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Organización de una 'campaña de la amabilidad' para los que tienen que estar con contacto con el público: personal de trolebuses, bares, comercios...».
Esta es ... una de las muchas propuestas que surgieron en un singular proceso que hoy diríamos participativo, que lanzó el Centro de Atracción y Turismo hace 65 años.
Después de recoger la idea de los 'Barbas' del Club de Tenis de abrir un 'Proceso a la ciudad', el CAT instaló el 18 de febrero de 1960 seis buzones especiales en distintos puntos. Su objetivo era recoger sugerencias con las que mejorar San Sebastián.
Se trataba de una iniciativa que, según explicaron entonces en DV, «permite abrir un gran paso para conocer opiniones que hasta ahora quedaban cerradas dentro del círculo de las amistades, del café o del paseo. Ahora, no. Se podrá escribir y razonar argumentos, lanzar ideas y hasta plantearlas y dialogar sobre ellas. El C.A.T. admitirá aquellas que vayan provistas de matices constructivos y puedan redundar en beneficio de los intereses generales de la ciudad».
Tampoco se trataba de entrar en aspectos estructurales, sino que «los problemas a plantear serán en orden a fiestas populares, manifestaciones culturales, embellecimiento de la ciudad, etcétera, etcétera».
En cualquier caso, en la época franquista no era habitual que se pulsase la opinión de los ciudadanos y muchos donostiarras aprovecharon aquella campaña para proponer ideas más o menos concretas, más o menos sensatas, más o menos factibles, con que regenerar la ciudad. San Sebastián se convirtió en un enorme 'Sirimiri'.
A la semana de abrirse la participación, nuestro periódico informaba de que «Más de cien cartas se han recibido ya por medio de los buzones del C.A.T.» (DV, 25-II-1960). Y comentaban...
«Si en San Sebastián se llevaran a la práctica todas las sugerencias que en estos días están llegando al Centro de Atracción y Turismo por medio de los buzones del C.A.T., el aspecto de nuestra ciudad quedaría totalmente transformado: reposición del juego, iluminación de las playas, fuentes luminosas, parques infantiles, sistemas de aportación voluntaria de dinero, festivales, carteles, propagandas... Todo esto, ¿podrá ser alguna vez realidad?».
Pocas llegarían a materializarse a corto plazo, pero aquel singular proceso sirvió para tomar el pulso a lo que los donostiarras echaban en falta en su ciudad. Entre las sugerencias que suponían obras, en 1960 pidieron fuentes luminosas, la «creación de parques infantiles con atracciones al estilo de otras ciudades extranjeras», la «reconstrucción del Castillo de la Mota» o el relanzamiento de la isla de Santa Clara.
En el apartado festivo y de ocio, se registró la «petición insistente de la organización de bailes estudiantiles sólo para estudiantes», el montaje de festivales de música en marcos especiales como Urgull o San Telmo, o el regreso del casino.
También sugirieron la creación de «clubs para chicos y chicas menores de dieciocho años, que no pueden ir a bailes», la creación de una nueva banda municipal o el «alquiler de embarcaciones en el río Urumea (cuando hayan desaparecido los olores...)».
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