«Los protocolos funcionan todo lo que pueden, faltan más recursos»
La psicopedagogaMireia Centeno pide «más ratios» porque «no podemos detectar casos en sitios donde no hay presencia de personas adultas»
El reciente suicidio de la joven sevillana de 14 años Sandra Peña ha despertado una ola de indignación y conmoción. A la pérdida irreparable se ... une el toque de atención que interpela a toda la sociedad, desde la escuela, hasta las familias o la administración, según expone la psicóloga y psicopedagoga infantil y juvenil Mireia Centeno. «Son casos que de vez en cuando pasan y están ahí, pero nos pone un poco en nuestro sitio y vemos lo que está pasando; es como la punta del iceberg de un problema de base bastante grande», advierte.
El caso ha desencadenado un debate urgente sobre la validez de los protocolos actuales para proteger a las víctimas, la falta de respuestas eficaces así como la responsabilidad de las instituciones para evitar cualquier situación de acoso escolar. En este sentido, Centeno considera que «los protocolos funcionan todo lo que pueden funcionar. Esto es un problema social. Tenemos clases de 30 alumnos con un solo profesor, en un entorno con mil familias diferentes, con sus valores, y al final se hace imposible, eso para empezar. Y luego vivimos en una sociedad bastante violenta, eso es lo que no funciona».
Aunque en los últimos años se han impulsado campañas de prevención, los casos de bullying siguen llegando a las consultas de los profesionales y dejan en evidencia que aún queda trabajo por hacer para detectar y proteger a tiempo. «Hacen falta ratios mucho más pequeños, porque son enormes;educación emocional en las escuelas;más presencia de profesionales de la salud mental y por supuesto, la sensibilización» en torno a un tema que ha dejado de ser «cosas de niños», según observa esta experta, que añade cómo existe una «mayor consciencia» de lo que es el bullying. «No es que hayan incrementado los casos, sino que somos más conscientes y sabemos identificarlo y ahora todo el mundo, tanto profesores como alumnos tienen más herramientas para decir, 'oye, eso es bullying, no se puede permitir, eso no se tolera'. Cada vez más chavales que vienen a la consulta lo hacen con el nombre puesto porque ya lo han hablado en clase».
A pesar de existir una mayor sensibilidad, aún resulta difícil dar con muchas historias que permanecen ocultas bajo el silencio o el miedo, por lo que el acoso continúa ocurriendo entre las sombras. «No podemos detectar casos en sitios donde no hay presencia de personas adultas y no podemos poner cámaras de vigilancia en todas partes. Cuando hay acoso escolar, los niños y las niñas no van a hacerlo delante del profesor que está ahí en clase, lo van a hacer en momentos en los que no hay tanta supervisión».
En este contexto, las redes sociales han amplificado el sufrimiento de las víctimas. «Antes se hacía bullying en el mundo real y ahora tenemos también el mundo virtual, y lo que antes se reducía a 6 horas de clase de horario escolar, ahora son 24 horas, 7 días a la semana. La influencia es total en ese sentido», señala Centeno.
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