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«Estábamos obligados a levantar el 'Motxo' sin tocar el flysch»

Este martes se cumplen quince años desde que encalló el pesquero bermeano frente a la costa entre Deba y Zumaia. Su remolcado fracasó y se quedó un mes en las rocas hasta su posible extracción a principios de diciembre

Lunes, 3 de noviembre 2025, 00:00

«Lo recuerdo como uno de los operativos más complejos que hemos tenido». Así define Patxi Usabiaga 15 años después, el rescate que tuvo que ... hacer su empresa de grúas del 'Motxo', el pesquero bermeano que con nueve arrantzales a bordo encalló en la rasa mareal del flysch de Elorriaga, entre Deba y Zumaia.

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El siniestro como tal ocurrió el 4 de noviembre de 2010, pero la retirada del pesquero no se produjo hasta un mes después. El barco partió de su puerto base a las 18.00 horas del día anterior y a partir de las 03.30 horas se quedó al frente del navío el patrón al mando. Hasta ese momento, la tripulación había tratado de localizar bancos de pesca entre Bermeo y Ondarroa. El centro de coordinación SOS-Deiak recibió un aviso de madrugada de una alerta frente a la costa guipuzcoana. Un buque no identificado pidió ayuda para el 'Motxo' que, según desveló, se hallaba en clara deriva hacia las rocas.

En los instantes posteriores, el barco embarrancó en las rocas y quedó apoyado sobre su quilla en la zona intermareal del flysch, con una pequeña escora a estribor y las luces encendidas. Tras encallar, los nueve miembros de la tripulación fueron rescatados por los equipos de salvamento.

El informe elaborado por la CIAIM determinó que la falta de una vigilancia «eficaz» en la navegación fue la causa más probable del accidente. El texto concluyó que en el momento del siniestro, el patrón y única persona en el puente «llevaba once horas de guardia, por lo que es probable que su estado fuese de cansancio, aburrimiento o distracción», detalló.

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Una vez encallado, el barco permaneció a merced del oleaje hasta que al día siguiente se llevó a cabo un intento de reflotado. La operación no pudo salir peor. Todo lo que podía salir mal, salió mal. Cuando el remolcador comenzó a tirar, el pesquero se escoró y volcó sobre el costado de babor. El agua penetró en las bodegas y a partir de ese momento se desvanecieron todas las esperanzas que había para devolverlo al mar.

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En ese momento fue cuando la empresa Gruas Usabiaga recibió una llamada. «Nos llamó la Diputación para que colaboraramos con ellos en tratar de retirar el barco», relata Patxi Usabiaga, dueño de la compañía ordiziarra. En aquella llamada, lo primero que les advirtieron desde la Diputación era de que para la extracción del pesquero, las rocas del flysch tenían que mantenerse «intactas». Una tarea «compleja» pero se pusieron manos a la obra.

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El buque descansó sobre las rocas durante prácticamente un mes, virtiendo carburante y aceite sobre un entorno protegido, a la espera de que se «habilitara un camino apto para poder introducir una grúa de 30 metros de altura». La operación requería de tiempo. «Si no podíamos retirar el barco desde el flysch, la única solución era hacer una explanada», afirma Usabiaga. Desde el agua tampoco era una opción. «Si lo hubiéramos realizado desde el mar, nos hubiéramos visto obligados a levantar cada roca del flysch», añade.

Por lo que pocos días después del siniestro y mientras la embarcación vertía gasóleo, comenzaron los trabajos de aplanamiento para que la grúa pudiera acceder al lugar más cercano para poder extraer el pesquero.

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El proceso fue largo. Cuenta Usabiaga que fue el 5 de diciembre, es decir, un mes después, cuando ya trajeron desde Coruña «una grúa de mil toneladas que teníamos construyendo el puerto exterior de allí». Porque de las 134 toneladas que se estimaba que pesaba el 'Motxo', pasaron a ser 184. En aquella época «no había en el país ninguna grúa capacitada para levantar pesos de esa magnitud».

Pero claro, traer una grúa de esas magnitudes no era tarea fácil. 32 camiones hicieron falta desde Galicia para traerla a tierras guipuzcoanas, obviamente desmontada. Una vez aquí, la única viabilidad que había para introducirla era por la «explanada natural que habían habilitado». Lo hicieron gracias a unos camiones 'oruga' y necesitaron cuarenta viajes con este tipo de vehículo para acercar cada pieza de la grúa al lugar más próximo que les dejaban desde la Diputación para extraer el pesquero. Sin embargo, el mal tiempo dificultó la operación. Viento, lluvia y un barrizal por el que era «poco menos que imposible de transitar» complicó el trabajo. Ese era el principal problema al que se enfrentó el personal que desde hacía una semana trabajaba en la retirada de la embarcación.

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En total eran 5 personas las encargadas en efectuar el operativo. Una vez logrado y gracias a una grúa auxiliar, pudieron montar el güinche. Dos días fueron los que tardaron en construirla, una mañana en retirar el pesquero, otro par de días en desmontar la grúa y alrededor de una semana en trocear el barco para retirar los restos.

«Un éxito rotundo»

Alrededor de 150 miradas o 300 ojos. «Muchas miradas estaban pendientes a lo que hacíamos», relata Patxi. Demasiada gente pendiente de que todo saliera como estaba previsto. Pero resultó ser un «éxito rotundo». «Tuvimos que colocar la grúa a unos 60 metros de distancia y una altura de 30». Aquella era la única «viabilidad» para retirar el pesquero y dejar «intacto» el flysch.

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Los preparativos dieron comienzo prácticamente al amanecer del día 9 de diciembre con la colocación de los contrapesos. Las labores de izado empezaron poco antes de la una y media de la tarde y cuarenta minutos fueron necesarios para levantar el 'Motxo' de las rocas. Atrás quedaban días de trabajo, horas de lucha contra las inclemencias meteorológicas y momentos de incertidumbre por imprevistos de última hora. Sin duda, «uno de los operativos más complejos» que han tenido que realizar desde la entidad ordiziarra porque «tuvimos que levantar el pesquero sin tocar el flysch».

Tres días más tarde y el pesquero ya levantado, el 'Motxo' comenzó a ser desguazado. Las labores se prolongaron durante toda una semana para retirar el pesquero. Se despiezó en diez pedazos, comenzando desde la proa y su popa. El pesquero pasó a convertirse en pedazos de hierro que pudieron ser retirados de los acantilados. Tras finalizar los trabajos se regeneró toda la zona afectada de Elorriaga y el nuevo destino del elevador fue Huesca. Así se dio por finalizado el trágico incidente ocurrido el 4 de noviembre, que tardó más de un mes en solventarse, y el 'Motxo' dejó de ser un barco pesquero.

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