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«Hacemos la carrera, la tesis y comenzamos a investigar juntos. Pero cuando decidimos ser madres, comienza nuestra involución». Promover la igualdad de género y la inclusión en la investigación, la innovación y la formación. Ese es el objetivo que persigue el proyecto europeo Plotina en el que tienen un papel protagonista Elhuyar y Mondragon Unibertsitatea (MU). Ambas, junto a universidades de Italia, Reino Unido, Eslovenia, Portugal, Turquía y Austria trabajan desde 2016 en crear una metodología para implementar planes de igualdad en diferentes organizaciones dedicadas a la investigación.
En lo se refiere a MU, tras informar y formar al consejo rector del centro sobre lo que va a suponer Plotina para la institución, la comisión de igualdad de la entidad ya está trabajando en áreas concretas. Han diseñado un protocolo contra los acosos sexuales y sexistas, –«es una de las grandes prioridades de este año»–, van a ofrecer pautas a los compañeros del departamento de recursos humanos sobre cómo realizar los procesos de contratación, –«evitando estereotipos, por ejemplo»–, organizan esta semana un encuentro entre mujeres gerentes y decanas con investigadoras, –«para que estas vean que se puede llegar al poder siendo mujer»–, y van a incluir retos del colectivo LGTB. «Uno de los grandes desafíos que nos queda es el de introducir todo el tema de género y sexo en el currículum que ofrecemos», reconoce Ainhoa Larrañaga, componente de esta comisión. Es decir, coger todos los grados que ofrecen y ver en cada asignatura «cómo vamos a introducir estos contenidos».
Durante el proceso de diagnóstico y recopilación de información que han realizado durante los primeros dos años de Plotina, hay datos que «llaman la atención», añade la representante de MU. «Como mujer si dejas algunos años de investigar, te descuelgas. Y esos datos luego aparecen en la biografía. En el caso de muchas investigadoras su trayectoria profesional cae en picado cuando deciden hacerse cargo de los niños o de familiares dependientes», explica. Conocido el problema, en MU le han puesto solución. «Una de las decisiones que hemos tomado es que en el currículum de estas mujeres no haya un vacío profesional. Incluimos que el tiempo que no ha estado investigando es porque ha estado al cuidado de los niños», anuncia. Y un ejemplo lleva a otro. Porque dice, «este tema está relacionado con el salario que percibimos». Reconoce Larrañaga que en MU, donde la mayoría del «colectivo» son mujeres, «compruebas gracias a este proyecto que las mujeres ganan menos que los hombres. Es el impacto de estar de excedencia o con reducción de jornada».
Entre los ámbitos en los que reconoce que también queda mucho por hacer es el de las comisiones en las que se decide qué artículos científicos publicar. «Los hombres son mayoría y priorizan más los artículos de ellos. Se ha propuesto comenzar a firmar solo con el apellido e incluso hay mujeres que firman con nombre de hombre para tener más opciones. Es muy grave».
Los componentes de este consorcio europeo, que está promovido por la Unión Europea, cumplen diferentes funciones dentro de Plotina. Mientras que las universidades implicadas, como MU, buscan instaurar un plan de igualdad en sus centros, Elhuyar es el encargado de la comunicación y del servicio de asesoría en igualdad. «Ofrecemos a las seis universidades del proyecto las herramientas pertinentes para realizar un diagnóstico y el diseño del plan de igualdad. Asesoramos y guiamos», explica Naiara Arri, técnica en la unidad de consultoría de igualdad de Elhuyar Aholkularitza. En el caso de MU y su Escuela Politécnica Superior y Facultad de Humanidades y Comunicación Huhezi, que son las que participan, vieron la necesidad de tener un plan de igualdad integral en el que trabajar. «Hicimos un diagnóstico real de la situación sobre un gran trabajo cualitativo y cuantitativo», recuerda Ainhoa Larrañaga.
Plotina, proyecto que deberá estar finalizado en 2020, ofrecerá a todas las entidades interesadas en cambiar su «perspectiva de género», una herramienta que se basa en cuatro puntos. «Hay que trabajar en un diagnóstico de igualdad, realizar un diseño específico, implantar un plan y monitorizar y evaluar», enumera Arri. Tras dos años de trabajo el proyecto se encuentra en su tercer punto, «protagonizado por una lista de buenas prácticas». Destacan el proceso de selección, la conciliación y la integración de la perspectiva de género en la investigación científica y en la educación. «Basándonos en estos ejes se ha realizado una recolección de datos: cuántos trabajadores hay en las plantillas, cómo se han realizado los procesos de selección, qué personas han logrado los puestos y qué medidas existen para la conciliación», señala la representante de Elhuyar. Una vez dados todos estos pasos, las universidades ya tienen una fotografía fiable sobre la que trabajar.
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Miguel Villameriel | San Sebastián e Izania Ollo (Gráficos) | San Sebastián
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