La transformación de una fábrica de cañones guipuzcoana opta a los premios Arquitectura 2025
Arquitectos de toda España reconocen la obra del estudio Behark, que transforma la nave oriental de la SAPA de Soraluze en un espacio público cubierto
J. Falcón
Miércoles, 14 de mayo 2025, 06:35
En un rincón de Gipuzkoa se encuentra uno de los 201 proyectos que optan a los Premios Arquitectura 2025, dados a conocer este martes en Madrid por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. Se trata de una antigua fábrica de cañones en Soraluze que está transformando el estudio Behark, encargado de la intervención para crear un espacio público o «condensador urbano».
De momento está realizada la primera fase, una «transformación del conjunto fabril en la que se ha priorizado la recuperación y reutilización de gran parte de la misma», según explican desde el ayuntamiento de la localidad. El objetivo es recuperar las naves de la antigua fábrica de cañones de SAPA para «transformarlas sin renunciar a su memoria».
Lo que antes fue un símbolo de la industria bélica, la antigua fábrica de armas de la Sociedad Anónima Placencia de las Armas ha iniciado así una nueva vida. Bajo el título de 'The War is Over', el estudio Behark busca convertir las ruinas industriales en un espacio para la vida.
SAPA, cuya tradición armera en Soraluze se remonta al siglo XVI, cerró sus puertas en 2005, dejando un conjunto fabril de imponente presencia junto al río Deba. Este estudio de arquitectura fue contratado en 2019 para estudiar alternativas para la regeneración del área degradada que incluía estas edificaciones. Inicialmente, la normativa vigente preveía el derribo de las naves más orientales para abrir un nuevo espacio libre. Sin embargo, el equipo de proyecto, «impactado por su belleza de las ruinas industriales y convencido de su valor», inició un «largo camino para convencer tanto a los responsables municipales, como a las distintas administraciones» de la necesidad de salvaguardar el pasado y la idoneidad, tanto técnica como económica, de su recuperación.
El edificio actualmente

El edificio antes de la intervención arquitectónica

El objetivo principal, según Behark, es la «transformación de las naves orientales de la antigua fábrica [...] para la generación de un espacio público cubierto polifuncional». Se trata de un espacio que pueda funcionar como un «condensador urbano en un municipio muy necesitado de espacios de encuentro y esparcimiento». La intervención representa una «gran oportunidad para la recuperación de una parte importantísima de la historia de Soraluze y la puesta en valor de su patrimonio», integrando parte del espacio de la fábrica al tejido urbano «sin renunciar a la memoria del pasado industrial que ha conformado la imagen de la villa hasta la actualidad».
La intervención se ha concretado en la ejecución de una primera fase. La gran nave longitudinal se recupera como un «gran espacio público cubierto polivalente» que permite múltiples usos, funcionando como una plaza cubierta, un mirador sobre el río, o una sala multifuncional para eventos, conciertos o mercados. La estructura original de la nave se ha recuperado y se ha pintado de «un color verde reminiscente del de la maquinaria de la fábrica». La cubrición de este espacio no se limita al techo, sino que se extiende como una «nueva piel traslucida por sus fachadas hasta la altura de una planta primera, reproduciendo la fachada original», incluso en sus vanos y molduras, pero con distintos grados de transparencia. Esta piel, según Behark, «los desmaterializa y aligera su presencia, pero no los relega a la desaparición, ni al olvido», consolidando así su memoria.
«Mantener viva la memoria del lugar»
La nave de tratamientos térmicos, pintura y baños, que lamentablemente tuvo que ser derribada parcialmente para permitir la sustitución del puente Gabolats, se transforma «transitoriamente en una ruina romántica construida de manera sencilla y económica». En una segunda fase, se recuperará para generar un espacio cubierto de transición, reutilizando su esqueleto estructural. Behark explica que esta recuperación permitirá un espacio abierto y permeable en planta baja, seguro y accesible para peatones, solucionando además la problemática de convivencia entre tráfico rodado y peatonal en la zona de desembarco de la pasarela. Este espacio también concentrará comunicaciones a diferentes cotas, dando acceso a miradores y posibles escenarios improvisados.

Para mantener viva la memoria del lugar, se han realizado «diversos y sutiles gestos», explica Behark. Se conservan los testeros de la nave longitudinal con sus vanos centrales y se recuperan las arcadas originales. Hacia el lado del río, tres crujías de la pared original exponen parte de la maquinaria recuperada, como la máquina de cañones, protegida tras ellas. Se conservan por su valor y belleza los dos puentes grúa, especialmente uno fabricado en Glasgow a principios del siglo XX. El zócalo azul original se reproduce en las partes recuperadas y se reinventa en las barandillas de malla y en una veladura azul en los paneles de cerramiento futuros.
Incluso las cerchas de la nave de tratamientos térmicos, que debían ser acopiadas, se han reutilizado temporalmente para generar una pared vegetada en la playa urbana. «Se han mantenido en la medida de lo posible todos los elementos que apelan a la memoria del lugar». Finalmente, entre la gran nave y el edificio de oficinas, se crea un patio acogedor, un espacio vegetado y amable con gradas que conecta la intervención con el río y la playa urbana.

Behark subraya que esta intervención demuestra la «pertinencia de la reutilización de nuestro patrimonio construido, considerando todo lo existente como un activo, un valor fáctico». Defienden que es necesario «partir de todas las situaciones existentes y reutilizarlas, revelarlas, enriquecerlas, transformarlas, repararlas y protegerlas en determinados casos». Esta aproximación, según el estudio, «toca la idea fundamental de patrimonio como espacio vivido», donde la reparación y transformación se producen en relación con esta situación de vida, siendo la «cuestión social decisiva» junto a las económicas y ecológicas.
Un jurado formado por arquitectos y arquitectas de reconocido prestigio elegirá los proyectos finalistas en estos premios, que se anunciarán en el transcurso de una gala el 3 de julio en Madrid.
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