Entre las últimas jaimitadas que, en materia de lenguaje, se les ha ocurrido a los inventores de jaimitadas que se las quieren dar de finos ... y cultos con la palabrería, está la de decir, con todo el morro, «una unidad de persona» para querer decir «una persona». Y así sucesivamente, cinco unidades de obreros o tres unidades de vestidos.
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Pues bien, solo para hacer el chiste y la necedad, diré que hay dos unidades de persona en las que me he fijado estos días. Una de ellas para bien: David Muñoz, del grupo Estopa, que se ha matriculado en la Facultad de Historia de la Universidad de Barcelona. Y él creía, qué cielo y qué inocente, que podría pasar más o menos desapercibido. Me ha encantado pensar en el autor de «por la raja de tu falda» estudiando historia medieval. Qué majo.
La otra unidad de persona en la que he pensado, esta para mal, es un futbolista, Marcos Llorente. El jugador del Atletico de Madrid, entrevistado recientemente, no se ha privado de decir varias majaderías, desde sus sospechas –nos fumigan– por las estelas blancas de los aviones a la peligrosidad de usar protectores solares o bombillas de luz blanca. Entre sus rutinas y conspiranoias está comer únicamente cuando hay luz solar, nunca de noche, o evitar en su dieta lácteos, cereales y legumbres.
Y en estas estamos cuando aterriza aquí el superordenador cuántico –una unidad de cosa tecnológica– y se nos va una unidad de gran actriz, Diane Keaton, que era como amiga mía.
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