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Fatou Cisse conversa con Nerea, la orientadora del programa Emaktiva. DV
Empleo inclusivo

«Algunos ni me miraban, otros me insultaban»

Desde que llegó a Lasarte-Oria, Fatou Cisse no ha dejado de buscar un trabajo. Al final lo ha encontrado

Javier Guillenea

San Sebastián

Viernes, 10 de junio 2022

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Fatou Cisse comienza a decir lo que ha hecho en los últimos tres años y da la sensación de que no va a parar nunca. Desde que llegó al País Vasco procedente de Dakar, en Senegal, para reunirse con su marido en Lasarte-Oria, no ha dejado de buscar su camino. El color de su piel y el pañuelo con el que oculta su pelo no le han sido de ayuda en su empeño constante, casi obsesivo, por encontrar trabajo, aunque al final lo ha conseguido. También es verdad que aún le falta mucho por andar, pero se le ha presentado una oportunidad y no está dispuesta a perderla. «Está en periodo de prueba y de momento la empresa ha valorado muy bien su trabajo», asegura Nerea, la orientadora que ha acompañado a Fatou en su búsqueda de empleo.

Desde hace una semana trabaja como teleoperadora en una empresa de Hernani. Gracias a su dominio del francés es la persona perfecta para atender llamadas de emergencia de clientes franceses en apuros y ponerles en contacto con los técnicos. Ha conseguido el trabajo gracias a los buenos oficios de Emaktiva, un programa de Ede Fundazioa dirigido a la mejora de la empleabilidad de mujeres con dificultades de acceso al empleo que desde 2020 colabora con la Diputación de Gipuzkoa. El ente foral ha ayudado a conseguir un contrato de trabajo a 2.600 personas en riesgo de exclusión por medio de la estrategia Elkar Ekin Lanean para el empleo inclusivo.

Fatou, que prefiere que no se vea su rostro en las fotos por timidez, tiene una hija de tres años, Hadissa. Durante sus primeros dos años en Lasarte-Oria cuidó de la niña a la vez que estudiaba sin parar. En Senegal obtuvo el título de asistente de recursos humanos y trabajó en una ONG, y en cuanto llegó a Euskadi se puso a ampliar su formación. «He hecho cursos de Lanbide de gestión de nóminas, gestión de recursos humanos y gestión de pago electrónico. Quería mejorarme, saber lo que pasa en España, conocer cómo funciona», explica. También se apuntó a un curso de ayudante de cocina porque sintió la necesidad de «salir para relacionarme con gente y mejorar mi castellano».

«No es verdad que no queramos trabajar», asegura Fatou. En Euskadi trabajó primero vendiendo bebidas en una cadena de comercios fronterizos y después como captadora de socios para la ONG Oxfam. Este último fue un empleo ingrato en el que se veía obligada a permanecer horas en la calle para recibir a cambio en muchas ocasiones la incomprensión de los peatones, si no algo peor. «Había gente que ni me miraba y algunos me insultaban».

«Mi cara africana»

«Yo me buscaba la vida, no he parado de buscar trabajo», asegura. Envió infinidad de currículos en los que demostraba estar sobradamente preparada, pero no había manera de que le ofrecieran algo parecido a un contrato. «Mi cara africana molesta un poco», dice. Con la ayuda de Emaktiva logró que le citaran para una entrevista en una agencia de seguros y en un hotel en el que ofrecían un puesto de recepcionista. En este último lugar todo fueron buenas palabras y le dijeron que se pondrían en contacto con ella a la semana siguiente. «No lo hicieron, les mandé un mensaje y no me contestaron. Nerea envió después otro y le contestaron que ya le llamarían, pero no lo han hecho».

Las negativas no la detuvieron. «La suerte no llega a casa a tocar a la puerta», asegura Fatou. En cuanto aparecía en Emaktiva una oferta de trabajo, ella se presentaba voluntaria para ocuparla sin perder tiempo. «Estaba dispuesta a trabajar en todo, pero le dijimos que esperara un poco hasta encontrar algo en condiciones», explica Nerea, la orientadora que la ha acompañado en su proceso de inserción laboral. Fatou lleva muy poco en su nuevo empleo y aún no sabe si lo conservará, pero se la ve contenta. «Necesitaba tener una oportunidad», dice. Ya la ha conseguido.

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