Pablo Ganter explica algunas curiosidades en el entorno del Teatro Victoria Eugenia y el Hotel María Cristina. FOTOS: MICHELENA
Semana Santa y turismo en Gipuzkoa

«Donostia es elegante y 'canchera'; volveremos»

Visita guiada ·

Acompañamos a un grupo de turistas venidos de Argentina, Madrid y Galicia para descubrir cientos de curiosidades sobre la capital guipuzcoana

Jueves, 14 de abril 2022, 06:53

La cita es a las once de la mañana en la plaza Sarriegui, en la Parte Vieja donostiarra. Allí espera Pablo Ganter, guía del equipo ... de Go Local, vestido de azul y bajo un paraguas de color txuri-urdin que da la bienvenida al grupo de turistas que han elegido un 'free tour' –servicio de visitas guiadas gratuitas– para conocer la ciudad. Los primeros en llegar son los argentinos Juan, Liliana, Alicia y Rubén, que aterrizaron el martes en Donostia y ya se han quedado «enamorados» de la ciudad. «De lo poco que hemos visto hasta ahora, es precioso. Nunca habíamos estado en el norte y después de la pandemia teníamos muchas ganas de venir», comentan estos cuatro amigos de la ciudad de Rosario, que nos visitan por primera vez. Este mismo apetito viajero mostraban las calles de la capital guipuzcoana recién entrada la Semana Santa, uno de los mejores termómetros para tomar el pulso a la afluencia turística, que este año roza cifras prepandemia. «El encierro fue duro», recuerda el argentino Rubén, que enseguida se desquita con el viaje que van a emprender tras su visita a Donostia: Bilbao-Santander-Oviedo-Santiago de Compostela- Lisboa-Faro-Sevilla-Madrid-'casa'... «Un viaje hermoso».

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Entre tanto, Pablo se presenta con unas primeras palabras en euskera al resto del grupo –una pareja madrileña, tres amigos naturales de Orense y una familia, también argentina– . «Kaixo, Pablo naiz, ongi etorri Donostira». Hay quien se atreve y le devuelve el saludo con un espontáneo «egun on».

Es en el Boulevard donde Pablo comienza a narrar la historia de la ciudad y de sus edificios más emblemáticos, un relato que acompaña con decenas de curiosidades sobre la cultura y costumbres donostiarras en tono guasón, lo que despierta la simpatía del grupo. Les habla de nuestros vecinos bilbaínos y la eterna disputa amistosa desde tiempos atrás, de los herri kirolak, del ala de los juegos prohibidos, el spa al que accedían en carro de caballos al Gran Casino (en el edificio del actual Ayuntamiento), los baños de la reina Isabel II en la playa o la iglesia inacabada de San Vicente. Igualmente desmiente mitos, como el que dice que el pequeño campanil situado en Urgull antiguamente era una horca. «¿Y sabéis que a Donostia se la conocía como hirutxulo (tres agujeros) debido a las tres entradas a la ciudad que se ven al acercarse desde el mar?».

La visita promete para los orensanos Diego, Natalia y Laura, que habían oído hablar maravillas de San Sebastián. «Me habían dicho que era impresionante y que hay muy buen ambiente. Además, justo tenía el vuelo para venir a Euskadi cuando se canceló todo por la pandemia, así que era un viaje pendiente», explica Diego. A su lado, Carmen, Santiago y Belén, de Buenos Aires, comentan que «Donostia es elegante y 'canchera' (guay) a la vez; volveremos».

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Suena la sirena

Antes de rozar el mediodía, Pablo da un aviso al grupo en mitad de la Plaza Gipuzkoa, la 'pequeña París' y primer parque público de San Sebastián. «No os asustéis, ahora vais a escuchar una sirena que suena muy fuerte». Y tras la advertencia, ofrece la explicación. «Se encuentra en la Relojería Internacional de la calle Garibay y da el aviso de que es mediodía. Antes lo daba un cañón en miniatura que se prendía con la luz del sol, pero fue robado». Unos metros más adelante, cerca de la entrada al Palacio Foral, el grupo se detiene en torno a una mesa de piedra. Nadie adivina su contenido. «Es una tabla horaria» que data de 1879, regalo a la ciudad del profesor y geógrafo José Otamendi, el mismo que donó el cañón y la estación meteorológica. «Y esa bandera por la que me preguntáis es la ikurriña», señala.

Más curiosidades. Esta vez es en el entorno del Teatro Victoria Eugenia, donde resurge la historia a través de los impactos de bala, visibles a día de hoy en las fachadas que miran a la plaza y la calle Okendo del Hotel María Cristina, cicatrices urbanas de la Guerra Civil. Cuenta que «estuvieron disparándose de lado a lado, un bando refugiado en el hotel y otro, en el Teatro Victoria Eugenia».

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Continuando la visita, los cubos del Kursaal que asoman al fondo desatan pasiones y rechazo a partes iguales. Lo que sí despierta admiración es el «marco incomparable» de la bahía de La Concha, donde se suceden los selfies. «Ojo, no confundáis lo Viejo con El Antiguo como ponen algunos pisos turísticos. Y el edificio que veis tras el Palacio Miramar no es Hogwarts de Harry Potter, es el Seminario», bromea. La visita termina en la plaza de la Constitución, donde «antiguamente se celebraban corridas de toros, sokamuturra y hasta ejecuciones». Y es aquí donde nos decimos 'gero arte'.

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