Guillermo Quindós: «No me parece descabellada una vuelta escalonada a la normalidad»
Catedrático de Microbiología de la UPV/EHU ·
Con la situación en Euskadi «mejorando claramente», cree que es fundamental establecer el número de inmunizados, el «colchón defensivo»Guillermo Quindós Andrés, doctor en Medicina, Catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV-EHU, lleva treinta años dedicado a la Microbiología y Micología médica. Se centra sobre todo en el estudio de los hongos patógenos, pero muy poco de lo que ocurre en la 'Mikrosphera' –el nombre de uno de sus blogs de divulgación científica– le es ajeno. Su voz, que apuesta por un realismo sereno y documentado frente a las trompetas del Apocalipsis, es una de las que nos están ayudando a entender mejor qué está sucediendo.
– Al inicio de la crisis escribió que no tenía intención de hablar del coronavirus. Afortunadamente, ha cambiado de opinión. ¿Tiene la impresión de que a los científicos se les está escuchando estos días más que de costumbre?
– Probablemente se esté incluso sobrepasando la presencia de científicos y médicos en los medios de comunicación. En general, tengo la sensación de que estamos expuestos a cierto exceso de información, aunque en periódicos y emisoras de radio estoy viendo actitudes muy sensatas.
– ¿Habría cambiado algo si se les hubiera hecho caso antes?
– Hablar a posteriori es fácil, pero también es cierto que científicos y organismos como la OMS llevan años con planes sobre los problemas infecciosos más relevantes –sida, tuberculosis, malaria, más todas las enfermedades olvidadas...–, estableciendo prioridades y tratando de tomar la delantera a las enfermedades emergentes, como la que llamamos la Pandemia X. Sabíamos que iba a ser causada casi con seguridad por un virus, que se iba a transmitir por contacto o por vía respiratoria, y que iba a proceder de un animal, que iba a ser una zoonosis. No se sabía cuándo, pero sí que iba a llegar. Sucede cada cierto tiempo.
– ¿Imaginaban que iba a golpear con semejante fuerza?
– No conocíamos ni el tiempo ni la magnitud. La mayoría éramos medianamente optimistas con la Covid-19. Pensábamos que íbamos a poder controlar la enfermedad en los focos iniciales, como ha sucedido otras veces, pero hay que admitir que esta vez la magnitud, por la suma de muchos factores, se nos ha ido de las manos.
– ¿Qué factores destacaría?
– En primer lugar, el comportamiento de los virus, que es bastante impredecible. Por eso intentamos conocerlos cuanto antes. En esta ocasión hemos sido muy rápidos. En menos de dos semanas ya sabíamos cómo era y cómo entraba en la célula, lo que nos permite anticipar cómo atacarle. Pero hay otros aspectos decisivos, directamente relacionados con la gravedad de la crisis sanitaria, como el hecho de que los recursos sean limitados. Eso no depende ni de los científicos ni de los médicos, sino del presupuesto que les asignen los políticos. Es evidente que situaciones como la actual, y otras potencialmente gravísimas que pueden producirse, serían más fácilmente controlables si hubiera más medios de todo tipo, pero somos lo que somos: un país con recursos limitados que, sobre todo en determinadas comunidades, viene de una época de recortes bestiales en sanidad, en investigación.... ¿Que las cosas se podrían estar haciendo mejor? Desde luego, pero creo que la respuesta está siendo buena y bastante proporcionada para lo que somos como país.
«Cuando tengamos y analicemos todos los datos veremos qué ha pasado en realidad, y nos llevaremos más de una sorpresa»
– Un país muy envejecido.
– Ese es otro factor fundamental, al que se suma lo que está sucediendo en muchas residencias. Se está viendo que el virus en sí no es extremadamente mortífero, pero se ceba con personas de cierta edad y con otras enfermedades crónicas, a quienes la Covid-19 les ocasiona una sobrecarga a la que su cuerpo no puede hacer frente. Si a eso se le añade la limitación de recursos, tenemos un problema muy serio que no se puede arreglar de un día para otro y que tiene que hacernos pensar mucho de cara al futuro, porque cosas de estas seguirán pasando.
