«Estamos sobrepasadas, la situación en las residencias está siendo insoportable»
Trabajadores de los centros de mayores de Gipuzkoa viven la situación con «rabia, miedo e incertidumbre porque las medidas de contención llegan tarde»
En las residencias de mayores, el flanco más débil en la lucha contra el coronavirus, se vive una situación «límite». La pandemia se ... ha llevado por delante a 117 ancianos que residían en centros de mayores de Gipuzkoa, una «dramática» realidad que también está pasando factura a sus trabajadores, quienes desde las últimas semanas se enfrentan no solo a una mayor carga de trabajo, sino también a un duro golpe emocional. «Estamos muy tocadas, físicamente también. Llevamos ya mucha tralla en el cuerpo y está siendo insoportable emocionalmente. Son un gran número de fallecimientos, de los que muchos, en una situación normal, habrían ingresado en el hospital y habrían salido para adelante. Nos sentimos muy impotentes por no poder hacer nada por ellos. Sabemos con qué tipo de personas trabajamos pero ver cómo se marchan...», comenta una trabajadora de la residencia San José de Ordizia, donde «18 trabajadoras han dado positivo y de 72 plazas quedan 38 residentes».
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Extremar las precauciones en entornos en los que conviven personas tan vulnerables parece básico para evitar contagios. Sin embargo, las medidas y los protocolos «han llegado tarde», critica esta trabajadora. Y mientras se esperaba la llegada de EPIs y mascarillas, las residencias se han apañado como buenamente han podido, con material protector improvisado. «Las mascarillas nos las hemos empezado a poner a mediados de marzo y los EPIs famosos empezaron a aparecer a finales, pero los que han traído a Ordizia son bolsas de basura. Yo he estado trabajando con una bata por delante y otra por detrás. Ahora en el Ayutamiento nos están consiguiendo tela impermeable y con ayuda de unas modistas nos están fabricando las batas», señala esta trabajadora que aguarda la cuarentena en casa por haber dado positivo.
También en la residencia Argixao de Zumarraga han tenido que recurrir a «trucos caseros» para intentar no sentirse tan desprotegidos frente a un virus que avanza sin piedad en 16 geriátricos de los 65 que integran la red foral. Bolsas de basura y de la compra hacen las veces de fundas para las zapatillas, y a falta de equipos de protección, «nos hemos fabricado batas de plástico con unos tutoriales de Facebook. Todo es muy precario. Hasta el pasado 1 de abril hemos estado con mascarillas que nos han dado hechas con restos de uniformes viejos», explica una trabajadora del centro, una de las 14 contagiadas por coronavirus. En este sentido denuncia que no se realizaran antes test rápidos a toda la plantilla y los usuarios, independientemente de presentar síntomas. Los días cada día pesan más. «Llego a casa desfallecida, muy agobiada. Hay mucho estrés y carga de trabajo, estamos sobrepasados. Han reforzado la plantilla pero no se ubican en la casa».
«En una situación normal, muchos de los que han fallecido habrían ingresado en el hospital y salido adelante»
«Los EPIs no son bolsas de basura, que es lo que nos ha llegado a finales de este mes. Las medidas y protocolos llegan tarde»
«Hay muchos nervios y tensión en el ambiente, no sabes lo que va a pasar, nadie te dice nada y cada día muere una persona»
«Desanimados»
Además de los fallecidos y enfermos, la realidad también es entristecedora para los ancianos que están sanos. Naiara, trabajadora del centro Iturbide de Arrasate, cuenta que «veo a muchos que se están deteriorando, preocupados por lo que está pasando. Algunos están muy desanimados. Lo más duro es ver cómo están muriendo y no puedes hacer nada. Hay muchos nervios y tensión en el ambiente, no sabes lo que va a pasar, nadie te dice nada...», expresa esta trabajadora, que como la mayoría de sus compañeras, cree que «se ha actuado muy tarde. Si cuando se dio el primer positivo se hubiera hecho la prueba a todos, esto a lo mejor se podía haber evitado». Al menos, que el virus no se expandiera con la crueldad con la que lo ha hecho: «de cuatro plantas, tres están aisladas. Y porque a muchos les han llevado al hospital o al centro de Cruz Roja, si no estaría toda la residencia aislada». Sin embargo, no da la batalla por perdida y cree que «lo malo ya lo hemos pasado y vamos a seguir al pie del cañón, es nuestro trabajo». El mensaje se repite en boca de todas las trabajadoras entrevistadas. «Que las familias estén tranquilas, vamos a hacer todo lo posible para que los abuelos, que también lo son nuestros, estén bien».
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Desde la residencia Arangoiti de Beasain la rabia y el miedo ha dado paso a «algo más de tranquilidad», porque hay «información y material de protección, aunque hasta hace tres días las condiciones eran cero». El centro San Juan de Zestoa –cuya plantilla está confinada junto a los ancianos «hasta el próximo día 23 posiblemente»– es de las pocas que ha podido esquivar el virus, aunque según señala su director, Joseba Illarramendi, «el peligro y el miedo claro que existe».
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