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El Gobierno Vasco está decidido a que los menores vuelvan al cole en septiembre. «No tengo ninguna duda», afirmó la consejera de Educación Cristina Uriarte en una entrevista a este periódico. Con el último trimestre cursado desde casa, toca pensar en cómo habrá afectado este periodo a los niños, cómo será esa vuelta a las clases y cómo se adaptarán los alumnos a la misma. Mireia Centeno, psicóloga y psicopedagoga infantil en Gipuzkoa con experiencia en colegios del territorio, opina que su capacidad de adaptación será un aspecto a su favor y no cree que se den secuelas emocionales o psicológicas de forma generalizada.
- El 7 de septiembre es la fecha para la vuelta al cole presencial en Euskadi. ¿Cuánto lo necesitan los niños ?
- Es necesario, sobre todo para los menores a partir de 6 años, porque a nivel de aprendizaje empiezan a necesitar unas guías y a nivel emocional y social demandan esa rutina de ir al cole y socializar con los amigos. Con los más pequeños esas necesidades se pueden cumplir en casa, pero más mayores no es tan fácil, los padres no están preparados para ello y no cuentan con las herramientas necesarias. Además, también es una necesidad social, porque la conciliación es casi imposible, aunque se teletrabaje. Responder a las necesidades de los hijos y a nuestra responsabilidad laboral está siendo muy difícil.
- ¿Qué carencias genera en los niños no ir al colegio? ¿Estos meses pueden afectar a su desarrollo educativo o emocional?
- Depende de la edad. Para los pequeños de 0 a 5 no es tan evidente esa necesidad porque a nivel social la base de la socialización se construye sobre todo con la familia, y a nivel de aprendizaje todavía aprenden de forma muy instintiva con herramientas que se les pueden facilitar en casa. A partir de los 5 años, sin embargo, necesitan socializar en un espacio propio, con niños de edades parecidas, tener autonomía fuera de casa. Desde los 13-14 existen muchas herramientas que ayudan a socializar, como los móviles y las redes sociales, con los que esa necesidad se puede satisfacer, pero de 6 a 12 no tienen otra forma que no sea yendo al cole o en las extraescolares. Con la supervisión de padres pueden hacer videollamadas, pero no las tienen a mano. A nivel de aprendizaje, los que más necesidades tienen son los alumnos de primaria, porque todavía no saben estudiar de forma autónoma. Son edades en las que entran contenidos específicos, con idiomas y otras materias, que los padres no conocen. Y tampoco es su papel, lo que ha creado malestar en muchas familias, porque tener que ser el profesor de los hijos es una carga y se acaba notando en la relación. De todos modos, lo que no hayan aprendido estos meses lo van a recuperar enseguida al volver. Y además han aprendido otras muchas cosas que también son muy importantes.
- ¿Como cuáles?
- En muchas familias, por lo que he percibido, esta crisis ha servido para pasar tiempo juntos, para estar más presentes. Nos hemos dado cuenta de lo poco que estamos con los hijos y en la mayoría de casos ha sido muy enriquecedor. Y los niños han aprendido nuevos valores y a cumplir ciertas normas sociales para ayudar a los demás, que de otra forma no hubieran hecho.
- Y todo ello a pesar de las prohibiciones de no poder salir a la calle o ver a sus seres queridos.
- Eso ha sido especialmente complicado para los más pequeños, porque por mucho que lo expliques no lo llegan a entender. Pero me ha sorprendido gratamente lo bien que lo han llevado, los niños han sido el ejemplo a seguir. Porque con todas las limitaciones que han tenido, se han adaptado y han cumplido, en muchos casos mejor que los adultos.
- ¿Qué supondría un inicio del curso de nuevo online a causa de un rebrote?
- Sería una situación difícil de llevar. Todo el peso recaería de nuevo en las familias y sería muy difícil, porque si solo tuvieran que ocuparse de la educación de sus hijos aún, pero además también tendrían que cumplir con el trabajo. Y ese peso crea un estrés que se traspasa a los niños.
- Algunos expertos afirman que estos meses de confinamiento pueden provocar secuelas psicológicas, como el miedo al virus o a salir a la calle, el conocido como síndrome de la cabaña.
- Creo que es algo que dependerá de la realidad de cada hogar. Pero si poco a poco volvemos a la normalidad y la situación sanitaria sigue mejorando no creo que los niños vayan a tener miedo a la calle o que les vaya a afectar ningún síndrome. Otra cosa es que hayan sufrido una pérdida personal y hayan pasado un duelo, eso sí podría dejar secuelas. Pero si a nivel emocional han estado estables, no tiene por qué. Además el miedo es un sentimiento que se traslada. Es lógico tener respeto al virus, pero si los padres manifiestan un temor irracional los niños también lo harán. Aunque realmente ahora no tenemos la información suficiente para saber si los miedos respecto a la Covid-19 son racionales o irracionales. Es muy difícil de gestionar.
- ¿No cree por tanto que vaya a haber un repunte de pacientes menores de edad en las consultas de psicología?
- Esta situación ha sido muy complicada para todos, y en personas que ya tenían algo de predisposición a la ansiedad y la depresión esas patologías se han acentuado, especialmente en los casos de soledad. Al final la base del bienestar emocional es la socialización. En el caso de los niños, es más difícil saber si esos episodios son algo propio provocado por su alrededor. El entorno influye mucho en ellos. Si los padres están ansiosos ellos también lo van a estar. Estoy segura de que ha habido casos de malestar familiar y eso puede llegar a repercutir en la salud mental de los niños. Si en estos meses ha habido gritos y castigos constantes les habrá afectado mucho.
- ¿Cómo van a acoger las medidas de seguridad a mantener, como la distancia con los compañeros, llevar mascarilla, etc?
- No lo llevarán tan mal. Repito que los niños y niñas son los que mejor se han adaptado ha esta situación tan nueva y extraña. Se les hará raro, como a todos, pero se acostumbrarán a las medidas con las que ya se han ido familiarizando estos meses y que incluso han llegado a interiorizar, como el lavado de manos. Sin duda lo más difícil va a ser lo del distanciamiento social. A ver cómo evitamos que los niños jueguen entre ellos y se toquen, si a los adultos ya se nos hace difícil.
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