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Lluvia, inundaciones y pesca en la Avenida de Madrid. KUTXATEKA

1947 | Llovía... pero no tanto

Javier Sada

San Sebastián

Lunes, 29 de agosto 2022, 07:51

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No era una ciencia exacta, pero estaba muy extendida la idea de que en San Sebastián llovía los tres meses de verano. El persistente sirimiri, en el imaginario popular, estaba tan ligado a nuestro veraneo como la playa o los conciertos del Boulevard.

Todo ello colaboraba al enfriamiento del agua de mar al que debía entrarse poco a poco, no de cuerpo entero, para evitar congestiones en el cerebro y los pulmones y, salvo las personas robustas, no permanecer en el baño más de cinco o diez minutos, saliendo rápido al sentir el primer escalofrío.

Así las cosas, es fácil comprender las dudas que muchas familias de veraneantes tuvieron, entre los 50 y 60, cuando trataban de entender a sus hijos que, «no sabiendo disfrutar de este magnífico clima, cuya lluvia limpia las calles y permite dormir plácidamente, prefieren sufrir el calor de otras playas, bailar al aire libre por la noche y, en suma, practicar el culto al sol».

Se alcanzaron los 36,6 grados a la sombra, 40 en la plaza Guipúzcoa, 43 en la Avenida y 53 en Miraconcha

«Manía que nos tienen», decían algunos, cuando el año 1947 fue necesario cortar durante algunas horas el suministro de agua en las casas durante la Semana Grande, porque «aunque llueve, pero no tanto», hay que prever que los 70.000 metros cúbicos de agua existentes en el embalse de Artikutza no sean suficientes», porque «nadie podía saber cincuenta años atrás que la ciudad iba a crecer tanto».

También es justo reconocer que, leemos en 'El Diario Vasco' del 19 de agosto de 1947: «Ayer fue, en San Sebastián, el día más caluroso del año». Un día tórrido al que no estamos acostumbrados, ecuatorial, ratificado tanto por los procedimientos oficiales como por los oficiosos

El director del Observatorio Meteorológico de Igueldo, señor Santamaría, dijo que la temperatura máxima del día había sido 36,6 grados a la sombra, pero que fue más, porque los termómetros se hallaban instalados en una garita de madera, con persianas, por la que corría el aire, y situada a la sombra sobre suelo de hierba.

Cortes de agua en las casas, de cuatro a nueve de la tarde y de las doce de la noche a las ocho de la mañana

Un paseo llevó hasta la plaza de Guipúzcoa al cronista, Alfredo R. Antigüedad, donde se encontró con el escritor Serrano Anguita, pudiendo comprobar, ambos, que el termómetro marcaba 40,5 grados. Siguió el paseo hasta la Avenida donde el termómetro de la Casa Epelde marcaba 43,5. No estaba el día para mucho trajín urbano pero nuestro cronista llegó hasta Miraconcha y, detrás del Hotel Ursula, pudo «disfrutar» de 53 grados aunque, en el horizonte, ya anunciaban su llegada «gordas nubes» que, precedidas por truenos y relámpagos, cumplieron el dicho: «ya está lloviendo en San Sebastián».

Repasando viejos escritos, puede leerse cómo Pablo Gorosabel opinaba que «disfrutamos de una temperatura media de 5 grados en invierno y 20 en verano», recordando como casos extremos los 11 grados bajo cero de diciembre de 1829 y los 10 de diciembre de 1853. «Ese clima templado, escribía, hace que los guipuzcoanos, especialmente los que viven en el campo, lleguen a edad avanzada llenos de robustez, aunque en las mujeres de Legazpia, Gaviria y Mutiloa abundan las paperas por vivir en valles estrechos y profundos».

El Boletín de la estación meteorológica de Sebastián publicaba en 1900 datos correspondientes a los dos años anteriores: durante 1898 cayó en la ciudad 1.201 milímetros de lluvia, y 974 en 1899. Dichos años la temperatura máxima alcanzada en agosto fue de 35,4 grados a la sombra en 1898 y 37,6 en 1899. El frío alcanzó hasta tres y dos bajo cero en 1898 y 1899, respectivamente, siendo la temperatura media de dichos años 14,6 y 15,4 grados. Llovió 153 días en 1898 y 115 en 1899.

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