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¿Qué sucede en el momento de la jubilación con el capital de conocimiento adquirido a lo largo de una carrera profesional? ¿Dónde queda la experiencia conseguida durante varias decenas de años de trabajo? Alrededor de treinta profesores vascos de FP jubilados tienen claro que, a pesar de su retiro, todavía tienen mucho que aportar en los centros educativos, tanto a sus colegas como a los alumnos y han constituido la asociación Zaharre eta gazte, asociación de profesores jubilados de centros de formación profesional públicos de Euskadi.
En un principio, la agrupación estaba orientada a aquellos que contaban con un currículum técnico, pero tras dos años de andadura han comprobado que tienen cabida todo tipo de conocimientos. Al abrir el abanico esperan concluir el año alcanzando los 50 socios. Muchos de ellos se definen como hijos de la Formación Profesional porque bastantes entraron en ella con doce años, con lo que en aquella época se llamaba iniciación profesional y han acabado su etapa laboral como profesores.
Este es el caso de José María Larrañaga, presidente de la asociación. Tras acabar en 1964 la oficialía de Maestría, empezó un peritaje en la Escuela de Mondragón que no concluyó. Pasó unos años en la empresa privada, pero en 1973 le reclamaron como profesor en Arrasate. Allí estuvo hasta 1978, cuando le enviaron a poner en marcha la escuela de Aretxabaleta. En 1990 le trasladaron a Bergara donde permaneció hasta 2001, luego pasó a la Administración, en la viceconsejería de FP en donde se jubiló en 2006. Toda esta experiencia le sirve para bromear diciendo que «lo nuestro es 'deformación' profesional».
La de José Luis Novoa es una historia similar. No es miembro porque todavía no se ha jubilado, pero el día que lo haga «tengo claro que ahí estaré». En 1972 entró en la Escuela de Armería de Eibar como alumno y «aún no he salido». Primero en iniciación profesional, luego hizo una oficialía, más tarde una maestría. En el mismo centro comenzó a dar clases mientras estudiaba por la noche una ingeniería. Enseguida fue adquiriendo más responsabilidades, primero como secretario del centro durante veinte años, luego otros doce como director y un año más de subdirector para apoyar al director que tomó su relevo. En la actualidad está realizando un trabajo para el Departamento de Educación.
Los dos constatan la necesidad de trasladar sus conocimientos a profesores más jóvenes «que pueden encontrarse un poco perdidos en alguna situación o que con nuestra experiencia puede ahorrar tiempo al preparar alguna clase».
La asociación surgió a finales de 2015, pero no fue hasta pasado algo más de un año cuando comenzó a funcionar más en serio. «Nos dimos cuenta de que había muchos profesores que se estaban jubilando y en el futuro todavía habrá más. Cuando dejan su vida laboral se llevaban un capital conocimiento muy importante. En los últimos años somos muchos los que por edad hemos dejado la docencia y entra gente nueva con menos nivel, no por falta de conocimientos sino de experiencia y eso puede suponer un retroceso», comenta Larrañaga.
Nieva asegura que es una iniciativa «con sentido» porque aporta valor a la FP actual, a los centros y a los profesores, «pero también porque tiene 'sentido', porque sale de las personas, lo sienten como propia». El papel de estos docentes retirados es servir de apoyo, ser un colaborador, ejercer de guía, orientar y aconsejar. Pero aclaran que «no se trata de volver a dar clases durante ocho horas». Han calculado que su dedicación tiene que ocuparles un máximo de quince horas al mes porque, como recuerda Larrañaga, «jubilación viene de júbilo y no es plan volver a tener un horario laboral».
Estos profesores retirados tienen un propósito claro: «Mejorar la calidad de la enseñanza profesional» y para ello quieren, como también se especifica en los fines de la asociación, «servir de apoyo al profesorado de FP, aportando su experiencia profesional, tanto a centros formativos como a otras instituciones y agentes sociales». Todo esto, desde una perspectiva totalmente altruista porque no cobran, salvo algunos gastos de desplazamiento.
Larrañaga reconoce que no ha sido fácil. Por ejemplo, asegurar a todos los miembros de la asociación por si hay un accidente cuando están en alguno de los centros con los que colaboran o acuden a alguna reunión. «Hay que tener en cuenta que en la Formación Profesional hay mucho trabajo de taller», explica.
Tras una larga reflexión, tienen claro que su labor debe estar ligada a la 'Formación a lo largo de la vida', uno de los ámbitos que propone la Comunidad Europea cuando habla de educación, junto a la 'Transferencia de conocimientos' «que es nuestra idea primitiva». También se incluye el 'Apoyo a los programas de especialización', «porque los chavales jóvenes que entran en las escuelas como profesores tienen muchos conocimientos técnicos pero poca práctica y ahí es donde entramos con nuestra experiencia, las relaciones con las empresas porque hay que tener claro que una de las claves del buen funcionamiento de la FP en Euskadi, y más concretamente en Gipuzkoa se debe a la relación con las empresas del entorno». Aquí, Nieva especifica que desde la Escuela de Armería han surgido más de 450, «algunas 'tan poco importantes' como Gamesa».
Nieva comenta que «si nuestra FP se considera un referente es por las personas que están dentro y en especial por las que la han traído hasta donde ahora está, que son las que después de cuarenta años se están jubilando ahora, están saliendo el sistema. Una persona se jubila, pero no se retira; muchas siguen en activo. No aprovechar ese conocimiento es un despilfarro».
A la hora de elaborar la reciente Ley Vasca de Formación Profesional, desde la viceconsejería que gestiona esta área se ha incidido mucho en preservar el talento. Se trata de una propuesta innovadora, «no conocemos otra iniciativa similar, al menos dentro del sector público, donde se tiendan puentes así de ayuda de forma voluntaria».
Ya han comenzado ha llevar a la práctica sus objetivos, con casos concretos que recopilan en un dossier de experiencias al que los socios de la asociación, los profesores, empresas o administraciones puedan recurrir cuando se encuentren con situaciones similares.
Una de esas experiencias que ya están en marcha partió del Instituto de Formación Profesional Miguel Altuna de Bergara y se centra en la cocina. Se enseñan recetas habituales en las viviendas vascas a emigrantes que cuidan a personas mayores del municipio. «En muchos casos cocinan muy bien, pero platos de sus países, que la gente mayor de aquí no está acostumbrada a consumir», explica Larrañaga, impulsor de la idea. Además, cuenta con un plus porque se realiza en las sociedades y «es una manera de que se integren porque se facilitan las relaciones».
También hay experiencias mucho más técnicas, como la impulsada por un profesor vizcaíno jubilado que imparte jornadas a los docentes jóvenes sobre el nuevo reglamento de instalaciones térmicas en los edificios.
En la Escuela de Armería de Eibar tienen un par de ejemplos de dedicación al centro por parte de personas que han trabajado en él. Los profesores jubilados de la escuela, Iñaki Alberdi y Fernando Sagastigutxia, han trabajado en un proyecto para digitalizar más de 6.000 documentos propiedad del centro sobre la historia de Eibar, muchos de ellos gráficos, que supondrán un gran aporte para que el municipio conozca su historia, y también la de Gipuzkoa. Ahora toda esa documentación está en abierto y la gestiona la Diputación.
Otro ejemplo: el año pasado la escuela eibarresa implantó un programa de especialización postgrado en Metrología. Uno de los colaboradores en la formación de los alumnos es Vicente Manzano que, después de ocho años, ha vuelto de manera altruista y además ha implantado pautas y modos de trabajo para otros profesores. «Es un botón de muestra de lo que se está perdiendo».
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