El 28 de septiembre de 2009, mi columna Big Bang, en el Diario Vasco, hablaba del 'Homo coquus'; es decir, del 'Hombre cocinero'. Allí comentaba ... un libro que me pareció excelente: 'Catching Fire: How Cooking Made Us Human' cuya traducción es algo parecido a 'En llamas: cómo cocinar nos hizo humanos', cuyo autor es Richard Wrangham. En esta apasionante y muy bien argumentada obra el autor nos dice que el cocinar alimentos es lo que nos hizo humanos. Por cocinar entiende muchas cosas, por ejemplo, machacar raíces con una piedra; es decir, para él cocinar es modificar los alimentos de alguna manera para que nuestro organismo obtenga más energía de ellos. Ni que decir tiene que el fuego juega un papel sumamente importante, pues de los vegetales o carnes cocidas o asadas obtenemos mucha más energía que de los mismos crudos. La tesis de Wrangham es que fue cocinar los alimentos lo que permitió obtener la energía extra que necesitaba nuestro glotón cerebro. Sin cocina nuestro cerebro nunca podría haber crecido. La cocina, por lo tanto, tuvo que jugar un papel muy importante en el aumento del tamaño de ese órgano. Para el autor no había duda de que los humanos debimos controlar el fuego, y por lo tanto cocinar con él, hace cerca de dos millones de años. El problema era que no había evidencias de tales fuegos controlados tan antiguos.
Juan Ignacio Pérez, que fue mi rector en la UPV durante varios años, acaba de publicar un artículo en el que comenta un trabajo de varios científicos de prestigio que han encontrado pruebas de fuego controlado hace un millón y medio de años en la formación de Koobi Fora, en Kenia. Parece que el tiempo va dando la razón a Wrangham.
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