«Había un reguero de sangre desde el lugar de los hechos hasta el edificio del acusado»

Para el procesado, la Fiscalía ha mantenido su petición y solicita 11 años de prisión por un delito de homicidio en grado de tentativa y otro de amenazas graves. A los otros dos implicados, uno de ellos padre del acusado, se les atribuye un delito leve de lesiones penado con multa. Por su parte, el abogado de la defensa ha pedido la libertad provisional de su cliente al considerar que «no existen pruebas suficientes que determinen que fue él quien asestó la cuchillada» ni tampoco un riesgo de fuga «ya que toda su familia reside aquí».

Los hechos ocurrieron la madrugada del 19 de diciembre de 2021, sobre las 03.00 horas, cuando al parecer tres varones estaban presenciando una presunta discusión entre un menor de 17 años y su madre en la calle Roteta Goikoa de la capital guipuzcoana. En un momento dado, uno de los hombres intervino y comenzó a increpar al menor, diciéndole de forma repetida «que le iba a matar», según recoge el escrito de acusación de la Fiscalía de Gipuzkoa. En ese instante, el compañero de piso del menor, que estaba presenciando la escena desde el balcón de su casa, bajó para «intentar tranquilizar» al hombre.

Los otros dos varones amigos de este intervinieron en ese momento y comenzaron a golpear al que había bajado a la calle, tirándolo al suelo, dándole patadas y puñetazos en todo el cuerpo. Cuando este hombre se encontraba «en el suelo arrinconado contra una furgoneta», el varón que había intervenido en la discusión entre madre e hijo «sacó un cuchillo y se lo clavó en el abdomen», sostiene el ministerio público. La herida afectó a una arteria, por lo que se generó «riesgo para su vida», y tuvo que ser intervenido de urgencia, ha asegurado en la sala el médico forense encargado de llevar el caso.

Cuando la Ertzaintza se personó en el lugar del suceso, en la calle «ya solo quedaban la víctima y la mujer gritando 'le han apuñalado' mientras trabata de taponar la herida», testificó uno de los policías. «Lo primero que hicimos fue preguntarles qué había ocurrido y pedirles que nos describiesen a los autores de la agresión», añade. Poco después, al ver que la sangre seguía un recorrido concreto, este agente siguió la pista y dio con el edificio de los presuntos agresores. «Avisé de que iba a entrar, pero varias mujeres me dijeron que allí no había nadie más, solo niños».

Sin embargo, el ertzaina decidió acceder a la casa y, una vez dentro, dice haberse encontrado con «tres varones sentados» junto a las mujeres. «Encendí la linterna y en uno de los cuartos, en una cama medio rota y escondido bajo una manta, vi a la persona que los testigos me habían descrito con anterioridad». Según su versión, portaba «la misma camiseta y el mismo pantalón y tenía manchas de sangre».

Preguntado por el estado en el que se encontró al joven, el agente respondió que «nervioso y balbuceaba. Él nos dijo que no había pasado nada, que escuchó gritos pero que no tuvo nada que ver». Su declaración no la sostiene la Fiscalía, que insiste en que «poco después del apuñalamiento, la mujer vio a este con un arma en la mano». «Si a eso le sumamos las amenazas de muerte repetidas al hijo de esta previos a ese día y que todos los testigos han mantenido siempre la misma versión, podemos afirmar que fue él el autor material», explicó.

Por último, el abogado de la defensa se apoyó en la declaración el lunes de la víctima para solicitar una sentencia absolutoria. «Pido su libertad provisional porque hay muchas cosas que no se pueden probar y en diciembre hará dos años en la cárcel. En caso de ser condenado, solicito bajar la pena por el consumo abusivo de cocaína».