La investigadora Elisa Sala participó ayer en las jornadas celebradas en el Kursaal. F. de la Hera

Elisa Sala | Investigadora y consultora social

«Reconocer la soledad cuando estamos en compañía aún es más estigmatizante»

«Somos seres interdependientes y nos necesitamos los unos a los otros, pero hemos caminado en la dirección contraria y hay muchísimo trabajo que hacer», valora

Jueves, 21 de noviembre 2024, 06:35

«Si trabajamos a favor de un mayor sentimiento de pertenencia, a favor de una mayor cohesión comunitaria, probablemente nos sentiremos menos solos», según afirma ... la investigadora de acción social, políticas públicas locales y comunitarias, Elisa Sala, que participó ayer en la 8ª Jornada de Euskadi Lagunkoia, organizada por el Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno Vasco para abordar el reto de la soledad no deseada.

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– ¿Qué nos está pasando como sociedad para que nos sintamos tan solos?

– Es muy importante entender que la soledad es una emoción y que, por lo tanto, es inherente a la vida. Otra cuestión es la magnitud que tiene la soledad hoy en día en las sociedades contemporáneas y las razones que se esconden detrás de esa alta prevalencia del sentimiento de soledad, que ronda el 10% según el barómetro del Observatorio de la Soledad. Creo que hay una necesidad de preguntarnos hacia dónde vamos.

– ¿Hacia dónde caminamos?

– Sabemos que hay una tendencia global de disminución de conexiones sociales y de cada vez una mayor fragilidad en las relaciones como consecuencia de un auge del individualismo, de los cambios en estructuras familiares, de la inestabilidad. Sociólogos como Zygmunt Bauman ya nos explicaban cómo habíamos pasado de vivir en sociedades caracterizadas por estructuras rígidas a vivir en sociedades caracterizadas por la precariedad de los vínculos y la falta de cohesión. Somos seres interdependientes pero hemos caminado en la dirección contraria y hay muchísimo trabajo que hacer.

– ¿Hasta qué punto nos necesitamos los unos a los otros?

– Nos hemos estado diciendo a nosotros mismos que solos podemos llegar a cualquier lado. Y esto no es así. Las personas necesitamos un propósito vital y además, compartirlo con el otro porque es cuando cobra sentido.

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– ¿Cuesta aceptar la soledad?

– Cuesta reconocerla. La pandemia nos ayudó un poco a que se manifestara más abiertamente, pero la soledad sí que se tilda de fracaso social. Si esa persona está sola, por algo será. Si yo me siento sola o no tengo a nadie, algo habré hecho mal. Es un sentimiento que se puede acompañar muy fácilmente de la culpa y de la vergüenza. Además, reconocer la soledad cuando estamos en compañía, si tenemos familia, todavía puede ser más estigmatizante.

– ¿Qué situaciones vitales pueden propiciar este sentimiento de vacío interior?

– En el caso de las personas jóvenes, la soledad se asocia mucho más a transiciones vitales no cubiertas. Por ejemplo, si todos mis amigos han probado el curso y yo no, si tienen novia y yo no... Durante la vejez se asocia más a las pérdidas y a la capacidad de gestionarlas. Pierdo a mis amigos, mis hijos se van de casa, pierdo a mi pareja, etc. En uno de los talleres que realizamos junto con la Fundación Universidad de Salamanca, nos contaba una señora que ella se iba a los parques a buscar bancos donde hubiera alguna persona sentada. Nos decía 'tengo suerte, me siento y me hablan'. Por otro lado, hay que recordar que, aunque la soledad tiene una dimensión muy relacional, también abarca otra muy existencial que tiene que ver con el sentido y el propósito de la vida. Si yo era una persona empresaria o una mujer que cuidaba a todo el mundo y ya no tengo esa posibilidad de desarrollar esa parte de mí, ahí es donde se produce también ese sentimiento.

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– Se tiende a asociar la soledad no deseada con las personas mayores.

– Es una creencia que hemos tenido a lo largo de la historia y de hecho es el colectivo que más se ha investigado por esa asociación, pero la última encuesta del Observatorio SoledadES nos habla que el 25% de la población joven se siente sola. Lo que nos falta es conocimiento e investigación sobre la vivencia de soledad en otras etapas vitales.

Efectos en la salud

«Hay una gran cantidad de artículos que vinculan la soledad con mayor riesgo de sufrir desde obesidad hasta deterioro cognitivo»

¿Qué efectos puede causar sobre la salud física o psicológica?

– Existe muchísima literatura empírica que nos habla de que la relación entre la soledad y la salud es un círculo vicioso. A mayor soledad, peor salud. A peor salud, mayor sentimiento de soledad. Hay muchísimos artículos desde la medicina y la psicología que la vinculan con un aumento de la presión sistólica, una mayor probabilidad de sufrir un deterioro cognitivo, un mayor riesgo de obesidad, trastornos del sueño y riesgo de muerte prematura.

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– ¿Se puede prevenir?

– Por supuesto, sobre todo desde el ámbito comunitario. Si trabajamos a favor de una mayor cohesión comunitaria, a favor de un mayor sentimiento de pertenencia, de una mayor interdependencia, si vamos en contra de todos esos valores tan individualistas, probablemente nos sentiremos menos solos. Una persona siempre se sentirá menos sola si sabe que puede contar con sus vecinos, por ejemplo. La confianza a escala comunitaria también nos da una seguridad y nos hace sentirnos menos solos.

– ¿De quién es la responsabilidad de poder salir de una situación de soledad?

– Yo creo que aquí responsabilidad tenemos todos. La soledad es un sentimiento y es subjetivo, pero detrás hay muchos elementos que tienen que ver con las estructuras sociales, culturales y económicas que hemos construido. Si yo vivo en un barrio donde no hay accesibilidad, no hay transporte y no me puedo mover ni llegar a las personas a las que quiero, probablemente tengo más riesgo de aislamiento. Si yo tengo 30 años y quiero irme a vivir sola porque tengo un proyecto vital de tener pareja e hijos, pero resulta que mi sueldo es súper precario, no puedo acceder a una vivienda, etc. es posible que me sienta sola en esta lucha contra el mundo.

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Aunar esfuerzos y optimizar recursos ante la soledad no deseada

Donostia acogió ayer la VIII Jornada de Buenas Prácticas europeas en amigabilidad, que estuvo centrada en el reto de la soledad. La consejera vasca de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, que inauguró el encuentro celebrado en el Kursaal junto con el alcalde de Donostia, Eneko Goia, resaltó la importancia del trabajo en red y de «aunar esfuerzos» para combatir la soledad no deseada, «conscientes de que una institución o una entidad por sí sola no puede afrontar este gran reto».

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