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A. S. J.
SAN SEBASTIÁN.
Miércoles, 26 de septiembre 2018, 06:23
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Aunque llevan meses haciendo labores de carpinteros o pintores en la reforma del barco en el puerto de Pasaia, algunos de los tripulantes del 'Aita Mari' ya saben lo que es salvar vidas en el mar. Alberto Cardoso es nadador de rescate, y el año pasado formó parte del equipo del 'Lifeline' en una de sus misiones frente a la costa libia. «Llevo 30 años de voluntario de rescate en la DYA, y aquí estás acostumbrado a salvar a una persona. Allí son muchas a la vez», explica.
Los miembros del equipo de rescate son los primeros en tener contacto con los migrantes que viajan en las pateras a la deriva. «Nunca he visto unos ojos con tanto miedo como los que me encontré allí», asegura Cardoso, que nunca podrá olvidar el día más duro que vivió en aquella misión. «Me dieron un bebé aún envuelto en la placenta. Su madre dio a luz dentro del chandal. Por suerte teníamos una matrona a bordo y el pequeño y la madre sobrevivieron».
La tripulación del buque de rescate no está formada solo por guipuzcoanos. Filippo Aquilino es un enfermero siciliano que empezó a trabajar con Salvamento Marítimo Humanitario en Grecia en 2015, empujado por «la indignación» que le causaba la situación en el país heleno. Formará parte del equipo sanitario del 'Aita Mari', «obligado» a dar la talla para demostrar «que no todos los italianos somos como el primer ministro Salvini». La necesidad de ayudar a los demás fue la que llevó a Ulises Almada a dejar Buenos Aires para venir a Gipuzkoa. Este socorrista tendrá que volver a Argentina en octubre, cuando termina su visa de turista, aunque espera poder volver y rescatar vidas en el mar.
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