaron especialmente al ocio nocturno, a los aforos, a los horarios de cierre de la hostelería, o al límite en la agrupación máxima de personas. Fue la época de las conocidas como 'no fiestas'.
Con el final del primer año marcado casi de principio a fin por el Covid-19 también se abrió un tiempo de esperanza en forma de jeringuilla. La vacuna contra el coronavirus llegó a Gipuzkoa el 27 de diciembre de 2020 para los usuarios de las residencias de mayores del territorio. La oiartzuarra Bernardina Escudero, que por aquel entonces tenía 87 años, fue la primera guipuzcoana en recibir el suero de Pfizer-BioNTech en la residencia Cáser Betharram de Hondarribia.
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De la variante Alfa a la Delta. El inicio del nuevo año, el segundo pandémico, arrancó con un incremento de contagios de lo que sería la tercera ola. Empezó a hablarse de una nueva variante, la británica, que posteriormente se llamaría 'Alfa' y estaba caracterizado por una mayor contagiosidad. Los guipuzcoanos comenzaban a familiarizarse con las distintas variantes. Al principio del segundo trimestre de 2021, la variante Alfa era mayoritaria. Por el contrario, las variantes Beta (sudafricana) y Gamma (brasileña) no pasaron de ser minoritarias.
La historia de la pandemia, no obstante, escribía un nuevo capítulo en Euskadi el 2 de marzo con la apertura de Illunbe como el primer vacunódromo del País Vasco y con el objetivo de dar un nuevo impulso a la inmunización de la población frente al patógeno. En todo caso, el coronavirus siguió causando estragos entre la población y tensionando el sistema hospitalario de Osakidetza. El 5 de mayo se alcanza el pico de ingresos en las UCI de toda la pandemia, con 195 pacientes.
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El verano se inició con el fin del segundo estado de alarma y con una relajación en el uso de la mascarilla. Pero la transmisión de la variante Delta encontró campo abonado especialmente en la población no vacunada, la de entre 12 y 39 años, y en un período de alta interacción social y movilidad. La época estival vino marcada también por la llegada a las farmacias guipuzcoanas de los test de autodiagnóstico sin receta para la detección del Covid-19 con el objetivo de detectar los positivos que escapaban del radar de Osakidetza.
Ante la irrupción de una sexta ola en toda Europa, el 2 de diciembre el lehendakari declara por tercera vez la situación de emergencia sanitaria en Euskadi. El impacto en los hospitales vuelve a ser notable y la segunda semana de 2022, tras el efecto de las vacaciones, se alcanza el pico de pacientes ingresados en planta en Osakidetza, un total de 840.
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Adiós a las restricciones. Ese sexto embate pandémico, por fortuna, subió tan rápido como descendió. Gipuzkoa, y Euskadi abrazó la era pospandémica el 14 de febrero de 2022 después de que el lehendakari desactivara la emergencia sanitaria y eliminara toda las medidas en vigor desde fin de año. Únicamente la mascarilla quedaba como reducto de la crisis sanitaria, aunque no por mucho tiempo.
El Gobierno central decretaba la suspensión del cubrebocas en interiores el 20 de abril, pasadas la Semana Santa, diciendo adiós al protector 23 meses después. Un momento al que Euskadi llegaba con el 95% de la población inmunizada y con la menos incidencia del coronavirus de los últimos seis meses. Con la pandemia a raya, los guipuzcoanos decían adiós hace unas semanas a la restricción pandémica que más ha perdurado en el tiempo. El protector dejaba de ser obligatorio en el transporte público el pasado 8 de febrero con la incidencia del coronavirus bajo mínimos en Euskadi y con la OMS cada vez más cerca de poner fin a la emergencia de salud pública por el SARS-CoV-2.
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