– El 10 de marzo anticipó que en dos o tres semanas en Euskadi llegaríamos al pico de la epidemia. ¿Acertó?
– En Álava parece que sí se ha llegado, y también en Gipuzkoa, pero no me da la impresión de que lo hayamos alcanzado en Bizkaia. En cualquier caso, en Euskadi la situación está mejorando claramente. El factor de reproducción básico, un indicador de cuántas personas se están infectando a partir de un enfermo contagioso, ya es inferior a 1 –fue el 0,99 el miércoles–, lo que significa que la transmisión de la enfermedad es muy baja y se está empezando a controlar la epidemia; el tiempo de duplicación de los casos también se ha alargado... No obstante, todavía es pronto para evaluarlo. Cuando analicemos todos los datos que están recopilando mis compañeros epidemiólogos sabremos exactamente qué ha pasado y podremos sacar conclusiones. Seguro que nos llevamos muchas sorpresas.
– Con las cifras dramáticas de fallecimientos que se repiten día a día, a veces el duelo y el miedo se imponen a la esperanza.
– Es una reacción logica, pero tenemos que tener presente que las personas que están falleciendo estos días se contagiaron hace semanas. Por muy doloroso que sea, la situación actual es la que corresponde al punto en el que nos encontramos. Tampoco podemos olvidar el perfil de la mayoría de los fallecidos. Hacer una comparativa de las muertes por causas infecciosas otros años ayudaría a tener la imagen real de las causadas por la Covid-19. Ahora en gran medida estamos funcionando con estimaciones. Puede que cuando completemos y analicemos los datos nos encontremos con variaciones en las cifras de fallecidos y en las de infectados. Es probable que por cada uno que da positivo haya cinco o diez que no estén contabilizados.
– Eso acabaría siendo bueno.
– Efectivamente, porque serán personas inmunizadas que constituirán un colchón defensivo probablemente mayor del que creemos. Hasta que llegue la vacuna, es lo mejor que tenemos frente al virus. Pero hasta que no se hagan análisis serólogos para detectar quiénes tienen anticuerpos y están inmunizados no se podrá calcular cuál ha sido y es la realidad.
«La panacea sería hacer pruebas serológicas a todo el mundo, pero con menos se pueden tomar decisiones acertadas»
– Esa información será también básica para empezar a retornar a una normalidad que parece que se va demorar un poco más. ¿Cuales son sus expectativas?
– Como ciudadano me preocupa el tema económico, ver cómo vamos a salir de esta; cómo, cuándo y hasta dónde nos vamos a recuperar... Como médico y como científico me preocupa saber si tendremos dinero para hacer esos estudios y determinar qué porcentaje de población inmunizada hay en cada zona o localidad. Estamos preparados para hacerlos, la metodología la tenemos, se pueden realizar pruebas aleatorias que aporten la información suficiente acerca del número de personas inmunizadas... El problema, otra vez, está en poner los recursos, porque todo el mundo querrá tener esas pruebas a la vez.
– En función del 'mapa' resultante, ¿desde el punto de vista de la salud le parecería razonable una vuelta a la normalidad a distintas velocidades?
–No me parece descabellado, aunque haría falta valorar muy bien los datos con las herramientas diagnósticas adecuadas. La panacea sería hacer la prueba a todo el mundo, pero sin llegar a ese extremo, con los datos que tenemos y con pruebas aleatorias realizadas en base a criterios demográficos y epidemiológicos también se podrían tomar decisiones acertadas.
– ¿Cree que aprenderemos algo de todo esto?
– Sin duda. Sacaremos conclusiones muy valiosas, como la importancia de la higiene y de algo tan sencillo como el lavado de manos o la limpieza eficaz de superficies compartidas; nos daremos cuenta de que las vacunas son fundamentales, y de que es imprescindible invertir en sanidad e investigación.