La calle de la memoria
1925 | «Cacería de ondas» de la nueva radioVoces y músicas inaudibles atravesaban el aire, envueltas en misteriosas ondas. Había que aprender tecnología para captar el fenómeno del momento y disfrutar de ¡la radio!
Algo así ocurrió en octubre de hace un siglo en nuestra ciudad. El empresario Sabino Ucelayeta había instalado en Igeldo la emisora EAJ8, pronto conocida como Radio San Sebastián (que dos años después se integraría en Unión Radio, el germen de la Cadena SER). El primer equipo emisor era una antigua estación Western Electric Company con 3 kw de potencia. El reto de muchos donostiarras era lograr captar sus emisiones.
Alfredo de Laffitte, en su crónica semanal 'Notas de la vida donostiarra' del periódico 'El Pueblo Vasco', describía de la siguiente manera, el 5 de noviembre de 1925, el revuelo despertado por la primera radio donostiarra...
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EAJ8 Radio San Sebastián había empezado sus emisiones entre un gran revuelo ciudadano. «La 'Radio' de Igueldo ha revolucionado a toda la población. Ya no se habla más que de antenas, cohesor, bobinas, lámparas, galenas, etc.»
«La 'Radio' de Igueldo ha revolucionado a toda la población. Ya no se habla más que de antenas, cohesor, bobinas, lámparas, galenas, etc.».
«Los aficionados están a ver si pescan una de esas ondas que les traiga lejanas novedades, y se han dado en comprar aparatos precisos con que poder oír desde la cómoda butaca de su casa el programa que diariamente les ofrece la Compañía radiofónica. El que no puede hacer una instalación conveniente, pone el colchón de su cama en comunicación con el grifo de la fuente y dice que oye a las mil maravillas».
Menudas improvisadas antenas... Laffitte intuía en 1925 que San Sebastián sería una ciudad especialmente amante de la radio...
«Indudablemente, este adelanto se impone en San Sebastián más que en ninguna parte, para que en esos días de lluvia tan repetidos del invierno, se entretengan las gentes, sin moverse de su casa, con conciertos y conferencias. Muy curiosa ha de ser esa cacería de ondas a su paso por nuestra atmósfera y admirable que nos traiga música y palabras de las primeras capitales del mundo».
«Radiomanía»
El medio radiofónico se entendía como la puerta a un nuevo futuro tecnologizado...
«El microbio epidémico de moda es la radiomanía –escribía Alfredo de Laffitte–; y la electricidad, madre de un sinnúmero de aplicaciones, prepara cosas incomprensibles para al porvenir».
Terminaba el colaborador con un apunte sobre la parcela del monte Igeldo en que se había instalado la antena de la emisora EAJ8...
«El sitio donde se ha colocado el transmisor, en Monte Frío (Igueldo), parece destinado de tiempo atrás a las comunicaciones. Allí estuvo el primitivo faro del puerto y el primer telégrafo óptico; y desde allí nos envían ahora esas novedades que, revoloteando como los pájaros por el aire, las recoge la antena para traerlas sin esfuerzo a nuestros oídos, dentro de nuestra propia casa».