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Avalancha de calzado para los refugiados de Lesbos
Zaporeak. Miles de ciudadanos se acercaron a los puntos de recogida con bolsas repletas de zapatos. Solo en Donostia recogieron 15.000 kilos. Los primeros saldrán a Grecia esta semana
Sentado bajo la lluvia en un banco de Lesbos, con una cazadora con capucha, pantalones largos y un plato de comida, pero con unas chancletas ... en los pies, que se mojaban hasta empaparse cada vez que una gota llegaba al suelo. Así almorzaba un refugiado en el campo de Moria, en Grecia, cuando el presidente de Zaporeak, Peio García Amiano, captó una instantánea que le hizo reflexionar sobre la necesidad que tienen estas personas de un calzado digno para el invierno. Dicho y hecho. La asociación ha llenado solo en Donostia tres tráilers, o lo que es lo mismo, unos 15.000 kilos entre cajas repletas de botas y deportivas, para ayudar a los refugiados que llegan a la isla griega «solo con lo puesto, sin dinero y sin ninguna ayuda para comprar ropa y calzado de abrigo».
Se esperaba que la respuesta de la ciudadanía fuera buena, pero resultó ser aún mejor, «un éxito rotundo. Una locura», admite García Amiano, «muy agradecido» a la colaboración de toda la sociedad, que desde las 9.30 de la mañana de este sábado se acercó a diferentes puntos del territorio, Euskadi y hasta Navarra para aportar su granito de arena. En la Diputación de Gipuzkoa, en Donostia, ya recibieron las primeras bolsas el jueves y el viernes. «Tras la pandemia, la gente tenía muchas ganas de salir y ayudar». Esta, además, es una forma «muy sencilla» de cooperar, «porque casi todos tenemos zapatos que no usamos en casa».
«La situación en Grecia es muy mala. Es el peor momento de los últimos años», se lamenta Amiano
Y, efectivamente, la mayoría de quienes participaron en esta recogido lo hicieron con esas deportivas que un día compraron y que solo se han puesto tres veces, o esas botas de monte que usaron para subir el Adarra hace dos años, y ya ni se acordaban que las tenían, como es el caso de Mario Pena y su hijo David, de San Sebastián. Llevaron a los stands de la plaza de Gipuzkoa zapatos suyos, pero también de sus familiares. «Un amigo del colegio nos avisó de la recogida y nos pareció una muy buena idea», admiten, orgullosos de su aportación: «Menos da una piedra».
Gracias a personas como ellas, o como las donostiarras María José Mendizabal y Maider Igoa, que acudieron a la cita con seis pares de botas y zapatillas, los refugiados que este invierno esperan en Grecia el momento en el que poder seguir su camino hacia Europa lo harán un poquito más protegidos contra el frío, aunque en una situación «muy mala. Es el peor momento de los últimos seis años», denuncia García Amiano. No solo en Lesbos, sino en toda Grecia. «Atenas está hecho un desastre».
«Invierno muy duro»
Desde la quema de Moria, en septiembre de 2020, nada ha vuelto a ser como antes. Si sobrevivir en aquel campo ya era complicado por aquel entonces, el día a día de los refugiados se ha convertido en un 'sálvese quien pueda' desde entonces, y «si se les puede ayudar con algo tan sencillo como el calzado, por qué no hacerlo», insisten Mendizabal e Igoa. «El invierno es muy duro en Grecia. No tienen nada. Las autoridades suben a los refugiados de la isla a Atenas y se quedan ahí tirados sin nada», lamenta García Amiano, que ha visto con sus propios ojos la realidad de Grecia. «Ya no les dan nada. A cambio, les ofrecen un papel para que puedan buscar trabajo, pero ni siquiera les dan la residencia. Es una ruina».
Es «tan dura» la vida de estas personas cuando llegan al país griego, que desde Zaporeak, que normalmente se encargan de alimentar a los refugiados en Lesbos, están barajando «hacer algo» también en Atenas. No obstante, todavía no tienen el proyecto definido.
La asociación necesita voluntarios para clasificar los zapatos en el almacén el lunes y el martes
Lo que sí que saben a ciencia cierta es que la recogida de ayer fue épica. Una más para recordar, junto con la de la de ropa de abrigo de 2018, si bien esta ha tenido una respuesta aún mayor. En Zarautz, no se esperaban «tal avalancha de gente», en palabras de una de las voluntarios de Hotz, Arantxa Berazadi. Además de los zapatos que puede tener cada uno en su casa, percibieron un gran número de paquetes con «calzado nuevo», informa Antxon Etxeberria, igual que en Donostia y otros municipios, donde vecinos que no tenían calzado disponible en su casa decidieron comprar zapatillas y botas para donar. No querían quedarse sin aportar.
Ahora, Zaporeak tiene tres largos días por delante, en los que clasificar el calzado en su nave de Martutene va a ser su misión principal. La asociación espera enviar los primeros trailers o contenedores a mediados de la semana que viene, dependiendo del número de voluntarios y la rapidez con la que ordenen los zapatos, dividios en cajas para niños, hombres y mujeres. Desde la asociación hacen un llamamiento para que voluntarios se acerquen al almacén el lunes y el martes a ayudar con la clasificación.
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