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Oskar Ortiz de Guinea
Usurbil
Martes, 14 de enero 2025, 23:55
El aviso de la presencia de la almeja asiática en aguas del Oria que dos pescadores de la zona emitieron el pasado viernes en ... este periódico ha puesto en guardia a los técnicos de organizaciones y organismos que se ocupan del estado y preservación de nuestra fauna, al tratarse de una especie invasora muy prolífica y catalogada en la lista de las veinte más dañinas en la Península Ibérica. Así, dos biólogos de la asesoría Ekolur y de la Agencia Vasca del Agua, URA, supervisaron este martes dos zonas de Aginaga en unas graveras algo más arriba de los dos puntos señalados por los dos anguleros. Y en ambas el resultado fue positivo, aunque en menor densidad. «Haber encontrado unos ejemplares ahora no es noticia, porque la noticia la dieron los dos pescadores. Pero encontrar almejas en una parte del río más alta, significa que el área ocupada es mayor. Y cuanto más arriba la encontremos es peor noticia, porque la almeja no se desplaza por sí sola» y, por tanto, no puede remontar el río, sino en todo caso dejarse llevar curso abajo arrastrada por la corriente, explican Manu Rubio y Fran Silvan, desde Ekolur y URA, respectivamente.
Los dos técnicos querían conocer 'in situ' las dimensiones de la población de 'Corbicula fluminea' en el Oria, que nace en la sierra de Aitzgorri y es considerado el principal río del territorio tanto por longitud como por caudal. Ante la falta de una embarcación, no se podía acceder a las dos graveras reportadas la semana pasada por el pescador aginagarra Patxi Mayoz y el oriotarra Unai Eizagirre. Por ello, ambos expertos optaron por supervisar otros puntos más accesibles en un tramo de alrededor de un kilómetro de longitud, en el barrio usurbildarra de Txokoalde y también en un punto superior del cauce. No se trató de una prospección como tal, dado que para ello se requiere de cierto instrumental, sino de una simple observación para hacerse una idea de a lo que se enfrentan quienes velan por los ecosistemas.
Al contrario de lo que sucedía en la ubicación de la primera cita -o lo que es lo mismo, la primera constancia de una especie-, donde las almejas eran visibles a simple vista entre las piedras tanto dentro como fuera del agua, en los dos puntos explorados ayer había que rebuscar entre los cantos rodados, la arena y el limo para encontrar algún ejemplar. «Lo normal es que la almeja esté escondida, oculta en el fondo o bajo las piedras. Y haber encontrado varias me lleva a pensar que habrá bastante más de la que se ve», opina Manu Rubio, a quien ya le ha tocado lidiar con esta especie en ríos de Navarra.
«Cuanto mayor sea la superficie involucrada, más fácil es que de aquí pueda salir a otros lugares distintos, que ese es el otro gran problema. Porque aparenta que eliminarla de aquí va a ser difícil o imposible. No hay manera de controlar su expansión», asume Fran Silvan, técnico de URA, ente dependiente del Gobierno Vasco que tiene su sede en Vitoria.
Ambos técnicos son conscientes de que la 'Corbicula fluminea' es una especie muy prolífica, ya que un solo ejemplar puede dejar hasta 100.000 larvas a lo largo de toda su vida, que se prolonga hasta unos siete años. Aunque «no significa que todas esas larvas salgan adelante», este tipo de molusco «se reproduce superrápido, mucho más rápido que cualquier estudio que podamos realizar». Para dar contexto a esta nueva realidad en el Oria, Rubio recuerda que «llevo muchos años viendo cómo crece la población en Navarra, pero tampoco es que nos encontremos con ríos donde en el fondo haya almejas y no piedras».
En cualquier caso, este biólogo «apostaría por que la administración se involucre en ver hasta dónde puede remontarse en el Oria y también ver si hay en otras cuencas», ya que tanto el biólogo de Ekolur como Silvan son conscientes del riesgo que entraña para el ecosistema. «Si está aquí, tiene pinta de que no irá a menos, lo que puede hacer cambiar la ecología en los tramos afectados», porque «pueden ser muchos ejemplares filtrando agua», apuntan. Esto supondría que son muchos moluscos «que se comen el oxígeno del agua, lo que va a empobrecer el medio», explica Fran Silvan, que se llevó una muestra de almejas para su análisis en las instalaciones de URA.
La presencia del molusco invasor podría repercutir en otras especies como las náyades -otro tipo de almeja de río, conocidas como las ostras de agua dulce-, cuyos restos se encuentran a lo largo del cauce de este río guipuzcoano. «Aunque pueda haber muy pocas, a esas pocas no les va a ir bien con la almeja asiática porque comparten el mismo espacio», convienen los biólogos, antes de apuntar un dato positivo. «En ríos como el Oria, que es bastante caudaloso, es más difícil cambiar las características del agua, pero es algo que habría que ir observando poco a poco».
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Oskar Ortiz de Guinea
Por el momento, el Oria es el único punto de Euskadi donde se ha detectado este molusco de origen asiático. Existe la sospecha de que pueda existir en la cuenca alavesa del Ebro, ya que distintas prospecciones realizadas por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) han confirmado su presencia antes de llegar a Álava, como en Cantabria o Burgos, y también después, en La Rioja, Navarra o Aragón hasta su desembocadura.
Desde la CHE han apuntado que la población aumenta de manera «exponencial», tal como se ha podido comprobar, por ejemplo, en los canales de Lodosa y el Imperial, entre Navarra y Aragón. «No somos futurólogos, pero aquí no vamos a ver imágenes como aquellas que se vieron hace un par de meses en Navarra», reflexionan Rubio y Silvan, en alusión a los miles y miles de almejas que se agolpaban en el fondo. En estos canales, el agua no presenta las fuertes corrientes del Oria, por lo que su asentamiento es más fácil. «Ya hubo un río en Cataluña donde desapareció esta almeja tras una fuerte venida (riada), aunque unos años después volvió», recuerdan.
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