1916 | Recordando a Jose María Usandizaga
Ayer, domingo, 24 de septiembre de 1916, desde primeras horas de la mañana, la ciudad vivió un auténtico jolgorio que venía de todas partes. Ya fueran los que llegaban en el ferrocarril del Norte, ya los de la costa, en tranvías, carruajes e incluso andando, auténticas riadas de personas caminaban hacia las calles del centro, acompañadas por numerosas bandas de música, estudiantinas, gaiteros, txistularis... «que en cualquier acera improvisaban un salón de baile o animaban atrevidos calejiras».
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Con esfuerzo, los municipales abrieron paso entre la multitud para que el Orfeón Donostiarra, promotor de la construcción del monumento dedicado a José Mari Usandizaga en la plaza de Gipuzkoa, pudiera acceder al mismo a los sones de 'Mendi Mendiyan' y el pasodoble 'Donostiyaco calean', compuesto por Cándido Soraluce, tío de Usandizaga, interpretados por la Banda del Regimiento Sicilia.
Pronto hizo su entrada la Corporación Municipal con maceros y atabaleros, presidida por el alcalde accidental, Adrián Navas, ocupando lugar de honor la Comisión del Monumento con su presidente Javier Peña y Goñi.
La inauguración del monumento por su memoria fue el mayor alarde musical conocido en la ciudad El Orfeón Donostiarra fue el promotor de la construcción de la obra dedicada al popular compositor
Era llegado el momento de que los presidentes de la Diputación, (Zavala) y del Consejo de Ministros (Conde de Romanones), escoltados por miqueletes, recibieran en los soportales del Palacio Provincial al rey Alfonso XIII y a la reina Victoria Eugenia, para acompañarles hasta el balcón central del edificio, desde donde presenciaron el acto de la inauguración junto al Nuncio de Su Santidad.
Tomada la palabra por Peña y Goñi, presidente del Orfeón, para hacer entrega del monumento a la Ciudad, el alcalde respondió exaltando la obra del compositor, fallecido el año anterior, y ambos procedieron a descubrir la escultura encargada al catalán José Llimona, que «apareció como sencilla, artística y de buen gusto», destacando, en mármol blanco, el busto de Usandizaga sobre una columna «que luce a sus pies una alegoría de la inspiración».
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Cantó el Orfeón Donostiarra mientras se hacía una ofrenda floral en nombre de las niñas ciegas de San Rafael, y «las señoritas del Orfeón vertieron numerosas flores sobre el monumento, conmoviendo al público y arrancando lágrimas a los recatados ocupantes de un balcón casi perdido en lo alto del edificio provincial: eran los padres de José Mari».
Y comenzó la algarabía cuando ondearon las banderas y estandartes de las agrupaciones musicales venidas de la provincia, entre las que se encontraban las de bandas de Madrid, Regimiento Sicilia, Rentería, Lezo, Azpeitia, Elgoibar, Tolosa, Andoain, Motrico, Acoitia, Oñate, Eibar, Irún, Vergara, Beasain, Deva, Fuenterrabia, Hernani, Mondragón, Placencia, Zumaya y Zumárraga (se respeta la ortografía de la época), terminando todas ellas con el canto del 'Gernikako arbola'.
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Ya anochecido, concluido el alarde musical celebrado en la plaza de toros en el que intervinieron 25 bandas, los trenes, coches y tranvías devolvieron a cada cual a su punto de origen y la Estación del Topo y del tranvía a Tolosa de la calle Peñaflorida, cerrada durante el día, volvió a recoger pasajeros.
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