La calle de la memoria
1970 | En tren (o autobús) como sardinas en lataEse momento de estupor, quizás hasta de sudor frío, cuando los viajeros asiduos que esperan en la estación del Norte a un tren que siempre ... va lleno comprueban que en vez de los cuatro vagones habituales sólo trae dos y volverá a tocar sentirse cual sardinas en lata...
Las quejas hacia el servicio ferroviario han sido una constante en las páginas de DV, por temporadas con mayor o menor presencia. En la edición del 17 de octubre de 1970, mediante la carta de «un grupo de lectores» que había hecho un seguimiento y narraba lo sufrido durante tres días en la donostiarra estación del Norte...
Primer caso, ¡a los autobuses!: «Día 9-10-70. Tren 7,13 horas en San Sebastián: Llega el tren; el público se dispone a subir al mismo, pero en ese momento suena una voz por los altavoces que 'RUEGA' a los señores viajeros abandonen el tren y se sitúen en los autobuses dispuestos para continuar el viaje, pero ante la sorpresa de los señores que se trasladan a su trabajo por medio de la Renfe (...) resulta que deben ir como sardinas en lata, llegándose, encima al extremo de que uno de los chóferes (muy cumplidor de las normas) se niega a arrancar el vehículo si es que no baja un cierto número de viajeros».
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En octubre de 1970 arreciaron las quejas contra el servicio ferroviario. Viajeros que eran obligados a cambiar el tren por el autobús, incluso una vez con vuelta al tren. Cuatro vagones que pasaban a ser dos, con el consiguiente riesgo, retraso e incomodidad...
«Resultado: Fuerte malestar entre los trabajadores, incomodidades y un retraso de media hora en la entrada al trabajo, con su consiguiente reducción en jornales».
Se preguntaban si no podían haber avisado antes y haber dispuesto de suficientes vehículos.
Segundo caso, ¡al autobús! ¡ah, no, al tren otra vez!: «Día 15-10-70. Mismo tren. Nuevamente se repite la historia, pero con mayores agravantes, ya que esta vez se da el aviso cuando los viajeros de San Sebastián se han situado dentro del tren y solamente había un autobús preparado; no acaba ahí la historia sino que después del alboroto consiguiente para lograr entrar en él, notifican que nuevamente se debe volver al tren, que va a proseguir viaje».
Los lectores viajeros ahí ya estallaban: «¿Se han planteado los empleados de la Renfe que adoptan estas medidas que no están tratando con niños y que no están jugando? ¿Que en un momento dado los viajeros pueden perder la paciencia?».
Incomodidades
Tercer caso, la mitad de vagones: «Día 16-10-70. Mismo tren: Al presentarse éste en las estaciones los viajeros observan con estupor que normalmente suele traer consigo cuatro coches (los cuales no suelen ir precisamente muy holgados) y sin embargo en el día de la fecha solamente lleva dos. Esto, además del riesgo consiguiente, es causa de un gran retraso en el recorrido, sin hablar para nada de las incomodidades propias del viaje».
La irritada carta publicada hace 55 años en DV terminaba añadiendo unas preguntas retóricas generales...
«¿Cómo es posible que un tren que fundamentalmente es para trabajadores (los cuales deben comenzar su jornada a una hora determinada) inicie su recorrido en Irún normalmente con retraso sobre su horario? ¿A qué se es debido que en ciertas estaciones pierda tiempo por no estar cerrada la ventanilla, cuando la norma es cerrarla cinco minutos antes de la llegada del tren?».
En fin, un horror a todo tren.
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