«¡Feliz año de la Serpiente de Madera!»

¡Feliz Año Nuevo! Sí, ha leído bien. En pleno 29 de enero hay millones de personas que celebran, ahora, el cambio de año. Y no, no dan la bienvenida al 2025, sino al año 4723. Y es que la comunidad china se rige por el calendario lunar, a diferencia del gregoriano -basado en el solar- que divide el año en 365 días y que concluye el 31 de diciembre.

Los festejos, que incluyen un gran festín, regalos y fuegos artificiales, no se limitan solo a China. Cada vez son más los guipuzcoanos que desean empaparse de la cultura y deciden celebrar el Año Nuevo chino como uno más. Maite Mendioroz y su cuadrilla no son menos. Y tampoco les hace falta cruzar el charco para participar en la celebración. Así, se reúnen cada año en el restaurante Chino Mandarín en la calle Zabaleta para comenzar el nuevo año todos juntos. Es su segunda Noche Vieja. Pero esta vez, sin las 12 uvas a medianoche. En este día, su menú es variado, lleno de platos con grandes simbologías.

Aunque tanto Maite Mendioroz como sus amigos son guipuzcoanos, todos sienten una gran curiosidad y fascinación por la cultura china, por lo que llevan «unos diez años» celebrando el Año Nuevo como lo harían los asiáticos. Todo comenzó cuando Maite tomó parte «en un cursillo de chino, y la profesora me invitó a una cena para despedir el año y he ido arrastrando a todos». El resto es historia. «Nunca sabemos qué esperarnos, porque el menú siempre incluye sorpresas», cuenta expectante. Y es que Carlos Liao y el resto del equipo del restaurante Chino Mandarín no escatima en detalles ni en comida.

Además, todos los platos tienen un porqué. Algunos de los más tradicionales en la cena de Noche Vieja -en este caso, Maite y sus amigos han optado por celebrar una comida-, incluyen la lubina, pues en mandarín utilizan la misma palabra para referirse al pescado y a la abundancia: «yú». La creencia explica que a quien cene pescado en Noche Vieja «le sobrará la fortuna y atraerá la abundancia». El siguiente en el menú son los «fideos de la longevidad», igual de largos como «la vida que deseamos», explica Liao. Añade que también es típico encontrar este plato en otras celebraciones como en los cumpleaños.

Por otro lado, las gyozas tienen simbología doble. Hay quien cree que representan «una familia unida» por la forma cerrada de estas. Otros explican que simbolizan la fortuna «ya que tienen forma de una moneda antigua china». Sea como fuere, no hay plato sobre la mesa que no tenga una larga historia detrás.

Maite y sus amigos se comienzan a frotar las manos cuando entran al restaurante. Hay hambre y huele que alimenta. «Nos encanta aprender sobre el significado de cada plato, porque cada cena es especial. Nosotros nos fiamos de Carlos y nos dejamos llevar y, en un momento, es como si hubiéramos viajado a China», cuentan emocionados.

La mayoría de los reunidos son veteranos, aunque alguno de ellos se ha animado, por primera vez, a dar la bienvenida al Año Nuevo chino de la manera más tradicional. Eso sí, «seguro que repetimos», adelantan. «¡Xīnnián kuàilè! ¡Feliz Año Nuevo!», celebran brindando todos juntos.