La calle de la memoria

1960 | Sin «la debida atención» al invidente

«Todos los días se da el bochornoso caso de no prestar la debida atención al invidente –escribían con rotundidad en un comentario sobre 'Cosas de la ciudad'–. Y es lamentable que quienes vuelven la espalda a estos señores sean personas mayores, gentes con sano juicio, aunque carentes de la necesaria caridad para realizar una obra tan generosa como es la de ayudar al que no ve a cruzar la calle».

Al anónimo redactor le avergonzaba tener que volver a señalar esta carencia «en una ciudad de la cultura y sentimientos de la nuestra». Sin embargo, se consolaba con la mejor actitud que parecían mostrar las nuevas generaciones...

«Menos mal que los niños donostiarras están dando un magnífico ejemplo de caridad y educación. Los hemos visto ayudar al invidente con una solicitud encantadora. Y esto sí conviene resaltar para estimular a los niños y alentarles hacia la práctica de las buenas costumbres».

En su opinión, aquellos chavales que ayudaban a los ciegos proporcionaban «un gran ejemplo para aquellas personas mayores que cierran los oídos y los sentimientos a los golpecitos que resuenan hasta con cierto dramático matiz cuando golpean en el bordillo de la acera».

Seguimos paseando por la Donostia del 24 de abril de 1960, cuando detectaban con alegría la presencia de muchos coches estacionados...

«A juzgar por el número de coches que vemos aparcados en las calles, parece que vivimos en plena temporada estival. En la mañana del viernes, sobre las doce y media, contamos más de setenta vehículos en la calle de Oquendo, enfilados en ambos lados. El aspecto de esta calle era magnífico. Y queda sitio todavía para que circulen autocares y autobuses. Y nos preguntamos, ¿por qué esta misma medida de aparcamiento no se deja en aquellas calles de dirección única, que tengan igual anchura que la de Oquendo?».

En los 'Ecos de Sociedad' de hace 65 años se informaba así de un natalicio...

«En la clínica de las Mercedes, y asistida por el doctor Eugui, ha dado a luz una preciosa niña –primero de los hijos del matrimonio– doña María Angeles Losada, esposa de don Javier Jáuregui. Tanto la madre como la recién nacida –a la que se impondrá el nombre de Laura– se encuentran perfectamente. Nuestra cordial enhorabuena».

Aquel 24 de abril era domingo, por lo que había sesiones matinales en los cines y, a las 4 de la tarde, partido de fútbol en Atocha, pero de Copa. La Real Sociedad metió cuatro goles al Indautxu.