Gipuzkoa no se olvida de la dana
Este miércoles se cumple un año de la terrible tormenta que arrasó los municipios del sur de Valencia, dejó 229 víctimas mortales, miles de afectados y escenas inolvidables de la solidaridad
Barro, coches amontonados, cadáveres, valencianos en estado de shock, miles de voluntarios con escobas y palas… Son las imágenes inolvidables que dejó la dana de Valencia en la retina de toda una ciudadanía que se volcó con un pueblo que sufrió las inclemencias meteorológicas más violentas que se recuerdan en muchas décadas en España. El miércoles se cumple el primer aniversario de la desgracia que dejó 229 víctimas mortales y centenares de miles de afectados en la provincia de Valencia, la zona más afectada por una tormenta que dejó hasta 771,8 litros por metro cuadrado en una estación meteorológica del sureste valenciano. Además, siete personas murieron en Castilla-La Mancha y otra en Andalucía.
La capital del Turia se salvó por el nuevo cauce del río que se construyó a raíz de las inundaciones, también históricas, de 1957, pero las localidades del sur de la ciudad fueron arrasadas por un mar que no encontró resistencia en su camino hacia la Albufera y el Mediterráneo. Miles de personas vieron cómo aquel 29 de octubre llovía cómo nunca sobre sus municipios. Esa agua comenzó a descender a través de barrancos como el del Poyo, que no dieron de sí, y las riadas alcanzaron localidades que no vieron caer ni una gota del cielo. Eso, sumado a que los servicios de alerta fallaron en una gestión política de la situación que sigue indignando, hizo que los avisos llegaran cuando los ahogados se podían contar ya por decenas y el desconcierto fuera total en una tragedia sin precedentes.
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fallecidos dejó la dana hace un año:229 en Valencia, la zona más afectada; 7 en Castilla-La Mancha y 1 en Andalucía. Esta semana ha aparecido el cuerpo de una de las tres personas que seguían desaparecidas.
Lo contaba Aitor Vilariño, el pasaitarra residente en Benetússer, cuando este periódico conversó con él en las calles de su localidad, hasta arriba de barro: «Me asomé a la ventana de mi casa y no podía creer lo que estaba viendo. Solo había agua, pero no llovía. Cada vez bajaba más agua y con más fuerza. Entraba un mar. Llegó a cubrir tres metros de altura». No sabía de dónde venía esa cantidad de agua y, presa del pánico, subió a la azotea de su edificio junto a su hijo, que lo metió en una caja de plástico para que tuviera al menos una oportunidad de salvarse 'navegando' dentro de ella por si el agua le alcanzaba. Suena a película, pero lo visto en Alfafar, Benetússer, Paiporta, Catarroja o Sedaví era difícil de asimilar.
771,8
litros por metro cuadrado se registraron en el sureste de Valencia. Por ponerlo en contexto, Gipuzkoa registró el año pasado la jornada más lluviosa en un día de noviembre, con 134 litros en Hondarribia.
Otra ola, la de los voluntarios, mostró la cara más humana de la sociedad, que no dudó en volcarse. Envió toneladas de alimentación y material a una zona afectada que fue conquistada por decenas de miles de personas que se metieron en casas y aparcamientos ajenos para ayudar en lo que hiciera falta.
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